Tron Legacy

Recuerdo Tron de mi infancia. Recuerdo aquellos trajes de luces que ahora me parecen el colmo del horterismo y lo cutre con la fascinación de los ojos de un niño con exceso de imaginación. Era obvio que acabaría cayendo y viendo Tron: Legacy.
Y bueno, es lo que es, evidentemente. Bebe de una película cuya trama no recuerdo pero es accesible a cualquiera. Se han asegurado lo suficiente de eso. Y como es costumbre en los remakes o secuelas ultimamente, colocan de protagonista a un joven rebelde que en teoría por eso mismo debe caerte muy bien, pero que, cómo no, acaba resultándote pedante y arrogante. Y hasta idiota.
Pero bueno, más allá del pobre chaval, que se esfuerza por parecer un héroe de acción, la trama es una aventurilla que se deja ver y se entiende. Entretiene, y además tiene al Gran Lebows… a Jeff Bridges, que siempre es un punto a favor.
Y sí, justo como todos lo pensábamos, ésta nunca llegará a ser cine de culto como su primera y antigua parte. Por mucho que pasen los años.

Vanishing on 7th Street

Amo la ficción. Cualquiera que me conozca sabe eso. No me gustan las películas sociales, tipo Los lunes al sol. Ya veo mucho de eso con sólo salir a la calle o poner las noticias, así que cuando busco entretenerme, quiero que me hagan vibrar, que me hagan imaginarme nuevos mundos o situaciones fuera de lo cotidiano. La ciencia ficción, el terror, la acción… siempre han sido géneros que me atraen y me gustan.
Y oye, además creo que me adapto bastante bien a los diferentes tipos de villanos, ya sean zombies, alienígenas, terroristas musulmanes, nazis que buscan el arca perdida, monstruos inclasificados, fantasmas, vampiros, e incluso rusos… si van a por Indy, aceptamos incluso rusos.
¿Pero sombras? ¿Sombras?
Es más, creo que soy una persona a la que las respuestas sin resolver tampoco le desagradan si van precedidas de una gran historia. Incluso llega a gustarme que los mcguffin lo sean para siempre y queden sin resolver, es parte de la magia. No me importa que la puta peonza no deje de girar (o sí) en el último plano de Origen. No me importa que nunca sepamos quién o por qué ataca la maldita comisaría del distrito trece (versión antigua, Of Course). Y de hecho, no me importa que no me digan que había en la dichosa maleta de Ronin, aunque todo mi cuerpo gritara suplicando un plano de su interior.
¿Pero sombras? ¿En serio?
El mito de Croatoan, y la isla donde desaparecieron más de cien personas sin dejar rastro siempre ha despertado mi imaginación. Al igual que el Triángulo de las Bermudas y esos barcos sin tripulación o esos vuelos desvanecidos. Me carcome por dentro pensar en esas cosas y tratar de saber qué hay detrás de esos fenómenos. Y puedo aceptar muchas cosas, desde alienígenas hasta centros de gravedad extraños en el fondo del mar. Todo en pro de una buena historia completamente ficticia.
¿Pero sombras?
Maldita sea, tenían una gran idea, un buen punto de partida, al menos, y por el camino dejan caer algunas perlas que permiten soñar con una fantástica resolución (al menos a mí, la idea del «reinicio» me encantó) y lo aderezan con la leyenda del croatoan… pero ni el guionista ni el director supieron que hacer con todo ello, y al final, la película se queda en «señores que no pueden salir de la luz porque unas manos de sombras les hacen desvanecerse en el aire». Y además, sin ninguna lógica, explicación, y solo cuando a los artifices de esta patraña les interesa. Porque anda que no hay veces en que los protagonistas podrían haber sido abducidos por las sombras, pero sólo lo hacen cuando al señor director le conviene.
Siento que me han tomado el pelo. Me esperaba algo más de Mr. Anderson, la verdad. Máxime teniendo como protagonista a Anakin Skywalker. Pero nada, no hay por donde cogerla. Es una pena.

Faster

Si en la carátula aparece Dwayne Johnson, otrora conocido como «The rock», en los últimos años eso significaba una sóla cosa: película para niños con trama ridícula. Por suerte, alguien se acuerda de que este señor tiene aspecto de ser un héroe de acción, y de vez en cuando, le cae un guión de estos en las manos.
Vale, no ha tenido mucha suerte con las taquillas de sus pelis de acción, pero el tipo, aunque pueda parecer lo contrario, no es nada malo. Aquí es cuando llueven las críticas. Pero en serio lo pienso. Tampoco es que crea que sea un futuro ganador de Oscars, pero desde luego, no es un cara de palo como otros que van de actores por la vida (y sí, me refiero, como siempre, a nuestro queridísimo Orlando cara de palo Bloom). Dwayne Johnson a mi me demostró que era un actor de verdad con su pequeño papel de supergay en Be Cool.
Y bueno, centrándonos en Faster… tampoco es que sea la gran cosa. El inicio es demoledor, y presenta lo que parece que va a ser un peliculón de ostias, tiros y venganza sangrienta, pero en realidad las cosas van por otros derroteros, casi tirando más al thriller que al cine de acción. La cosa es que el señor Johnson sale de la cárcel con la intención de matar a los hombres que mataron a su hermano, le dieron por muerto a él e hicieron que le metieran en la cárcel. Mientras tanto, un policía drogadicto interpetado por el señor que nadie sabe cómo pudo estar casado alguna vez con Angelina Jolie, Billy Bob Thorton, le persigue para detenerle. Y como tercera banda, un asesino de élite y que está liado con la terapeuta que trata todas sus neuras, contratado por la gente tras la que va Johnson para que le de caza antes de que él les mate a todos.
Y bueno, la cosa es entretenida, pero peca de previsible. No logra sorprender en ningún momento y se queda corta en cuanto a espectáculo. Porque uno ve a Johnson y le acompaña en su venganza pero claro, esperamos que le den un poco de guerra, que la cosa parezca complicada y tenga que luchar o esforzarse por conseguirlo, pero el guión no parece estar interesado en mostrarnos dificultad, y acaba pasando por todas las situaciones como quien cuenta el calor que pasó en la playa en agosto.
Y supongo que eso es lo que mejor define la sensación que, finalmente, me dejó faster: Que se queda corta. Aunque no esté mal.

127 horas

No me extrañan las nominaciones.
La nueva película de Danny Boyle narra las 127 horas que pasó Aron Rolston atrapado por una roca en el cañón del colorado, y la dramática decisión que le permitió salvar la vida. Un argumento a todas luces inviable para hacer una película interesante.
Pero Boyle lo consigue. Logra que 127 horas pase en un suspiro, mantiene en todo momento un ritmo frenético (lo cual, permitidme decirlo, es acojonante teniendo en cuenta que se trata de la historia de un tipo que no puede moverse de donde está) y que mezcla momentos que te hacen revolverte en el asiento, e incluso apartar la vista o apretar los dientes, con otros en los que reír o emocionarte.
Un aplauso se queda corto cuando acaba la película.
Y eso, sin llegar a hablar del papelón que se marca James Franco.
Ya sabéis que pienso de Danny Boyle que normalmente te da una buena (28 días después, Slumdog millonaire) y una patética (Sunshine, La playa), y ahora le tocaba la patética. Gracias a dios, se la ha saltado. Y a lo grande.
Gran película.

Running Scared

Ya había visto esta película en su momento, y guardaba buen recuerdo de ella. El otro día, Cris estuvo mirando en imdb películas de, como le llama ella, su amor, alias Paul Walker, y de repente se dio cuenta de que había una película suya que no había visto.
Dicho y hecho.
A ver, Running Scared, conocida en España como «La prueba del crimen», sigue pareciéndome buena. Es cierto que hay algunas cosas de realización y montaje que me parecen deleznables, pero en general, tiene una trama cojonuda y te mantiene en tensión todo el tiempo.
Cojonuda, sí, pero a todas luces improbable. Es una de esas pelis que debes ver sin plantearte lo que ves, porque si lo haces, no dejarás de pensar «si, venga ya, y ahora esto» porque sí, después de lo que ves, ocurrirá algo más que sacará aún más de quicio tu mente.
Menudo barrio para vivir, oye… Tiroteos, asesinatos, putas, proxenetas, polis corruptos, rusos asesinos, rusos fans de John Wayne, drogadictos, secuestradores de niños…
Por otro lado, me encanta cuando, de repente, al ver una película que tiene ya unos años, encuentras en ellas caras que por aquel entonces no te decían nada y ahora forman parte de tu imaginario mental. En Running Scared aparecen, haciendo pequeños papeles, tanto Elisabeth Mithcell (alias Juliet, la de Lost) y John Noble (alias Walter, el de Fringe).
Y Paul Walker se marca un papelón. Alejado de la típica imagen de niño bueno pero duro que suele desempeñar, aquí deja de lado la parte de bueno y pasa a ser simplemente un tipo duro, completamente desenfrenado y enloquecido, que es probablemente lo mejor de la película.
Ah, y otra cosa, esta peli podría competir con El gran Lebowsky en cuanto a veces que se dice la palabra FUCK.

Burlesque

Toma ya.
De buenas a primeras, me esperaba una mierda. Al menos, tenía la esperanza de que la presencia de Kristen Bell me ayudara a sobrellevar el mal trago. Kristen Bell puede conseguirlo. Es y será siempre Verónica Mars, y a mi me encanta.
Ni siquiera Kristen Bell es capaz de hacer que algo protagonizado por Cristina Aguilera sea, no ya bueno, sino, al menos, no aburrido.
Cristina Aguilera no sólo canta y «actúa», así, entre comillas, sino que también es productora ejecutiva de esto. Así se entienden muchas cosas, claro. Mi querida Kristen hace las veces de villana-rival y apenas tiene cinco o seis secuencias. Donde roba el protagonismo, y desde luego, roba mi atención.
La Aguilera se atreve a llamar «travesti» a Kristen en una secuencia que debía ser muy tensa pero que no me transmitió nada más que «¿QUÉ? ¿TRAVESTI? ¿Cristina Aguilera ha usado el término TRAVESTI para referirse a MI Kristen Bell? ¿EN SERIO? ¿ELLA?». Vale, sí, fue tenso, pero no por las razones que el director esperaba, eso seguro.
En fin, paso a la película. La cosa esta tiene tres conflictos. El primero, bien expresado por Concha Velasco en aquel «Mamá, quiero ser artista». Ya sabéis, chica humilde llega a gran ciudad con sueños de grandeza y como se sabe una artista genial y nata consigue hacer aquello que quiere gracias a una actitud que en la vida real le habría valido un par de buenas ostias.
El segundo, la tal Aguilera y el camarero del bareto donde bailan evidentemente van a acabar liados. Si a alguien le he estropeado la película al decirlo, en serio, cuando veas cosas de verdad vas a flipar.
El tercero, el más intenso… nótese mi ironía… es que el Burlesque está en crisis y a punto de quebrar a menos que venda a un malvado inversor que quiere construir un rascacielos en su lugar… Sí, tal y como lo leeis. Y yo me pregunto… Vamos a ver, Cher, ¿Cómo coño quieres que tu bareto no este en crisis si cobras tan sólo 20 euros la entrada y tienes que mantener ese local con sus tropecientas chicas bailarinas, los chicos bailarines, la banda de música, el atrecista, el DJ, los camareros y camareras, los de la limpieza, el tipo de las luces (que debe vivir con un estrés que te cagas), comprar todo ese vestuario moníiiiisimo (es un decir), etc, etc, etc?
¿En serio estás en crisis?
Lo que yo me pregunto es cómo demonios has sobrevivido hasta ahora, porque evidentemente ese sitio NO es rentable.
«Los derechos del aire». Gracias a eso consiguen salvar el local. En serio, me daban ganas de vomitar en algunos momentos de esta cosa llamada película para mayor gloria de Cristina Aguilera. Por cierto, el guión consiste en secuencias que hacen avanzar alguno de esos tres conflictos intercaladas con numerosos bailes y canciones que no cuentan absolutamente nada. Cuando llevaba cincuenta había visto ya como diez o doce canciones. Luego me eché una siestecita, después de que Kristen se fuera. Total, por delante se adivinaba más de lo mismo.
Pongo a Kristen porque nadie quiere ver a Cristina Aguilera.

I spit on your grave

Una bonita pelicula para ver en familia y disfrutar de la depravación del ser humano…
En serio, los primeros cuarenta minutos de esta pelicula son incomodos de ver, incluso duros, porque aunque sepas que estas viendo ficción, sabes que no esta tan alejada de la realidad, y el tono realista de la cinta apoya aun mas esa sensación. No es lo mismo ver chorros de sangre saliendo de un brazo cercenado en kill Bill que mirar como violan a la protagonista de esta cinta…
Pasado ese punto, la cinta se convierte en un slasher al uso, girando las tornas y convirtiendo víctima en verdugo y verdugos en víctimas. Es el momento en que la exageración hace aparición, donde los guionistas se estrujan el cerebro para buscar venganzas originales y visuales, y a poder ser desagradables, con las que, aun asi, aplaudes y celebras.
La peli esta bien rodada, muy sobria y alejada del hiperactivismo actual del cine americano, pero desde luego, no es un film para todos los gustos…
Sé que se basa en una película antigua que siguió la onda creada por Wes Craven para La última casa a la izquierda y que, como en aquella ocasión, se estrena después del remake de aquella el año pasado. La verdad es que no he visto la versión antigua, así que no comparo.

The green hornet

Bueeeeno…
Primer problema: La vi doblada al castellano. Y sí, siguen insistiendo en doblar a los personajes con acento con absurdos acentos. El chino habla diciendo «tengo el calgadol loto» y el ruso «Tengo el carrrrgadorrrr rrrrotorrrrr».
Por dios… Si ya peco de ver una película doblada, al menos no me tortures. Que sí, que en original hay acentos, me lo imagino, es lo que tiene ver una peli en original, que disfrutas de la forma de hablar de los actores… pero así… por dios, es horrible. Y ya de paso, lo comento, el tipo que dobla al protagonista merece ser ahogado en mierda. Que horror, señor.

Segundo problema: En la taquilla me dijeron «en 3D» cuando yo esperaba ver una peli en 2D. De por si, esto no es un problema, pero hay pelis que en 3D no dicen nada, y esta era una de ellas. Se nota que estaba hecha para ser en 2D porque apenas hay dos o tres cositas aprovechables en ese sentido. Absurdo.

Y ahora, la peli.
Sí, Michael Gondry ejerce como director y lo hace bien. Ni más ni menos. No es majestuoso pero tampoco malo. Correcto y punto.
Los personajes… El protagonista está perfecto es su papel de niño malcriado e imbecil. Le odias durante gran parte de la película, pero no puedes dejar de apoyarle porque él es el héroe. Aunque, lo cierto es que Kato le roba toda la atencion. No sólo porque Kato es el verdadero superhéroe sino porque es probablemente lo mejor de la película. Cameron Díaz está ahí como adorno, haciendo lo mismo de siempre y poco más. Y Christoph Waltz hace el mismo papel de Malditos Bastardos pero sin uniforme de las SS. Y la verdad… lo sigue bordando. Me arrancó las dos o tres carcajadas que solté durante la película.
La trama… pues resultona pero poco más. Había cosas que no me quedaban muy claras (todo ese tema de «hacer el bien pero también hacer el mal» creo que no lo entendi mucho) pero bueno, te dejas llevar por la acción y funciona.
Entretenida es, no lo negaré, pero vamos, dentro de unos meses miraré atrás y diré… ¿esa peli me gustó? y no sabré responder.

Los jueces de la noche

Hace mucho tiempo, en una madrugada después de llegar de fiesta, con diecisiete o dieciocho años, puse Telecinco y pillé una película empezada. No sabía de qué iba, pero me enganchó. Años después supe que aquella película se titulaba Los jueces de la noche, de Stephen Hopkins (uno de los directores de 24, por cierto…). El título mola mucho más en inglés, Judgement night, porque le da un tinte fatídico que después cuadra bastante bien con la trama.
Intenté conseguirla en diversas tiendas, pero todas la señalaban como descatalogada, así que al final, recurrí al gran videoclub de internet.
Lo siento, señorita Sinde.
El caso es que la he vuelto a ver. Se trata de una cinta correcta, pero no demasiado buena. Cosa que da igual, porque se trata de una de esas películas ochentero-noventeras con una trama capaz de absorberte y pegarte a la televisión. No importa que sepas que algunos diálogos son terribles, que incluso algunas (bastantes) de las acciones de los protagonistas no tengan mucho sentido, no importa en absoluto porque es una película abductora.
Protagonizada por Emilio Estevez, Cuba Gooding Jr (en el primer papel que le recuerdo), Jeremy Piven (magnífico actor infravalorado) y un jovencísimo, pero jovencísimo, Stephen Dorff, es la historia de cuatro amigos que se dirigen a un combate de boxeo pero se pierden por el camino, cruzándose en un barrio de mala muerte con cuatro mafiosos de medio pelo dispuestos a matarles por haber sido testigos de uno de sus crímenes. Y ya está, porque en aquellos tiempos parecía que no hacía mucho más para mover una película. Cuatro tíos huyendo de otros cuatro en lo que parece una noche interminable por un barrio en el que nunca aparece la policía y la gente dispuesta a ayudar brilla por su ausencia.
No es gran cosa, como digo, pero te mantiene pegado al asiento, y tiene algo que la hace interesante. Para mi, es una de esas películas que descubrí por sorpresa y acabaron formando parte de mi imaginario adolescente. Telecinco de madrugada me dio buenos recuerdos en aquella época. Descubrí esta una noche, descubrí El tiempo de los intrusos otra noche (otra película que recuerdo como super interesante y que me gustaría volver a ver), pero sobre todo le debo a Telecinco que me descubriera en aquellas noches de cine por sorpresa una joya de culto como es The warriors. Y cito solo las tres que más recuerdo, pero fueron más. Tres películas que, sin ser grandes obras del cine, son recordadas con interés por muchos.

Piranha 3D

Hoy he visto Piranha 3D en asombroso 2D. Ya que en España parece que no la van a distribuir, qué remedio.
Vaya por delante que es obvio que esta película no engaña a nadie. Es absolutamente imposible que una persona cuerda pretenda ver en Piranha 3D un guión intelectual, una realización de Oscar y una trama digna de Shakespeare. Obvio que no. Pero al otro lado del charco saben que a veces ni siquiera los que amamos el cine pretendemos ver eso, sino disfrutar y entretenernos con historias delirantes.
Oh, Piranha 3D es delirante, os lo aseguro.
No podía perdermela. Desde que supe que empezaba el rodaje tenía ganas de verla. Amo, con mayúsculas, las películas sobre bichos que se comen a las personas. Ese bicho se puede llamar tiburón, cocodrilo, alien o piraña que me da exáctamente igual. Me tiene ganado de antemano.
¿Que encima la dirige Alexandre Aja, alias el tipo detrás del mayor plagio indocumentado de la historia del cine (¿se habrá dado cuenta ya Dean Koontz? Nota al pie para el que no lo sepa: Alta tensión es un plagio de una novela de Koontz llamada Intensidad. Y digo plagio porque no se menciona su verdadera autoría en ningún sitio), pero también un director de buen pulso para las historias que deben salirse de madre en algún momento del metraje, como la citada Alta tensión o Las colinas tienen ojos?
Normalmente las películas de bicho-que-se-come-humanos suelen ser tirando a malas, en gran parte porque se llenan de actores desconocidos y abofeteables. Al ver el cartel de Piranha 3D, uno podría preguntarse: ¿Qué demonios hacen aquí Elisabeth Shue, Jerry O’Conell, Ving Rhames, Christopher Lloyd y Richard Dreyfus?
Desde luego, no parece el tipo de casting que se encuentra uno en este tipo de filmes. Cuando llevas un rato viéndola te das cuenta de lo que pasa: Están todos ahí metidos para pasárselo bien y descojonarse un rato.
La peli es entretenida. No un poquito, sino un mucho. Está bastante mejor de lo que uno puede esperarse de una cosa así. Sobre todo porque va al grano desde el principio y no se anda con chiquitas. Ambientada en una Springbreak, la carnaza la pone una multitud de adolescentes y adolescentas (que triplican en número a los hombres) ebrios de alcohol y desfase, cuerpos musculados, bikinis pequeños e inexistentes, tetas de todas formas y tamaños…
No sólo de carne vive el hombre, así que cuando las pirañas hacen aparición, que como digo, es realmente pronto, la sangre corre como si la regalaran dos por uno en el carrefour. Uno podría mancharse de sangre viendo esta película. La verdadera orgía de muerte sucede cuando las pirañas alcanzan el lugar donde se concentra la fiesta, y con ella, los cuerpos.
Por el medio tenemos la trama de Elisabeth Shue, ejerciendo de motor de la historia, como la sheriff del pueblo donde ocurre toda la acción, una trama que sirve para moverte por diversas localizaciones y darle un poco de empaque a la historia, y así permitir que los actores tengan ocasión de decir sus grandes frases sacadas del bolsillo pero que explican absolutamente todo, tipo «estas pirañas tienen 200 millones de años y han sobrevivido en un lago subterraneo todo este tiempo peleándose entre sí para sobrevivir. Tienen cicatrices en sus escamas«. Toma ya, y se queda tan ancho. Pero claro, te lo dice un desconocido y te entra la risa. Aquí te lo está diciendo el mismísimo Doc Brown, y si este hombre fue capaz de inventar un DeLorean que viajaba en el tiempo y me dice que las pirañas se peleaban entre sí, yo me lo creo.
También tenemos la trama de Jerry O’Connell haciendo de desfasado productor de porno (maravilloso en el papel. La secuencia de su «pene» es probablemente lo mejor de la película) que tiene a su cuidado a Kelly Brook (sí, sale en la película, amantes de esta mujer de generosa, gracias a la genética y también a la ciencia, anatomía) y a una rubia igual de redondeada. Básicamente esta trama consiste en mostrarnos carnaza (el baile bajo el agua las dos completamente en pelotas creo que es la secuencia más deliciosamente delirante que he visto en muuuuucho tiempo. En 3D tiene que ser bastante… interesante) y en meter en problemas al hijo de la sheriff.
Por ahí también sale Eli Roth haciendo de otro tipo desfasado y con una muerte brutal. De las que le gustan a él, vamos. Lo de Richard Dreyfuss no llega a cameo. Aparece antes de los créditos en una secuencia absurda, no dice una palabra, y muere de forma atroz, pero consigue que su nombre aparezca como guest star. Desde luego, es toda una declaración de intenciones que en la primera secuencia de la película se coman vivo al tipo que cazó al primer Tiburón.
Una película para ver con un cubo de palomitas y, si se puede, entre amigos. Porque te vas a reír, sí, pero es que encima cuando acaba (y encima pasa en un suspiro) te das cuenta de que te ha entretenido y todo.
Mención aparte para los efectos especiales, chusqueros como hace tiempo que no veía efectos especiales chusqueros. No la he visto en 3D así que no sé si impresiona, pero desde luego, en 2D los efectos cantaban por bulerías. Lo mejor de todo es que… no importa una mierda porque lo único que quieres es que las pirañas sigan comiéndose gente.