En FantasyMundo han reseñado hatsa la fecha todos mis libros (y creo que también todas las antologías en las que he participado). La verdad es que he salido bien parado de todas las reseñas, y este es un nuevo ejemplo. No existen los monstruos, al reseñador de FantasyMundo, le ha parecido irregular pero en conjunto le ha parecido una buena novela. Os dejo con su texto (ojo, en mi opinión contiene algunas pistas un poco spoiler, así que leed bajo vuestra propia discrección):
“No existen los monstruos» es una novela enmarcada en la Segunda Guerra Mundial, en la Checoslovaquia subyugada por los nazis y en la que se entremezcla thriller, terror y alguna cosita más, a través de dos tramas totalmente distintas que siguen caminos paralelos pero que llegados a un punto, llegarán a tocarse. No me extenderé sobre su sinopsis, ya que ya os la presentamos debida y ampliamente –incluyendo algún secreto de la misma–en la entrevista que realizamos a su autor el pasado mes de noviembre y a la que podéis acceder pinchando aquí.
Hablo del valor de los hombres que luchan contando tan solo con sus creencias y sus compañeros. Hablo del miedo que le tenemos a aquello que no controlamos, del amor… y de la existencia, o no, de los monstruos.
Asi que comencemos con los hechos consumados. El primero es que pese a que el titulo del libro esgrime que NO, da la casualidad que sí. Existen los monstruos, vaya que sí, y de carne y hueso. Ejemplos hay tantos como pepinillos en vinagre. No hay más que elegir una edad, una siglo, un año, un acontecimiento histórico y un par de indiviudos (o individuas). Víctor ha elegido edad: la contemporánea, un siglo: el XX, un año: 1941 (y el mes de Diciembre, aunque EL acontecimiento ocurrió realmente en mayo del 42), un acontecimiento histórico: la Checoslovaquia ocupada, y un par de -despreciables- personajes: por un lado Reinhard Heydrich, «el verdugo de Hitler», ideólogo de la Solución Final. Un maldito bastardo (ríete tú de los de Quentin Tarantino), fiel marido y mejor padre. Según Joseph Goebbels (otro maldito bastardo) el “más radical y exitoso perseguidor de todos los enemigos del Reich”. Por el otro, un asesino en serie que tiene a la ciudad de Praga atrancando puertas y ventanas y no sólo para esconderse de los nazis. Un asesino que –en principio– es de carne hueso, camina erguido, y destripa y descuartiza con un elemento cortante de precisión quirúrgica, ¿o quizás es una brillante garra eso que reluce a la luz de la luna mientras se forma un charco de sangre? tal y como aseguran algunos otros.
Como Checoslovaquia es muy grande (una superficie de casi 80.000 km2 y algo más de 10,5 millones de habitantes), Blázquez centra la acción de la novela en Praga, ciudad bella como pocas, tristemente afectada, en un mismo siglo (el XX), por dos guerras mundiales y vícitima de las iras de al menos tres auténticos carniceros: el citado Heydrich, -“tan temido era, que él mismo consideraba imposible que alguien se atreviera a atentar contra su persona”- Karl Frank y Kurt Daluege, responsables estos dos últimos, de perpetrar la matanza y destrucción, hasta los cimientos, de los pueblos checos de Lídice y Ležáky como represalia por la «Operación Antropoide«. Creedme si os digo que esta lección de historia está relacionada directamente con la novela.
¿Qué que es la «Operación Antropoide»? Pues deja que Víctor Blázquez te lo narre –¡ojo!, a su manera– en una de las dos tramas de «No existen los monstruos«: Un septeto de partisanos entrenados por la inteligencia británica descienden en paracaídas sobre Praga en una fría noche de invierno del 41. Su objetivo es perpetrar el atentado a uno de los más poderosos y temidos jerarcas nazis: el Teniente General Reinhard Heydrich, Jefe de la Gestapo, Director de la Oficina Central de Seguridad del Reich y máximo mandatario del Protectorado de Bohemia y Moravia. «En Praga hay dos personas que representan el exterminio. El líder sudeto-alemán, Karl Frank, y el recién llegado Heydrich. Es necesario que uno de ellos pague por ello» esta es la orden que, realmente, el Jefe del Servicio de Inteligencia checoslovaco dio a Jozef Gabcík uno de los líderes partisanos (en la novela, Josef Gabcik). A bordo del avión Halifax que vuela con nocturnidad y por debajo del umbral de los radares, viaja un octavo pasajero, y por suerte para los nazis, no es el tierno Alien, sino un misterioso americano llamado Sean Cassidy (¿homenaje al famoso ladrón de bancos y trenes Butch Cassidy?) ajeno a la misión partisana pero con un objetivo muy claro en la ciudad y que por supuesto no desvelaré. Quién es, que hace allí, que le motiva… son todo incógnitas, salvo su oficio: es un cazador y en Praga tiene trabajo. Sean Cassidy es el leitmotiv de la segunda línea argumental de esta novela, la parte más… línea Stoker.
“El primer capítulo es esencial. Si a los lectores no les gusta, no leerán el resto del libro”, y esto es algo que el autor ha explotado en cada una de sus novelas, las cuales siempre comienzan de forma frenética, adrenalítica, toda una declaración de intenciones de que en ellas no habrá tiempo para un picnic. Este primer capítulo que vamos a encontrarnos ya nos mete el miedo en el cuerpo, al caminar de la mano de Lenka por un sombrío y vacío parque. “El capitulo dos es muy importante. Debe ser incisivo, contundente, un derechazo en la mandíbula de los lectores”, y es por ello que Víctor opta por la escena del inicio de la misión en plenas líneas enemigas. Hasta aquí todo perfecto, todo muy… Víctor Blázquez. Ya en la entrevista le cogimos ganas al libro y una vez pasados estos dos primeros actos las ganas se acrecentan aún más, lamentablemente esta percepción se va diluyendo poco a poco con el devenir de las páginas, salvo en la parte final, por algunos motivos que intentaré aclarar.
Al Cesar lo que es del Cesar, y a Blázquez lo que es de Blázquez: es su novela más ambiciosa, adulta y compleja hasta ahora y lo que ha intentando no es nada fácil y eso es muy meritorio, pero mi opinión es que no ha terminado de funcionarle. Se ha servido de dos líneas argumentales que por si solas ya son lo suficientemente interesantes y desarrollables en novelas independientes, y las ha fusionado en una sola con descompensado acierto. Las dos tramas, aunque comienzan teniendo un peso específico y repartido cada una, poco a poco una se diluye, se ve engullida por la otra, dejando a la “merendada” como una simple anécdota. Algo así como intentar fusionar en una sola película de 120 minutos las tramas de, por ejemplo, “Zodiac” (de David Fincher) y “Valkiria” (de Bryan Singer), y esto no sería posible sin que una perdiera la mayor parte de su peso específico.
Y es que creo que al libro le faltan páginas, se queda corto para poder desarrollar completamente ambos episodios y que brillen con luz propia. Posteriormente en los créditos el autor comenta que se dejó llevar por la segunda línea argumental y me parece perfecto. Este libro pertenece a la colección Stoker, no al Canal Historia, pero es que sobre la novela flota como un halo de “precipitación”. Todo lo que ocurre, ocurre demasiado deprisa, Víctor confiesa que es la novela que más tiempo ha fermentado en su cabeza y que le apasionaba sobremanera, y quizás esas ganas de dejar salir todas las ideas largo tiempo aprisionadas, ha roto la válvula de escape, saliendo todas disparadas.
Por ejemplo, pese a que el autor ha recortado deliberadamente el tiempo de duración de la «Operación Antropoide» (se desarrolló históricamente durante 6 meses) a un solo mes, de alguna manera esto tiene que quedar reflejado en la novela, sin embargo la sensación que tienes -que yo he tenido- es que desde que los partisanos se lanzan en paracaídas hasta la culminación del atentado, pasan dos o tres días. Apenas se desarrollan los personajes de esta primera trama –no he empatizado con ninguno y no he terminado de saber que quería transmitir con ellos el autor– y eso que algunos son realmente importantes; y a otros simplemente se les nombra: Silver A y Silver B son entes totalmente testimoniales. La excepción es Rela Fafkova, mujer ardiente, salvaje y brava que de alguna manera une las dos tramas y que me ha hechizado, encandilado, de principio a fin. También estoy de acuerdo, y lo sabía desde un principio, que no se trata de una novela histórica al uso, pero para evitar que otros amantes, o simples conocedores, de este episodio de la Segunda Guerra Mundial no juren en arameo por “ciertas” licencias al servicio de la ficción, la coletilla “basado (o inspirado) en hechos reales” mejor destacarlo en la novela antes de comenzar, como ocurre en el cine.
La parcela de terror tampoco está exenta de “pelillos”. Por una parte Cassidy –personaje este que sí está bastante bien desarrollado en todos sus sentidos– pisa por primera vez en su vida Praga, pero leñe, se mueve por allí como si fuera autóctono del lugar, y sin apenas cruzarse con patrulla nazi alguna pese a estar sometida la ciudad al toque de queda. Al romance le sobran escenas y detalles que le hubieran venido de perlas, por ejemplo, a la figura de Heydrich personaje este que en la novela es mayoritariamente esbozado como un cabeza de familia cariñoso y ejemplar marido, lo que, para aquellos que desconozcan completamente la historia de este personaje o lo hagan muy levemente, puede llegar a crear confusión, no pareciendo el León tan fiero como lo pintan.
Me gustaría aclarar que los aspectos menos positivos no dejan de ser pequeñas gotas turbias en un mar cristalino, y que si lo destaco es porque el autor nos -me- tiene acostumbrado a un trabajo ejemplar, por ejemplo en cuanto a la construcción de los personajes, y a la transmisión de sensaciones. El resto de «No existen los monstruos«, pues muy marca de la casa: gran trabajo de documentación sobre la ciudad, el escenario, el atentado. Tensión in crescendo -pero desigual- alrededor de las dos tramas, un último tercio de novela que devoras con ahínco, un final perfecto –lo que más me ha gustado– muy acorde a los finales del autor, y una identidad del asesino totalmente inesperada. Y es que en este punto, cobra todo el sentido una de las mejores frases de la novela: “Si vamos a pensar locuras hagámoslo a lo grande”, y si lo hacemos en una novela que conjuga thriller, acción, suspense, heroísmo, amor e incluso terror, la locura quedará gigantesca ¿no?
Grge_dixit: “No existen los monstruos, príncipe”. Pero sí, sí existen, y lo hacen para que también lo hagan los hombres buenos que vayan tras ellos. Ten cuidado al bajar de la cama a oscuras, puede que el duende que habita debajo… ¡te coma los dedos!.