No me extrañan las nominaciones.
La nueva película de Danny Boyle narra las 127 horas que pasó Aron Rolston atrapado por una roca en el cañón del colorado, y la dramática decisión que le permitió salvar la vida. Un argumento a todas luces inviable para hacer una película interesante.
Pero Boyle lo consigue. Logra que 127 horas pase en un suspiro, mantiene en todo momento un ritmo frenético (lo cual, permitidme decirlo, es acojonante teniendo en cuenta que se trata de la historia de un tipo que no puede moverse de donde está) y que mezcla momentos que te hacen revolverte en el asiento, e incluso apartar la vista o apretar los dientes, con otros en los que reír o emocionarte.
Un aplauso se queda corto cuando acaba la película.
Y eso, sin llegar a hablar del papelón que se marca James Franco.
Ya sabéis que pienso de Danny Boyle que normalmente te da una buena (28 días después, Slumdog millonaire) y una patética (Sunshine, La playa), y ahora le tocaba la patética. Gracias a dios, se la ha saltado. Y a lo grande.
Gran película.
La nueva película de Danny Boyle narra las 127 horas que pasó Aron Rolston atrapado por una roca en el cañón del colorado, y la dramática decisión que le permitió salvar la vida. Un argumento a todas luces inviable para hacer una película interesante.
Pero Boyle lo consigue. Logra que 127 horas pase en un suspiro, mantiene en todo momento un ritmo frenético (lo cual, permitidme decirlo, es acojonante teniendo en cuenta que se trata de la historia de un tipo que no puede moverse de donde está) y que mezcla momentos que te hacen revolverte en el asiento, e incluso apartar la vista o apretar los dientes, con otros en los que reír o emocionarte.
Un aplauso se queda corto cuando acaba la película.
Y eso, sin llegar a hablar del papelón que se marca James Franco.
Ya sabéis que pienso de Danny Boyle que normalmente te da una buena (28 días después, Slumdog millonaire) y una patética (Sunshine, La playa), y ahora le tocaba la patética. Gracias a dios, se la ha saltado. Y a lo grande.
Gran película.