Impresiones de la Feria del Libro

Como sabéis, estuve firmando en la feria el sábado 2 de junio y el jueves 7. Desde siempre, escribir ha sido una de mis mayores pasiones, y desde siempre, cada año paseaba por la Feria del Libro y me preguntaba cómo sería verla desde dentro de una caseta. Bueno, pues este año lo he vivido por duplicado.
Más allá de que la presencia de público haya sido bastante inferior a otros años y a la existencia de una crisis como la que vivimos (ambas cosas se notan en cuanto a las ventas), la verdad es que la experiencia ha sido sublime. Ha sido un verdadero placer firmaros a todos los que os pasasteis por allí, charlar con todos vosotros y recibir vuestro calor y simpatía. Ha sido más que agradable conoceros, me he llevado un buen sabor de boca impresionante. Además, he podido conocer a compañeros de la profesión con los que he quedado encantado: para empezar con Arlette Geneve, compañera de firmas el sábado (mira que los géneros de nuestros libros no pueden ser más distintos, pero lo bien que nos lo pasamos ofreciéndole a todo el que quería escuchar el libro del otro y conversando toda la tarde), y para seguir, el jueves, a Irene Comendador y Karol Scandiu.
Pero es que no sólo eso. Me he ido de la Feria no sólo con el regalo de la experiencia sino con dos regalos físicos: La antología de relatos de ESMATER (Asociación de Escritores de Terror de Madrid, a la cual pertenezco pero no participé en dicha antología), gracias Irene y Karol por el regalo y por firmarla, como después estuve también con Juan Antonio Román aproveché para que él también me la firmara; y por otro lado con el cuarto disco de Mitsuruggy, «Sólo Dios puede juzgarme», que se acercó para que le firmara la novela y me regaló su disco (y obviamente, ya que estábamos, le pedí que me lo dedicara). El disco está de puta madre, por cierto.
Para el rescate, la maravillosa anécdota de esa mujer que observó mi libro de cabo a rabo, se giró hacia la novela de Arlette y le dijo a su compañera: «Mira, una novela de verdad».
Lo dicho, ha sido un verdadero placer teneros por allí, conoceros, hablar con vosotros y disfrutar de esas dos tardes. Gracias a todos.

Libros leídos 2011 (9): Antirresurrección

Libros Leídos en 2011:

1) El Talismán, de Stephen King y Peter Straub
2) Oscura, de Guillermo del Toro y Chuck Hogan
3) Muy pronto seré invencible, de Austin Grossman
4) Cuernos, de Joe Hill
5) El pasaje, de Justin Cronin
6) La búsqueda del grial 1: El castillo de las sombras, de J.H. Brennan
7) Apocalipsis Z 3: La ira de los justos, de Manel Loureiro
8) Nivel 26, de Anthony E. Zuiker y Duane Swierczynski.
9) Antirresurrección, de Juan Ramón Biedma

En apenas cinco días me he ventilado la novela de Juan Ramón Biedma que me compré en la Feria del libro de Madrid (acordaos, que os lo conté) y que el propio Biedma me firmó con un «Para Víctor con un abrazo necrófago, vayan mis zombis por delante».
Biedma es un escritor que me gusta desde que me leyera, hace ya años, El manuscrito de Dios. De pulso firme y narrativa algo más densa de lo que estoy habituado a leer, Biedma domina el arte del misterio y el suspense.
Al principio me costó un poco. Ya lo digo, Biedma suele ser un poco más denso en su forma de escribir respecto a lo que suelo leer, y el comienzo de este «Antirresurrección» es ligeramente inconexo, presentando cuatro o cinco situaciones distintas sin aparente unión entre ellos, lo cual, probablemente, desestabilice a cualquiera.
Pero apenas son unas páginas, el puro principio, y después, Biedma coge ritmo y empieza a acelerar, y de repente, estás sumergido en una Sevilla que sobrevive a duras penas, acuartelada y amurallada, bajo el yugo militar y rodeada de zombies. Y entonces, ya no importa que las tres o cuatro situaciones expuestas no tengan aparente conexión, porque a fin de cuentas sabes que ya la tendrán más adelante, y estás tan enganchado que no piensas detenerte.
Biedma domina el thriller de misterio, y aunque el contexto sea el de una ciudad rodeada de zombis, la novela comienza con un asesinato, el de un niño, y una investigación policial para descubrir quién está detrás del crimen… que evidentemente, sólo es el primero de varios. Y mientras tanto, Biedma te sumerge en una ciudad donde la muerte está tan presente que todos han dejado de temerla, donde los zombis no sólo están fuera, sino que pueden estar dentro en cualquier momento, pues cualquier persona que muere se convierte en uno de ellos y puede convertir el interior de la ciudad en un infierno en cuestión de minutos.
Y nos presenta a varios personajes, que son tan antihéroes que casi asusta. Es imposible que ninguno de los personajes de Antirresurrección te caiga bien, pero acabas uniéndote a ellos en sus cruzadas personales, al detective de vuelta de todo y capaz de sacrificar a cualquiera por sobrevivir (y cuando digo a cualquiera, flipas con las cosas que llega a hacer el muy hijoputa), a la detective yonki, al amortajador que roba y extorsiona a la primera de cambio. No hay lugar para el bien en la Sevilla post-apocalipsis. Las formas, las personas, los lugares que dibuja Biedma con precisión son tan desagradables como sórdidos, un perfecto reflejo de la decadencia de una sociedad acostumbrada a la muerte y la desgracia.
Y mientras tanto, con el acelerador pisado hasta el fondo, la investigación va avanzando.
He disfrutado mucho de esta lectura, sí, pero también es cierto que algunas cosas no me han gustado. Creo que no cierra determinadas lineas. Y no quiero decir nada porque no me gusta hacer spoilers de las novelas que me leo, pero las cosas quedan demasiado abiertas, sin ser una puerta a una secuela. Resuelve el misterio principal, sí, y eso es satisfactorio y está bien, pero me he quedado con la impresión de que había otras cosas, tampoco muchas pero otras que durante las casi trescientas páginas me han tenido igualmente enganchado, que se quedan en el aire. Y el final, tan abrupto y repentino, no me ha acabado de convencer. Pero ahí sí, no es por otra cosa que por gusto personal.
Ah, y que me aspen, pero no entiendo el título. O me he saltado la parte en la que hablaban de eso o no viene a cuento para nada pero quedaba molón.
En general, buena lectura. Biedma sigue estando en la ola para mi.

La Feria del libro

Soy un adicto, lo reconozco.

Compro libros y los devoro. Evito ir a menudo a tiendas como La casa del libro, la Fnac o incluso el segmento cultural (cada vez menor, por cierto) del Carrefour. Porque sé que me cuesta parar. Que cojo uno, y luego la portada de otro me llama, con su embrujo de sirena, y me arrastra hacia las profundidades del consumismo más absoluto.
Feria del libro 2011, Madrid, Parque del Retiro… no hubiera ido, pero he pasado por delante y me he tenido que parar. No tenía ningún libro en mente, porque los últimos que he querido comprarme y sabía de su existencia ya los tengo… y aún así…
Pasillo oculto, de Arno Strobel, ha sido el primero. Por su temática me ha recordado a la película Unknown, la cual reseñé hace poco… Y oye, el dueño de la caseta ha sabido vendérmelo.
Después, de tropezado con una caseta en la que estaban firmando Alberto López Aroca y Juan Ramón Biedma. Coño, ambos estaban presentando libros de temática zombie… y si los libros per se me atraen, si encima tienen zombies en su interior son como un banco de sangre para un vampiro. Además, de Biedma ya me he leído dos novelas. La primera, El manuscrito de Dios, me encantó. La segunda, El espejo del monstruo, me dejó bastante frío. Sólo le comenté lo de la primera, claro. He acabado comprándome dos de sus libros, uno de ellos el de zombies. Y al final, lo tenía tan a tiro, que acabé cogiendo también el de Aroca. Me firmaron los tres libros, y debo decir que ambos fueron muy amables, simpáticos y agradables.
Así, sin haberlo pensado tan siquiera, en apenas quince minutos de paseo, y apenas doce casetas vistas, ya tenía cuatro libros en mi poder.
Ese es mi peligro.
Por suerte, empezó a llover. Y después de un rato refugiado bajo la caseta, charlando con Biedma y Aroca, me fui, protegiendo mis nuevas adquisiciones de la lluvia. Cuatro libros más a mi lista de futuras lecturas. Ya se me hace la boca agua. Porque tienen buena pinta.
Muy buena pinta.