Vanishing on 7th Street

Amo la ficción. Cualquiera que me conozca sabe eso. No me gustan las películas sociales, tipo Los lunes al sol. Ya veo mucho de eso con sólo salir a la calle o poner las noticias, así que cuando busco entretenerme, quiero que me hagan vibrar, que me hagan imaginarme nuevos mundos o situaciones fuera de lo cotidiano. La ciencia ficción, el terror, la acción… siempre han sido géneros que me atraen y me gustan.
Y oye, además creo que me adapto bastante bien a los diferentes tipos de villanos, ya sean zombies, alienígenas, terroristas musulmanes, nazis que buscan el arca perdida, monstruos inclasificados, fantasmas, vampiros, e incluso rusos… si van a por Indy, aceptamos incluso rusos.
¿Pero sombras? ¿Sombras?
Es más, creo que soy una persona a la que las respuestas sin resolver tampoco le desagradan si van precedidas de una gran historia. Incluso llega a gustarme que los mcguffin lo sean para siempre y queden sin resolver, es parte de la magia. No me importa que la puta peonza no deje de girar (o sí) en el último plano de Origen. No me importa que nunca sepamos quién o por qué ataca la maldita comisaría del distrito trece (versión antigua, Of Course). Y de hecho, no me importa que no me digan que había en la dichosa maleta de Ronin, aunque todo mi cuerpo gritara suplicando un plano de su interior.
¿Pero sombras? ¿En serio?
El mito de Croatoan, y la isla donde desaparecieron más de cien personas sin dejar rastro siempre ha despertado mi imaginación. Al igual que el Triángulo de las Bermudas y esos barcos sin tripulación o esos vuelos desvanecidos. Me carcome por dentro pensar en esas cosas y tratar de saber qué hay detrás de esos fenómenos. Y puedo aceptar muchas cosas, desde alienígenas hasta centros de gravedad extraños en el fondo del mar. Todo en pro de una buena historia completamente ficticia.
¿Pero sombras?
Maldita sea, tenían una gran idea, un buen punto de partida, al menos, y por el camino dejan caer algunas perlas que permiten soñar con una fantástica resolución (al menos a mí, la idea del «reinicio» me encantó) y lo aderezan con la leyenda del croatoan… pero ni el guionista ni el director supieron que hacer con todo ello, y al final, la película se queda en «señores que no pueden salir de la luz porque unas manos de sombras les hacen desvanecerse en el aire». Y además, sin ninguna lógica, explicación, y solo cuando a los artifices de esta patraña les interesa. Porque anda que no hay veces en que los protagonistas podrían haber sido abducidos por las sombras, pero sólo lo hacen cuando al señor director le conviene.
Siento que me han tomado el pelo. Me esperaba algo más de Mr. Anderson, la verdad. Máxime teniendo como protagonista a Anakin Skywalker. Pero nada, no hay por donde cogerla. Es una pena.