Divagando

Acabo de ver el capítulo sexto de Jericho, la serie que ya he comentado en alguna ocasión, y sigo con esa contradicción respecto a ella. Vamos a ver, la serie parte de una premisa acojonantemente buena:
«Jericho es un pequeño pueblo de EEUU, y sus habitantes observan como a lo lejos, en Denver, estalla una bomba nuclear. A partir de ese momento, se pierden todas comunicaciones y empieza el terror de no saber qué ocurre»
Los inicios y finales de cada capítulo suelen ser acojonantes, debido en parte a esa premisa inicial de la serie:
Después de las bombas nucleares viene la lluvia radiactiva, con todo lo que eso conlleva; Hay rumores sobre movimientos de tanques; Desde Jericho parten voluntarios en todas direcciones para encontrar supervivientes u otros pueblos donde quede gente que pueda saber lo que ocurre; Varios días después de las bombas y después de captar tan sólo estática en las televisiones se inicia la «respuesta federal», que para aquellos que no conocen el funcionamiento del gobierno de USA, significa que tras una gran catástrofe de esa magnitud, el Gobierno se haría cargo e intentaría restablecer las comunicaciones, el transporte, etc, y lo primero que aparece es un mensaje en las televisiones donde pone «permanezca atento, pronto les diremos como actuar» o algo así.
Y mi preferido: Cuando aún se está viviendo en medio del pánico de no saber lo que está ocurriendo en el país, desde Jericho observan como, desde una base cercana, son lanzados varios misiles. O sea, esta serie podría ser la polla si se dedicara a contar eso, el cómo se podría vivir desde el punto de vista del ciudadano una situación de ese calibre. Nadie sabe si están en guerra, a dónde van esos misiles, si están siendo atacados o qué ocurre.
A mi me parece una gran premisa.
El problema es que eso nos lo cuentan en los primeros cuatro minutos y al final de cada capítulo, para mantener el enganche, pero el resto de la serie divaga por tonterías. Que si este quiere a esta y le pone los cuernos a aquella, que si hay un incendio y vamos todos a apagarlo, o, lo del capítulo de hoy, que me ha parecido insultante…
Voy a ello: Vamos a ver, empieza el capítulo dejándote con la boca abierta, con todos los habitantes de Jericho mirando al cielo porque EEUU está lanzando misiles pero no sabemos ni a quién ni por qué. No sabemos si están en guerra, no sabemos nada. Lo siguiente es el lanzamiento de un EMP (una bomba de pulso electromagnético, que lo que hace es quemar cualquier cosa electrónica), o sea que Jericho, y todo lo demás, se queda sin luz, sin neveras, sin relojes, sin ordenadores, etc. Buen inicio de capítulo. Y de ahí pasamos a contar los problemas de la cosecha de uno de los protagonistas, y durante el resto del capítulo ni siquiera se hace una mención a la situación. Lo peor es que acaba el capítulo con ese rollo moralizante que algunas series insisten en meter y que toca tanto los cojones, o sea, acaba con todo el pueblo yendo a echar una mano en la recolección, todos en plan «mirad que buenos somos, todos ayudamos, y yo te doy mi fertilizante y no te pido nada a cambio porque somos buenas personas».
Venga ya, vete a cagar.
En fin, que me joden esas cosas.
En otro orden de cosas, ya sabéis que me encanta fijarme en los detallitos. Me fijé como un campeón en el símbolo tipo letra «ese» que ya sale de continuo y cada vez más fácil de identificar en «Heroes» (esa sí es una buena serie), y mira que los primeros no fueron fáciles. Pero Adri es testigo de que los vi. Pero es que tengo más detalles, algunos un poco ida de coco:
– En «Heroes», Hiro Nakamura y su compañero son expulsados de un casino de Las Vegas. Si alguien se fija en el cartel del casino, podrá ver que se trata del casino de la serie «Las Vegas». Y eso que no veo esa segunda serie, pero el símbolo lo había visto en los anuncios.
– En Verónica Mars han aparecido los famosos números de Lost.
– Es curioso, pero Desmond, de Lost, uno de los personajes que más me gustan, parece haber despertado en esta tercera temporada, después del estallido electromagnético, con un poder que se parece demasiado al de Isaac Mendez, de Heroes…
– En el capítulo de Jericho en el que me he cagado un poco más arriba, uno de los personajes le dice a otro que deben mirar por cuidarse ellos solos porque después de las bombas es «Every man for himself» (cada uno por su cuenta). Me parece curioso porque ese mismo día se emitía Lost y el título del capítulo era «Every man for himself». ¿casualidad?
– Por cierto, uno de los presos que estaba en la cárcel con Sawyer llevaba un gorrito en el que podía leerse «The Hanso Foundation».
– Y para terminar, una que he leído en internet. En Prison Break hay un personaje llamado Westmoreland, al que Scotfield «acusa» de ser DB Cooper, un hombre que saltó de un avión con varios millones pegados al cuerpo, en un robo espectacular. Pues al parecer, el personaje de DB Cooper no es ficticio. En 1971 un hombre llamado DB Cooper protagonizó uno de los más famosos (en EEUU) robos sin resolver, saltando desde un avión con un millón y medio de dólares que pertenecían al Tío Sam. Nunca se le encontró, ni a él ni al dinero. Evidentemente, el resto de la historia contada sobre él en Prison Break es inventado por los guionistas. Un detalle curioso.
Y para detalle curioso, Fox ha sido demandada por plagio. Hay dos hermanos que aseguran que Prison Break se basa en sus vivencias, que hace años uno de ellos estuvo metido en la cárcel y el otro se metió para ayudarle a fugarse, y después vivieron varios años como fugitivos. Esos dos hermanos aseguran haber enviado a Fox hace años un story contando su historia para convertirla en serie. En fin…

Heroes

Si hay una serie que ahora mismo esté volviendo locos a los espectadores e internautas es «Heroes», una serie que trata sobre unas personas anónimas que van descubriendo que poseen superpoderes. Así, a simple vista, podría parecer una tontería de trama, sacada de cualquier comic de tres al cuarto, pero es que además está bien contada y bien hecha… bueno, a veces los efectos especiales cantan como la traviata, pero no importa.
Los personajes van uniéndose poco a poco, la historia está llena de giros y los finales de capítulo contienen todos un buen clifhanger. Cada semana que pasa la serie tiene mejor factura y más emoción.
Y además hay de todo, desde acción e intriga hasta humor, ésta última parte centrada sobre todo en Hiro Nakamura, uno de los mejores personajes creados últimamente. Y es que el simple hecho de que Hiro salga en pantalla ya hace que aparezca una sonrisa en nuestras caras.
El modo de contar la historia es semejante al de «Lost», pero sin flashbacks. Ahora hay rumores de que Cuatro va a comprar esta serie. Por un lado es una pena porque la media de la cadena está muy por debajo de lo que la serie se merece (el ejemplo más claro es prison break que es una serie fantástica y está relegada al uno y medio de share que es media de La sexta), pero también es una buena apuesta, porque a poca publicidad que se le haga esta serie enganchará, así de buenas a primeras, a cualquier amante de los comics y de las historias de supeheroes.
Adri y yo ya estamos enganchados. Vamos, en realidad lo estamos desde agosto cuando tuvimos ocasión de ver el preair.
Y hablando de superhéroes, el trailer de la sexta temporada de 24 está disponible en www.24trailer.com y después de verlo uno sólo puede cagarse una vez más en los chinos y desear que llegue el mes de Enero para volver a ver a Bauer en acción. Jack is back.

Tuning song

Bajo el imposible nombre de «Tuning song» se presentaron ayer dos de los cómicos más duraderos del país en la sala Galileo Galilei. Para mi era un reencuentro. Hacía más de diez años que les vi en directo en el Teatro Emperador de León. Y de aquella experiencia sólo recuerdo a la perfección que me partí de risa y el cocodrilo pornográfico. El resto está en neblina.
Lo de ayer fue de antología. El espectáculo duró una hora y cuarenta y cinco minutos, pero fueron una hora y cuarenta y cinco minutos sin dejar de reír ni un segundo. La mandíbula y la garganta se resintieron por ello y la cosa pasó de lo simpático a lo doloroso, pero ni aún así era capaz de dejar de reír.
Esto me ha añadido, por lo menos, dos años más de vida.
Estos dos tipos son auténticos, no paran de hablar y encadenan una coña con otra, sin parar. Dicen ser los únicos que lo hacen sólo por la pasta y que llevan repitiendo el mismo espectáculo desde que empezaron, y aunque la forma es la misma (ellos dos hablando sin parar, los anónimos, las películas, kirkegard, los viejos) el humor es nuevo. Eso sí, igual de sarcástico y meticón que toda la vida.
Para el recuerdo:
El ejército de 6000 urogallos diminutos, recién nacidos, deshidratados, que pueden parecer avispas pero son mitad máquina mitad tocino y están comandados por Carod Rovira;
Gonzálo Gómez Goicoechea, también llamado gogogo.
Macauly Kulkin y la única definición posible en español para él, o sea, gilipollas. Niño gilipollas. Y los ladrones, también gilipollas. Eso sí, la vieja de al lado es una hija de la gran puta.
La asociación de perros grandes donde sólo se habla de temas de perros grandes.
3 minipuntos no son lo mismo que un punto (donde vamos a parar, estos de Berkley no tienen ni puta idea)
El desconocido del aeropuerto… bueno, perdón, que puede no ser desconocido porque si viene por la espalda y no le ves puede ser tu cuñado, que sí es conocido, o puede ser un Ñu, o un kilo de macarrones al que dios ha dado vida, o una pluma que Alá le ha dado vida, o un zippo al que dios le ha dado vida cabreado porque es más que Alá. Es una posibilidad dificil, pero es.
No sé, hay más, pero uno es incapaz de acordarse de todo. Lo único que sé es que disfruté como un enano. ¿Qué somos, monos o qué?

Días grises

Llueve. Cualquiera que me conozca un poco sabrá que adoro el sol y los días de cielo azul, que me gusta el verano y su calor, las fechas en que uno puede ir por la vida en camiseta de manga corta. Y es que cuando llueve me pasa un poco como a Calvin (el maravilloso, aunque no lo quisiera para mi, crío de Calvin y Hobbes). Primero toda las capas de ropa, que uno ya no sabe si es una cebolla o un extaño mutante. Para seguir, lo gris que se vuelven los días, las averías de metro, los atascos interminables, los charcos, llegar a casa con el bajo de los pantalones empapados, la desgana para salir a la calle…
Ayer vimos Crank, Adri y yo. La peli va sobre un tío que debe mantener siempre la adrenalina a tope para sobrevivir a un veneno que le han inoculado, y por ello empieza la película corriendo y acelerando el coche. Como es lógico, para conseguir que el espectador se identifique con el personaje, el ritmo de la película es brutal. Casi no da tiempo a respirar y ya han cambiado de plano varias veces.
Personalmente, el efecto de cortinilla y pantalla partida en las conversaciones telefónicas me pareció bastante cutre. La peli empieza bien, pero como es lógico, intentar mantener al espectador en un estado de permanente atención intensa es complicado, y la película flojea con la llegada del personaje femenino interpretado por Amy Smart.
Uno no debe buscarle más vueltas al guión. Es lo que es y no engaña. Crank es una película para ver y entretenerse, pasar el rato más o menos divertido, y al salir de la calle olvidarla por completo. Jason statham sigue siendo un fiera y es lo mejor de esta peli.
Si bien la segunda mitad de la película es cada vez más ida de olla, el filme tiene escenas muy buenas, como son el momento en que Statham acusa a un taxista arabe de ser de Al Quaeda para poder robarle el taxi mientras los ciudadanos de a pie reducen al supuesto terrorista, o esa otra escena en que Statham, pistola en mano, intenta robarle la epinefrina a un camillero mientras éste empuja a un paciente de urgencias a lo largo del hospital y los médicos tratan de curar al paciente. Todo esto sin detenerse ninguno de ellos.
Y el final… bueno, a mi me gustó porque me pareció simpático y la guinda final a tremenda ida de coco. A Adri no le gustó.
Mañana Faemino y Cansado. Hace más de diez años que les vi por última vez y siempre me han hecho mucha gracia. Me apetece volver a encontrarles.
Y a ver si deja de llover de una puta vez.

El efecto mariposa 2

Hace unos años entré en el cine a ver «el efecto mariposa» sin saber nada de ella. Por aquel entonces ni siquiera sabía quién diablos era Ashton Kutcher. Ni sabía de qué iba la película.
Y la disfruté. Además de parecerme que estaba muy bien hecha, la trama me resultó entretenida. Siempre me han gustado las películas de viajes en el tiempo. La que más, «Regreso al futuro». Y «El efecto mariposa», con esos constantes regresos al pasado en un intento de arreglar el futuro pero empeorándolo sin remedio hasta límites insospechados, me fascinó.
Vamos, la trama era idéntica a una peli de serie B que ya me había encantado en su momento, Retroactive, un filme de bajo presupuesto protagonizado por un histriónico James Belushi donde un asesino liquidaba a tres personas y perseguía a una joven hasta unas instalaciones del gobierno donde se llevaba a cabo un experimento que permitía volver atrás en el tiempo… 30 minutos. En aquella película la chica intentaba impedir el asesinato pero lo único que conseguía era que en lugar de tres víctimas acabaran siendo siete y el resultado cada vez más catastrófico, una y otra vez, hasta llegar al final.
Este año, supongo que directa a dvd, ha salido «El efecto mariposa 2». La vi por lo que ya he comentado, que la trama me resulta interesante aunque la haya visto una y otra vez. Y de hecho esta película podría haberse llamado de cualquier otra manera, porque de la primera parte en la que supuestamente se basa sólo conserva lo de viajar al pasado para cambiar el futuro… y casi ni eso.
Ninguno de los actores de la primera aparece en esta secuela; En la primera utilizaba los diarios para volver al pasado, en ésta lo hace mirando fotografías; En la primera la historia narraba la historia hacia delante mostrándote tiempos en blanco que luego rellenaba magistralmente al retroceder en el tiempo. En esta segunda parte no es así; Esta segunda parte adolece de un guión flojo y sin fuerza interpretado por unos actores que tampoco aportan demasiado. Únicamente hay tres viajes al pasado, y en ninguno de ellos las consecuencias son demasiado terribles, como ocurría en la primera (magistral ese momento en que Ashton Kutcher se despierta en silla de ruedas)
Así que, como era de esperar, resulta ser una película mediocre que no le llega a la suela del zapato a la primera. Podrían habérsela ahorrado.

Click

Adam Sandler es uno de esos actores a los que no soporto, de esos que todos tenemos y que se te meten entre ceja y ceja y le odias de por vida, sin ningún motivo verdaderamente real. Simplemente te caen mal y verle en pantalla te produce arcadas.
Kate Beckinsale es de esas chicas que cada vez que la ves piensas en lo hermosa que es. Como actriz algo sosilla, pero bueno.
David Haselhoff, alias Jumpinmycar, alias Mitch Buchanam, alias The Knightrider, es uno de esos actores míticos que ahora ha empezado, acertadamente, a reírse de sí mismo. Y digo acertadamente porque es lo único que le queda al pobre.
Y luego Christopher Walken, un hombre habituado a papeles estrafalrios y que borda en todos los casos. Aunque uno nunca sabe si el tipo se lo toma en serio o es así de raro siempre. Para mí, me quedo con aquel reloj que tu abuelo se metió en el culo para que los chinos no lo descubrieran. Sublime.
Y con esos ingredientes y un spot curioso y divertido y que promete originalidad, llegamos a Click. Una de esas películas para ver en tarde sábado con resaca y así no tener que pensar demasiado.
La película empieza como uno se espera, y el efecto de no tener que pensar da resultado. Las situaciones que se crean con el mando a distancia universal son lo suficientemente divertidas como para sacarte más de una sonrisa. Y entonces el guionista se fuma una buena pipa de crack y se le va a la pelota a Parla. Vale que toda la película es una ida de olla desde el primer momento en que aparece Walken, pero es que los últimos 40 minutos son una ida de olla a la máxima potencia. Hasta el punto en que uno ya no sabe si está viendo la misma película o una versión surrealista de «Regreso al futuro», llegando a haber momentos en que no sabes si estás viendo una comedia o un drama hardcore. Coño que ya me daban ganas de llorar hasta mí (esto es una exageración, aviso, es sólo para que comprendais lo descolocado que está uno ante la visión del film).
En fin, que para pasar el rato vale. No aporta nada nuevo al mundo pero hace que la tarde resacosa del sábado pase un poquito mejor. Y eso que sale Sandler….

El laberinto del fauno

Hoy, clase práctica: «Cómo demostrar que en España se sabe y se puede hacer buen cine«.
Y es que, a pesar de estar dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, El laberinto del Fauno es una película española, con actores españoles (exceptuando al hispano-francés Sergi López y al americano Doug Jones, que interpreta al Fauno) y una mayoría de equipo técnico español.
Y es que Guillermo del Toro parte de la base para hacer una buena película: tener una buena historia. En este caso, una historia llena de fantasía, de imaginación desbordante, entretenida y enmarcada en un contexto histórico de lo más interesante.
La película se sitúa en los años posteriores a la Guerra Civil, cuando el ejército fascista, ya en el poder, intentaba terminar de una vez por todas con los guerrilleros que se habían echado al monte. Sergi López interpreta a un sádico capitán fascista que en algunos momentos llega a dar auténtico miedo. Junto a él, Alex Angulo, Maribel Verdú y Ariadna Gil.
La película está llena de criaturas fantásticas, que van desde las hadas hasta el propio Fauno y un gran sapo gigante que arranca más de una sonrisa. Pero también contiene escenas verdaderamente crudas que te hacen querer apartar la vista de la pantalla, como el momento en que, con una brutalidad salvaje, Sergi López aplasta la nariz de un hombre hasta hundirla por completo utilizando la culata de su pistola… o el momento navaja y boca y lo que sucede después delante de un espejo y que no contaré para no destrozar la película al que no la haya visto.
Lo cierto es que no es una película para todos los públicos, y es posible que lo fantástico de su propueste aleje a mucha gente, pero si algo hay que reconocerle a Guillermo del Toro es que ha hecho una buena película. La fotografía es excelente (aunque las escenas con lluvia y día extrañan un poco), la ambientación y vestuario es el adecuado, los decorados y los efectos especiales no cantan lo más mínimo y son fascinantes, las interpretaciones están muy por encima de la media (sobre todo la niña y Sergi López, pero es que hasta Maribel Verdú está muy bien), y la música acompaña sin interferir demasiado. ¡Ah! Y aunque tan sólo hay dos batallas y no son demasiado largas, sí están bien rodadas. Me sé de uno que debería aprender a rodar acción.
Una película para disfrutar, bien hecha, y que sorprendentemente no ha optado siquiera a la candidatura de los Oscars. Cosa que sí hizo Alarrollo.
En fin…

Tres factores que inducen a la piratería

Y he decidido contar sólo tres de los muchos factores que inducen a la piratería musical. No son los únicos, pero desde luego son los que más me joden a mi:
– El precio de los discos. Claro, por un lado entiendo que a disco por año o ante una menor periodicidad, vender el disco a cinco euros no reporte demasiados beneficios, pero desde el punto de vista del cunsumidor, que es lo que soy en este caso, 20 euros por disco me limita a un disco mensual o menos. Evidentemente, dado el panorama, la opción en la que me encuentro es la segunda.
– La calidad. Y es que parece que hay artistas que no se dan cuenta de que su producto es la música y que no vale con hacer un single atractivo. El resto del disco también debe serlo. Es de lo más frustrante comprar un disco y encontrarse con que te gustan tres canciones y el resto no te llaman la atención.
– Que te timen. Sí, que te timen es una cosa tan puteante que induce a la piratería. Y es que uno espera que por ese precio pueda encontrar dentro del disco incluso oro. Lo cual no ocurre cuando uno escucha el último disco de Dover: Follow the city lights. Dejando a un lado que te guste la música que hacen, porque para eso hay colores, darle al play en la primera canción (que es ese excelente single que han sacado) y media hora después encontrarse con que el disco se ha acabado produce una sensación de quieromataraestoshijosdeputa. Así es, el último disco de Dover tiene 10 canciones de las cuales la más larga dura 4 minutos pero que casi todas rondan los 2 y medio. La duración exacta del disco es de 33 minutos.
A mi eso me parece una estafa. No me compraré ese disco, desde luego.

Las crónicas de Sarah Connor

Retazos de mi historia: Yo tenía seis o siete años y pasé el verano con mi primo Hugo en Benicassim. No recuerdo nada en absoluto de aquellas vacaciones, excepto una cosa. Regresando a casa, en el autobús, pusieron una película a la que no presté atención porque me interesaba más jugar con mi primo. Hasta que él se quedó dormido. Entonces me puse los cascos y miré la pantalla, para sólo ver los cinco minutos finales de aquella película cuyo nombre nunca supe hasta cinco o seis años después.
En aquellos minutos finales una mujer de pelo cardado al estilo ochentero trataba de huír a través de una prensa de un robot con forma humana pero sin piernas que la perseguía para matarla. Era una escena de gran intensidad, y finalmente la mujer consigue aplastar al ciborg cuando éste ya extiende el brazo hacia ella para estrangularla.
No olvidé por completo aquella escena, pero al no haber visto el resto de la película ni saber cuál era su título, la relegué al fondo de mi mente.
Yo tenía 10 años cuando me llevaron al cine a ver una película llamada Terminator 2. Lo recuerdo como si fuera hoy, porque ese día empecé a convertirme en quien soy ahora. Solo que en ese momento aún no lo sabía. En ese momento estaba enfadado porque prefería ver otra película, y no la segunda parte de una película que no había visto y que ni siquiera sabía de qué iba.
Supongo que para silenciar mis quejas me compraron el bol más grande de palomitas y una coca cola. Y así entré, a la tierna edad de 10 años, con mis palomitas y mi coca cola. Me senté en mi asiento, medio enfurruñado pero emocionado por el atracón de palomitas que me esperaba. Y las luces se apagaron. Y en pantalla apareció, al poco, un suelo cubierto de calaveras humanas. Y entonces un pie robótico aplastaba la que quedaba en primer plano. Di un salto en mi butaca, por el susto. Y entonces la cámara dirigida por James Cameron empezó a mostrar la guerra del futuro, la guerra entre humanos y máquinas. Y mi boca se quedó abierta, mirando aquellas imágenes tan impresionantes.
No toqué las palomitas. No lo hice porque no era capaz de separar mis ojos ni mi mente de lo que mostraba la pantalla. Aquella película era la polla. Un robot como mascota de un chico joven en cuya piel no me resultaba dificil imaginarme. La amenaza de una guerra futura contra las máquinas. Un ciborg hecho de mercurio que podía moldearse a su propio gusto y que cada vez que lo hacía mostraba unos efectos especiales espectaculares.
Recuerdo que cuando acabó la película me echaron la bronca por no haberme comido las palomitas. Me daba igual. Sólo podía pensar en el T-800. Aquel día tomé una decisión: quería ser director para, algún día, poder hacer algo así de impresionante y que dejara a la gente como aquella película me había dejado a mi.
Fue la primera vez que pensé en dirigir cine, y desde entonces es lo único que he querido ser. Evidentemente, tardé tres días en conseguir que me alquilaran la primera parte, y cual fue mi sorpresa al descubrir que Terminator 1 era aquella película que años atrás había visto terminar en un autobús y que me había llamado la atención.
Nunca me ha importado admitir que me encanta Terminator 2. A veces parece que ser estudiante de Comunicación Audiovisual en este país sólo permite que tus películas favoritas sean Ciudadano Kane, Almodóvar y el cine dogma o independiente. A mí nunca me importó decir en clase que Terminator 2 era una obra maestra, por muchas miradas que me echaran. ¿Qué quieren que les diga? Para mi Terminator 2 es muchísimo más entretenida que Kane. Para gustos colores.
Evidentemente la noticia del rodaje de Terminator 3 me puso el corazón en un puño. No estaría Edward Furlong haciendo de John Connor, pero sí estaría Schwarzenegger como el T-800. Vi la película el fin de semana del estreno, en Sevilla. Nervión Plaza, creo. Con Ali. Y la peli me encantó. No superaba a la segunda, pero sí cumplió con las expectativas que tenía en ella, y además me sorprendió el final.
Sí, me encantó. Que parece que el cine de acción no está permitido dentro de los selectos clubs de comunicadores audiovisuales. O se menciona en voz baja.
Después de eso Arnold Schwarzenegger se metió en política (no comment) y se fueron por el retrete mis esperanzas de que la saga siguiera adelante.
Hasta hoy.
David Nutter es un director televisivo. tiene sobre sus espaldas un buen montón de capítulos de series de sobra conocidas, desde Expediente X a Los Soprano, y también ha dirigido los episodios pilotos de muchas series que después se han convertido en grandes éxitos, como Millennium, Roswell, Smalville, Supernatural, Sin rastro o una de las series más esperadas de esta temporada: Traveler.
Pues bien, al parecer este señor ha anunciado que se dispone a grabar el episodio piloto de una nueva serie que llevaría por nombre «The Sarah Connor Chronicles» y que seguiría los acontecimientos ocurridos tras Terminator 2, con Sarah Connor y su hijo huyendo en dirección a México.
Mi corazón ya está nervioso.
La parte buena es que Nutter suele tener grandes ideas y las series que produce suelen tener, como poco, un agradable visionado. Además, la trama me interesa.
La parte negativa es la lógica. Mister Gobernador de California no va a salir en la serie, como tampoco lo hará Linda Hamilton. Al parecer el casting ya está en marcha y las localizaciones se están buscando en México. La otra parte negativa de esta noticia es que el canal que produciría la serie es CW, un canal cuyos niveles de audiencia no pasan de lo lamentable y cuyas nuevas series suelen tener problemas para arrancar. Smallville es una de sus series punteras y tiene una media de 4’5 millones de espectadores (lo cual en EEUU es poquísimo, teniendo en cuenta los 14 millones que tienen Lost, Héroes o 24).
En fin, ya veremos lo que pasa. Dejo el enlace donde he leído la noticia por si a alguien le interesa. Por cierto, en IMDB también está anunciada la serie, así que no se trata de un rumor sin continuidad.

Hoy, la letra J

Jericho. Ese es el título de otra serie americana de la que he visto los dos primeros capítulos. Hace tiempo que vi el piloto, porque la idea me parecía muy interesante: Los habitantes de un pequeño pueblo llamado Jericho son testigos de la formación de un hongo nuclear a lo lejos, probablemente en Denver. Al saberse bajo ataque pero sin saber con quien están en guerra, si sólo ha ocurrido en una ciudad, si ha sido terrorismo, ni tener del todo claro lo ocurrido, empieza a desatarse el pánico y pronto se dan cuenta de que, si quieren sobrevivir, van a tener que hacerlo por sí mismos.
La premisa, desde luego, llama la atención. Sin embargo, no terminó de dejarme buen sabor de boca. El episodio piloto parece hecho con un presupuesto demasiado justo, sin demasiadas ganas y sin posicionarse del todo. Uno no tiene claro si lo que va a ver es una serie sobre lo que han de hacer los lugareños para sobrevivir tras el desastre (que era lo que a mí me atraía) o un drama sobre las relaciones entre los habitantes y su vida en el pueblo usando como telón de fondo la bomba para impedir que puedan salir del pueblo (algo así como «3 moons over milford» que utiliza la excusa del meteoro que impacta contra la luna para hacerte creer que vas a ver ciencia ficción y luego resulta ser un melodrama).
Aún así, le di una oportunidad más y vi, hoy mismo, el segundo capítulo. Y uno tiene la impresión de estar viendo algo bueno con este. Se nota que la cadena aceptó la serie y le otorgaron un presupuesto, porque lo primero que destaca en este segundo capítulo es que está mejor hecho. Bastante mejor. Y parece posicionar a la serie más en el sentido que me atrae a mi que en el melodrama, aunque mantiene unos tintes en esa dirección. Sin embargo aquí la acción es más clara y el ritmo superior y uno se queda con buen gusto.
Tendré que darle una oportunidad más para decidir si vale la pena seguir con esta serie o no. Ya os contaré.
Lo otro que quería comentar también empieza por jota, pero es español en este caso. Y es La Juani, la nueva película de Bigas Lunas cuyo cartel promete cultura popular de extrarradio y bastante carne. Aunque como es de Bigas Lunas lo segundo era bastante de esperar. El caso es que mucho me temo que esta película triunfará en taquilla. Tiene a Dani del canto del loco para llamar a los jóvenes, chicas jóvenes y deseables para atraer al sector masculino, tunning, música de discoteca…
Amenaza con ser un éxito, desde luego. Quizá supere hasta al Alarrollo, que sólo lleva recaudados 14 de los 25 millones que costó (más publicidad).
Desde luego, sé que está mal juzgar una película de antemano, sin haberla visto, ni voy a criticarla, pero es que ni siquiera me planteo verla, porque Bigas Luna me aburre, Dani Martín me parece que debería dedicarse a cantar (cantando es cansino, pero es que actuando es lamentable, vease sino el doblaje que hizo para Escuela de Rock), no entiendo el tunning ni esa cultura que promueve la Juani, y no me llama ni siquiera una pizca la atención esta película.
Y para colmo, gracias a Mi exceso de ego he dado con esto: el consultorio de la Juani. ¿Qué es esto? Pues al parecer, una especie de foro donde la gente puede preguntar lo que quiera y la Juani te contesta con dicha cultura barriobajera. No tiene desperdicio y merece leer al menos un par de esas preguntas y respuestas. Atención a esa en la que un supuesto niño de 12 años dice que tiene muchas ganas de follar y pregunta qué debe hacer, si esperar a tener una novia o irse de putas. Y atención a la respuesta. O a esa otra en la que una chica que asegura ir muy caliente pregunta qué debe ponerse en su entrepierna para que el perro le de gusto.
El host de «Exceso de ego» se pregunta si está llegando el apocalipsis. Uno no puede más que preguntarse lo mismo.