Buen cine de acción / Mal cine de acción

Hoy el género escogido para el visionado fílmico fue el siempre poco respetado de la acción. Y he visto dos películas tan desiguales que asusta.
La primera de ellas fue «United 93», el film que rodó Paul Greengrass sobre el avión que cayó a tierra el 11 de Septiembre de 2001 sin alcanzar su objetivo. Una película que el director de «El mito Bourne» decidió rodar sin actores conocidos y con un estilo sobrio y limpio, cámara en mano.
Cuando uno ve United 93 no puede dejar de pensar «ya, me estás intentando contar que los americanos son super machos y se aliaron para enfrentarse contra los terroristas y así evitar que el desastre fuera aún mayor aquel fatídico día». Evidentemente, en la cinta de Greengrass no aparecen siquiera mencionadas otras hipótesis que apunten a que el avión fuera derribado por el propio gobierno de los EEUU. Y no las hay porque la cinta habla sobre el heroísmo de las personas comunes.
Y no es creíble.
No es creíble, pero la cinta está dotada de ritmo, de un muy buen ritmo cabe destacar, y filmada con inteligencia de manera que no puedas evitar estremecerte mientras los integrantes del control aereo de Nueva York pierden cada vez más los nervios y ven estrellarse al segundo avión contra las Torres Gemelas. Entre otras cosas.
Y es que «united 93» es buen cine de acción. Greengrass ya nos había demostrado sus cualidades con la película sobre Bourne (que tiene una de las mejores persecuciones que jamás he visto) y en «united 93» se dedica a mostrarnos una vez más que conoce el género. Aporta los granos justos de dramatismo y nos cuenta su guión, sobre esos héroes anónimos. Y cuando el ataque contra los terroristas empieza a ser preparado, a falta de 20 minutos para el final, la cinta se convierte en una verdadera joya. Esos 20 minutos finales valen su peso en oro. Y mientras el ataque se pone en marcha uno tiene que morderse la lengua para no empezar a gritarle a la pantalla y animar a esos hombres que se lanzan en una misión desesperada. Y conocer el inevitable final no hace sino enfatizar la intensidad de esa secuencia.
Evidentemente, Greengrass lo sabe y se aprovecha, bien, de ello.
Y después se me ocurrió ver «Domino», la cinta que Tony «el hermano peor dotado» Scott rodó sobre la modelo y luego cazarrecompensas Domino Harvey. Una mujer real cuya vida Tony Scott transforma en una película en la cual todo es ficción salpicada de datos reales aquí y allá.
Y, Tony Scott, que ha demostrado sobradamente en otras ocasiones que sabe dirigir acción, aquí debía estar borracho porque Domino es una mala película de acción.
Ya me lo había advertido Adri: «lo único bueno de esa película son los créditos». Y sí, están de puta madre, y los diez primeros minutos de película son entretenidos. El resto es basura. Y además basura mal filmada. Tony Scott se dedica a mover la cámara de un lado para otro y realiza un montaje hiperfragmentado y lleno de flashes blancos cuyo efecto entiendo que pretende ser dinamizar la acción pero que lo único que consigue es marear. No viene a cuento ese montaje y Scott no es Michael Bay, que es un tipo que sí sabe hiperfragmentar.
Keira se dedica a pasearse por la película con cara de ser muy dura. Mickey hace lo que siempre ha hecho, que es ser muy duro, y Edgar Ramírez simplemente pone musculito y cara bonita, pero muy dura. El guión es una sarta de estupideces (¿La trama central de la película es salvar a una niña enferma? ¡por dios!) y se dedica a engañar al espectador una y otra vez mostrándote escenas que minutos después te cuentan de otra forma diciéndote «esto es lo que pasó en realidad», con lo que uno se queda con cara de «¿Y para que me has contado antes que era de otra manera?». Supongo que Scott busca de esa manera que el espectador se sorprenda por los maravillosos giros de guión. Y sí, estoy siendo irónico.
Y para colmo ni siquiera tiene escenas de acción rememorables.

No es por venganza, es por castigo

No, no es que esté preparando una kale borroca contra el Santander Central Hispano, aunque se lo merezca. «No es por venganza, es por castigo» es la frase promocional que acompaña a la película que acabo de ver.
Ayer fue «El Calentito», pero hoy giré completamente la rueda del género y me decanté por un film inglés de terror de bajo presupuesto. Wilderness, de Michael J. Basset. Y después de ver esto, es obvio que tanto los americanos como los españoles (estos más aún) deben aprender de los ingleses en cuanto a cine de terror se refiere. Porque Wilderness viene a demostrar una vez más que no hace falta tener un presupuesto multimillonario ni un reparto de caras conocidas, sino más bien una buena historia – que ni siquiera tiene por qué ser novedosa – y sabiduría para filmarla como es debido.
Y si no, hay están Wilderness, Event Horizont, y las dos últimas películas de Neil Marshall: Dog Soldiers y The Descent, esta última posiblemente la mejor película de terror de los últimos años.
De hecho Wilderness comparte con las películas de Marshall a dos de sus actores en papeles breves, pero intensos y de muerte sangrienta: El siempre magnífico Sean Pertwee, que aparecía en Dog Soldiers, y la cada vez menos hermosa pero hermosa aún Alex Reid, que aparecía en The Descent y que yo descubrí hace tiempo en aquel subproducto de la Fantastic Factory que fue Arachnid.
La trama de Wilderness no puede ser más sencilla. Se inicia en un reformatorio donde dos skinheads utilizan su superioridad física – y su debilidad mental – para hacerles la vida imposible a dos compañeros de cuarto más tímidos y débiles. Atención a esos diez minutos de presentación porque quizás sean de los más aterradores de toda la película por ser los más cercanos a la realidad.
Después de que uno de los tímidos se suicide, el reformatorio envía a sus seis compañeros de cuarto a una isla desierta, dentro de un programa de reeducación. allí deberán aprender a convivir entre ellos y colaborar unos con otros. Pero, lógico, la isla no está desierta. Un ex-soldado ávido de sangre y acompañado de cinco perros aún más sanguinarios que él empezará a cazarles uno a uno.
Ya os lo dije… no hace falta ni que la historia sea novedosa.
Pero lo cierto es que la película entretiene y está muy bien narrada. Michael J. Basset mantiene en todo momento un buen pulso narrativo, ayudado por unas excelentes actuaciones. Lo cierto es que miedo da bastante poco, más bien ninguno, pero adereza los enfrentamientos con unos cuantos litros de sangre y visceras que, sin llegar a ser gore, bastan para satisfacer al espectador ansioso de hemoglobina.
Y la pelea final a cuchillo es magnífica.
¿Lo mejor? El personaje de Steven, el cabecilla nazi, un tipo cien por cien desagradable pero tan bien construido que llega a caer bien de lo mal que cae. Ya sé que parece una contradicción, pero fijaos en el T-Bag de Prison Break.
¿Lo peor? Que Alex Reid y Sean Pertwee salgan tan poco.

Calentito

Ya de por sí es raro que yo me haya puesto a ver esta película, pero así ha sido. Y aún más raro ha sido el hecho de que haya disfrutado de «El calentito» prácticamente desde el minuto uno hasta el final.
Y es que, en contra de lo que me esperaba, la película no sólo está bien hecha – lo cual ya es una sorpresa- sino que además está muy bien interpretada.
¿La historia? La de un grupo de tres chicas que quieren formar un grupo de música en febrero de 1981, lo cual sirve para poner de telón de fondo todo un suceso generacional que – gracias a dios – no me tocó vivir: La movida madrileña, la transición y el golpe de estado.
Y la película no sólo cuenta con mucho ritmo las idas y venidas de las tres chicas, el despertar sexual de una de ellas, las relaciones de las otras dos y la problemática con la que ha de lidiar la dueña/o del bar que da título a la película y que es un travesti. La película también nos muestra lo que fue aquella época, y los sentimientos encontrados de la gente que la vivió.
Y, repito, de forma sorprendente, es una película que consigue atraparte. Sobre todo gracias al ritmo, pues está muy bien contada, de forma ágil.
¿Lo mejor? El manejo de la narración, Jordi Vilches (que siempre es lo mejor de cualquier cosa en la que sale, este tío es cojonudo), El telón de fondo generacional, Las secuencias con la familia de Sara, El momento en que Jordi Vilches intenta convencer sutilmente a Sara de que participe con él y su novia en un trío, Los guiños a personajes del momento como cuando las protagonistas se cruzan con Alaska y los Pegamoides o cuando sale Almodovar y McNamara a cantar (gracias a dios que no viví aquello), y por supuesto, como bien decía Borja Perez en Quevidamastriste, Verónica Sanchez sale en tetas y follando y es sólo un minuto pero si se pone en replay… jajaja!
¿Lo peor? Pues hombre, que a mí ese tipo de música y movida como que no me mola.

The clock is ticking

Lo que debería ser el acontecimiento televisivo del día, el hecho de que hoy se estrene la tercera temporada de Lost, ha quedado empañado por una noticia aún mejor, de la que hablaré dentro de un momento.
De todos modos, para los interesados en Lost, os dejo aquí los enlaces a los últimos trailers y previews que han salido:
Y ahora vamos a lo bueno. Hoy se ha publicado la gran noticia. El día 24 de Octubre (buen número) a las 3 de la tarde (hora de New York) se publicará en la página www.24trailer.com el primer trailer de la sexta temporada de 24. De momento, en esa página uno puede ver el famoso reloj de la serie haciendo una cuenta atrás hasta ese momento.
También se ha anunciado que habrá precuela de la sexta temporada, que consistirá en un video de unos diez minutos y que estará entre los extras del DVD de la quinta temporada. En dicha precuela podremos ver a Jack intentando fugarse de la prisión china donde le están torturando.
Por último, la fecha de estreno también ha sido ultimada. Será el día 14 de Enero cuando se emitan los dos primeros capítulos de la temporada. Al día siguiente, 15 de Enero, se emitirán los dos siguientes capítulos, y después todo irá como de costumbre, capítulo a capítulo y semana a semana.
The clock is ticking, que dirían por aquellas tierras lejanas…

Santander Ladrón Hispano, Capítulo 1

Todos conocéis a la perfección mi emoción por las series, y este verano he tenido la oportunidad de protagonizar una de las más intrigantes que jamás he visto. Hay de todo: intriga, suspense, tecnología…
Os voy a hacer una descripción del capítulo primero:
La historia se inicia con una banda de hackers búlgaros, lo cual ya en sí mismo es un distanciamiento de las típicas premisas norteamericanas. Aquí los árabes, rusos y chinos no se pueden quejar porque siempre se les pinte de malos. En esta serie el enemigo es una banda de hackers búlgaros, que logra traspasar las barreras de seguridad del banco Santander Central Hispano y arrasar las cuentas de varios de los clientes de ese banco.
Pero los bancos todos sabemos que son muy listos, por lo que se dan cuenta al instante de que hay un robo en curso, así que se ponen en contacto con la policía. Aquí entra en funcionamiento el Jack Bauer de la serie, que es el agente encargado del caso y el que llevará el peso de la acción en esta magnífica serie. El equipo a su cargo, el grupo de investigación, hace las veces de la CTU (La UAT en su versión española).
Jack Bauer comanda la incursión para detener al búlgaro en cuestión. No hay ningún tiroteo, que en este país no hay presupuesto para pirotecnia, pero la detención se lleva a cabo con una buena dosis de emoción para el espectador.
El siguiente paso de Jack Bauer es ponerse en contacto con los afectados, porque ya se sabe que esas cosas tiene que hacerlas la policía, que para qué va el banco a avisar a sus clientes de que les han desvalijado.
Aquí entra en acción el mismísimo Hopewell, que en ese momento está paseando por la calle con su chica (esta relación es la que propiciará las tramas secundarias de amor). Jack Bauer informa a Hopewell de lo ocurrido y a Hopewell se le queda una cara de gilipollas que inmediatamente captará los corazones del público.
De repente, Hopewell se ve sin un puto duro (lo que propicia una serie de problemas económicos y vitales que son buenas tramas secundarias y que pueden conseguir que el espectador se sienta identificado) y debe ir a comisaría a poner una denuncia. Después, con todos los papeles en cuestión, se presenta en el banco y solicita el regreso de su dinero a la cuenta.
Días más tarde, Hopewell recibe una carta en la que el banco, cual Poncio Pilatos, se lava las manos y asegura que no van a devolver ese dinero a la cuenta de su cliente porque el robo ha sido responsabilidad del propio Hopewell.
«Pero si yo soy el cleinte» se dice Hopewell, «pero si fueron ellos los primeros en darse cuenta de que había un robo en curso, si en realidad les han robado a ellos, solo que casualmente ha sido mi dinero en concreto, pero esto es un poco como si Dillinger entra en una sucursal y la saquea, pues la responsabilidad es del banco, no del cliente. ¿Acaso no tengo yo el dinero en el banco para que me lo cuiden y justo eso es lo que no han hecho?»
Al día siguiente, dispuesto a poner una reclamación en toda regla, Hopewell intenta sacar su paga del mes que ya le ha sido metida en el banco. Seiscientos y pico euros. Y un empleado del banco en cuestión, recordemos, Santander Central Hispano, le dice que para cantidades mayores de 300 euros hay que pedir una autorización.
Y es entonces cuando Hopewell cae en la cuenta de lo que ha pasado, momento culminante del capítulo y trama central de la serie. En realidad él no es más que un cabeza de turco de un complot mucho mayor organizado por el Banco Santander Central Hispano (porque lo de que las multinacionales sean las malas da mucho juego en pantalla aunque todo el mundo sabe que eso nunca es verdad) cuyo objetivo en realidad es que toda la gente empiece a operar por internet y organizar un gran robo a todo el mundo, porque de esa manera podrán quedarse con el dinero y decir que la responsabilidad es de los clientes. Un gran complot para estafar a sus clientes. El verdadero Bauer se ha enfrentado incluso al presidente de EEUU, pero ahora Hopewell se da cuenta de que en realidad es el señor Botín su enemigo. El caso se presenta difícil. Máxime teniendo en cuenta la trama secundaria de las vicisitudes que tendrá que superar ahora nuestro protagonista para vivir sin un puto duro, que es la parte donde la serie hará inciso en el realismo social que tan bien se nos da en España.
To be continued…
¿Irreal? Puede ser, pero ya sabemos todos que a veces la realidad supera a la ficción.

Monster house

El otro día me lancé al cine con Adri y Estefanía. Fuimos a ver «Monster House», una de animación. Y cuando salí del cine me di cuenta que me lo había pasado en grande. La peli es entretenida y divertida. Ok, no al nivel del buen Pixar de Monstruos, Nemo y Toy Story, pero Monster House tiene algunos momentos verdaderamente brillantes y una animación bastante lograda.
¿Lo mejor? La cámara. En el minuto tres ya te has olvidado que se trata de una película de animación. Es in´creíble lo muchísimo que se mueve la cámara y los ángulos que plantea.
Otro punto a favor: el que al principio parece que va a ser el típico secundario cómico tocapelotas, el gordito Croqueta, resulta ser uno de los personajes más divertidos de la historia (ay que fuerte, que fuerteeeee).
¿Cosas a destacar? Por supuesto, Croqueta y la cámara. Y después, al policía negro, el momento en que los niños intentan engañar a la casa con un muñeco hecho con un aspirador (simplemente brillante), el desenlace… y un par de escenas hilarantes que no quiero destripar.
También me gustó comprobar que, aunque utiliza un tono oscuro propio del cine de terror, en ningún momento los niños que abarrotaban la sala se echaron a llorar (aunque estoy seguro que se cagaron en un par de momentos).
En definitiva, me parece una película entretenida y bien hecha. Me quedó la espina de verla en inglés por oír al siempre maravilloso Steve Buscemi poniéndole la voz a Nebercracker. Pero bueno, la verdad es que estaba bien doblada, con ausencia de famosetes de esos que van para cobrar y hacer publicidad pero no tienen ni pajolera de hablar. Como odio cuando una película la destroza Dani cantodelloco o cualquiera de esos.
Monster house deja un buen sabor de boca, os lo aseguro.