Scream 4

Lo que siempre me ha gustado de la saga Scream es la forma en que utiliza el lenguaje cinematográfico no sólo para burlarse de los tópicos de las películas de terror, sino para trascenderlos y buscar la sorpresa. Scream es, sin duda alguna, la saga metalingüística por excelencia.
En esta cuarta parte, una década y pico después, se habla sobre las continuaciones excesivas (con burla patente a Saw), de cómo esas continuaciones se van volviendo más bizarras, y de la nueva moda en Hollywood por hacer reboots de sus grandes sagas. Y como todo buen reboot, plantan las bases, regresan al estilo original, y lo trastocan.
La verdad es que me ha gustado mucho más de lo que me esperaba. No porque de miedo, porque no da ninguno, pero la historia, las referencias cinematográficas y autoparódicas, y el devenir de la saga me han entretenido lo suficiente como para terminar la película con buen sabor de boca y la pregunta en la mente: ¿Habrá quinta parte?
Por cierto, a mi modo de ver, Neve Campbell no está envejeciendo bien, Courtney Cox está mucho más guapa que hace diez años, David Arquette sigue teniendo la misma cara de tonto, y me ha fascinado ver tanto reparto televisivo apareciendo en la película. Desde Hayden Panettiere, con burla a su personaje en Héroes cuando le dice al friki lo de «tengo poderes», pasando por Mary McDowell (a la que no soy capaz de ver fuera de su presidencial papel en la flota Battlestar Galactica), y por unos cameos cortos pero intensos de Anna Paquin y Verónica Mars… digo, Kristen Bell.

My Soul To Take

Voy a hacer una crítica rápida porque no creo que esto se merezca algo más elaborado. Wes Craven está trasnochado y sin duda ha perdido toda la magia que pudo tener alguna vez. My soul to take es una tontería de película, llena de diálogos absurdos metidos con calzador para que al final de la película tengas la sensación de que puedes haber entendido algo aunque en realidad siga sin tener ni pies ni cabeza. Ya desde el momento en que a través de la radio escuchamos a un supuesto experto hablando de las maravillas del cóndor californiano, sabemos que con eso saldrán más adelante. Pero en serio, la película es tan mala que no se sostiene. Es cierto que el inicio es brutal, pero una vez pasa el prólogo y la trama se centra en los siete chicos comienza el absurdo. Sólo el monólogo del supuesto guaperas guay del instituto, presentando a los protagonistas, roza hasta tal extremo el ridículo que dan ganas de dejarlo en ese momento. Luego tiene momentos en que el Wes Craven que nos aterrorizó en los ochenta-noventa sale a relucir, pero son apenas destellos, inútilmente pequeños en este mar de imbecilidad, como cuando los dos protagonistas parecen espejos, o como cuando esos dos mismos personajes empiezan a dudar el uno del otro.
Pero no, no vale la pena. Para nada.
¿Y por qué coño usan sangre digital? Me pareció terrible ese detalle. Con lo bien que se le daba a Craven empapar a sus personajes de sangre falsa…