Como no quiero estropearle a nadie la serie, este será un post sin spoilers.
Llevaba mucho tiempo oyendo a hablar de Sons of Anarchy. Bastante gente me había recomendado que la viera, pero, por hache o por be, no acababa de atraerme. Un día, la misma persona que me recomendó aquella maravilla de serie carcelaria llamada OZ, me dijo que la viera. Y yo seguí sin convencerme. Hasta que hace un mes, alguien al que no conozco me dio el último empujón. El especialista Mike me dijo que le echara un vistazo a la serie, que merecía la pena. Y yo, que estaba ya en ese punto del casi-casi, cai de lleno en la curiosidad y me hice con la primera temporada.
Vaya por delante que en ese mes me tragué las dos primeras temporadas y lo que llevan de tercera temporada. Ya voy al ritmo de la emisión americana. Y después de eso, creo que es una de las mejores series que actualmente hay en pantalla y creo que se merece mucha más audiencia y reconocimiento que el que tiene.
La serie tiene un pero pequeñín que afecta a su nivel de enganche al principio. Y es que los cuatro primeros capítulos son muy episódicos. Dibujan el esbozo de una trama, pero no dejan de ser pequeños casos (llamémoslos así) que solucionan los protagonistas al finalizar el episodio. Y no están mal, pero no te dejan con la boca abierta y ganas de seguir viendo la serie.
Hasta que llega el episodio de la niña violada. Ese capítulo es cojonudo, y prácticamente te dan ganas de unirte a los Sons en su busqueda de venganza. Curiosamente, aunque completamente episódico, es después de este capítulo que Sons of Anarchy abandona ese estilo capitular y entra de lleno en el terreno de las series seriadas con una trama clara.
Empecemos por el principio. Sons of Anarchy cuenta la historia de un club de moteros, los SAMCRO (Son of Anarchy Motorcycle Club Redwood Original), cuya sede está en un pequeño pueblo llamado Charming. Desde allí, dirigen un negocio de venta de armas ilegales a la vez que mantienen el compromiso de tener alejada la violencia y las drogas de Charming. Son una especie de protectores del pueblo, aunque también son delincuentes. Tienen a parte de la policía comprada, pero no todos adoran a SAMCRO. Por la serie pululan también otras bandas moteras, como los Mayans, que son latinos dedicados al negocio de las drogas y con muchas rencillas con los Sons. Además, cierta agente del FBI les hará la vida imposible tratando de detenerles. Por ahí también se encuentra el IRA y demás gente del mundillo ilegal.
Curiosamente, y a pesar de su nombre, el club motero se rige según unas normas nada anarquicas. Hay una especie de consejo de nueve miembros, todas las decisiones deben estar aprobadas por mayoría dentro de ese consejo, existe un jefe (Clay, interpretado por el gran Ron Perlman), aprendices que son casi esclavos, y las mujeres del club… Digamos que las mujeres en esta serie no salen muy bien paradas. Suelen ser putas o acompañantes o meros floreros, a excepción de dos de ellas. Una, Tara, la chica con la que el protagonista (Jax) tiene sus mas y sus menos amorosos, y dos, la grandísima Gemma, la mujer de Clay, que ejerce de matriarca del club, ese tipo de personajes femeninos que ya quisieran pillar muchas actrices a esa edad. Las decisiones que toma Gemma por el club, su fuerza, su caracter… es probablemente uno de los mejores personajes de la serie.
No todo acaba ahí. El resto de personajes de los Sons están tan bien dibujados que, a pesar de ser secundarios, cada detalle que te proporcionan sobre ellos lo único que hace es que quieras saber más. Probablemente el mejor de todos ellos es Tigg, ese tipo que al principio parece un perturbado (y al final también), pero que daría su vida por Clay y Gemma. Tigg no duda en sacar la pistola (hay un momento, en la tercera temporada, cuando encañona a un policía simplemente porque no quiere dejar pasar a Gemma que es digno de reverencia).
Y hay más. Chibb, Piney, Medio-huevo, el poli mayor cuyo nombre ahora no recuerdo, Hale, la agente del FBI… todos los personajes están tan bien construidos que se convierten en una de las grandes bazas de la serie.
Llevaba mucho tiempo oyendo a hablar de Sons of Anarchy. Bastante gente me había recomendado que la viera, pero, por hache o por be, no acababa de atraerme. Un día, la misma persona que me recomendó aquella maravilla de serie carcelaria llamada OZ, me dijo que la viera. Y yo seguí sin convencerme. Hasta que hace un mes, alguien al que no conozco me dio el último empujón. El especialista Mike me dijo que le echara un vistazo a la serie, que merecía la pena. Y yo, que estaba ya en ese punto del casi-casi, cai de lleno en la curiosidad y me hice con la primera temporada.
Vaya por delante que en ese mes me tragué las dos primeras temporadas y lo que llevan de tercera temporada. Ya voy al ritmo de la emisión americana. Y después de eso, creo que es una de las mejores series que actualmente hay en pantalla y creo que se merece mucha más audiencia y reconocimiento que el que tiene.
La serie tiene un pero pequeñín que afecta a su nivel de enganche al principio. Y es que los cuatro primeros capítulos son muy episódicos. Dibujan el esbozo de una trama, pero no dejan de ser pequeños casos (llamémoslos así) que solucionan los protagonistas al finalizar el episodio. Y no están mal, pero no te dejan con la boca abierta y ganas de seguir viendo la serie.
Hasta que llega el episodio de la niña violada. Ese capítulo es cojonudo, y prácticamente te dan ganas de unirte a los Sons en su busqueda de venganza. Curiosamente, aunque completamente episódico, es después de este capítulo que Sons of Anarchy abandona ese estilo capitular y entra de lleno en el terreno de las series seriadas con una trama clara.
Empecemos por el principio. Sons of Anarchy cuenta la historia de un club de moteros, los SAMCRO (Son of Anarchy Motorcycle Club Redwood Original), cuya sede está en un pequeño pueblo llamado Charming. Desde allí, dirigen un negocio de venta de armas ilegales a la vez que mantienen el compromiso de tener alejada la violencia y las drogas de Charming. Son una especie de protectores del pueblo, aunque también son delincuentes. Tienen a parte de la policía comprada, pero no todos adoran a SAMCRO. Por la serie pululan también otras bandas moteras, como los Mayans, que son latinos dedicados al negocio de las drogas y con muchas rencillas con los Sons. Además, cierta agente del FBI les hará la vida imposible tratando de detenerles. Por ahí también se encuentra el IRA y demás gente del mundillo ilegal.
Curiosamente, y a pesar de su nombre, el club motero se rige según unas normas nada anarquicas. Hay una especie de consejo de nueve miembros, todas las decisiones deben estar aprobadas por mayoría dentro de ese consejo, existe un jefe (Clay, interpretado por el gran Ron Perlman), aprendices que son casi esclavos, y las mujeres del club… Digamos que las mujeres en esta serie no salen muy bien paradas. Suelen ser putas o acompañantes o meros floreros, a excepción de dos de ellas. Una, Tara, la chica con la que el protagonista (Jax) tiene sus mas y sus menos amorosos, y dos, la grandísima Gemma, la mujer de Clay, que ejerce de matriarca del club, ese tipo de personajes femeninos que ya quisieran pillar muchas actrices a esa edad. Las decisiones que toma Gemma por el club, su fuerza, su caracter… es probablemente uno de los mejores personajes de la serie.
No todo acaba ahí. El resto de personajes de los Sons están tan bien dibujados que, a pesar de ser secundarios, cada detalle que te proporcionan sobre ellos lo único que hace es que quieras saber más. Probablemente el mejor de todos ellos es Tigg, ese tipo que al principio parece un perturbado (y al final también), pero que daría su vida por Clay y Gemma. Tigg no duda en sacar la pistola (hay un momento, en la tercera temporada, cuando encañona a un policía simplemente porque no quiere dejar pasar a Gemma que es digno de reverencia).
Y hay más. Chibb, Piney, Medio-huevo, el poli mayor cuyo nombre ahora no recuerdo, Hale, la agente del FBI… todos los personajes están tan bien construidos que se convierten en una de las grandes bazas de la serie.
La primera temporada va subiendo en intensidad. Probablemente, el penúltimo capítulo te deje con la respiración cortada y la cara de imbécil que se nos quedó a todos. Aunque lo veas venir desde hace un rato, no deja de ser acojonante.
La segunda temporada empieza TAN fuerte… La entrada en escena de Zobelle y los suyos es TAN brutal. El primer episodio termina con una de esas secuencias en las que no sabes si apartar la vista o mantenerla en pantalla, una de esas secuencias fuertes que desagradan pero a la vez maravillan por la interpretación tan desgarradora que estás viendo. Y con eso, simplemente, plantan la semilla para una temporada digna de todo tipo de elogios. Un bravo altísimo que culmina con un clifhunger de esos que te hacen gritarle a la pantalla e insultar gravemente a los creadores de la serie por dejarte así.
La tercera temporada, actualmente en pantalla, empieza ligeramente más floja. No es que empiece mal, pero sí más floja. Poco a poco va subiendo en intensidad. En el capítulo tres, además, cuenta con un cameo genial de Stephen King, en la piel de un poco ortodoxo limpiador de cadáveres, al estilo del Señor Lobo de Pulp Fiction, pero más surrealista. Una aparición de aplauso. Luego la temporada sigue subiendo y subiendo. Y en el capítulo ocho, hacen una de esas cosas que parece que sólo los americanos saben hacer. Y como no quiero decir nada que pueda ser un spoiler, mencionaré simplemente que, con el cambio musical de la cabecera ya se ganaron todo mi entusiasmo.
Ahora mismo, la cosa está tensa y emocionante. Y le quedan tres capítulos… contando el que emitieron ayer.
Mi recomendación: vedla. Sin duda. Y no os dejeis vencer por esos cuatro primeros capítulos. Seguid adelante. Lo agradeceréis.
La segunda temporada empieza TAN fuerte… La entrada en escena de Zobelle y los suyos es TAN brutal. El primer episodio termina con una de esas secuencias en las que no sabes si apartar la vista o mantenerla en pantalla, una de esas secuencias fuertes que desagradan pero a la vez maravillan por la interpretación tan desgarradora que estás viendo. Y con eso, simplemente, plantan la semilla para una temporada digna de todo tipo de elogios. Un bravo altísimo que culmina con un clifhunger de esos que te hacen gritarle a la pantalla e insultar gravemente a los creadores de la serie por dejarte así.
La tercera temporada, actualmente en pantalla, empieza ligeramente más floja. No es que empiece mal, pero sí más floja. Poco a poco va subiendo en intensidad. En el capítulo tres, además, cuenta con un cameo genial de Stephen King, en la piel de un poco ortodoxo limpiador de cadáveres, al estilo del Señor Lobo de Pulp Fiction, pero más surrealista. Una aparición de aplauso. Luego la temporada sigue subiendo y subiendo. Y en el capítulo ocho, hacen una de esas cosas que parece que sólo los americanos saben hacer. Y como no quiero decir nada que pueda ser un spoiler, mencionaré simplemente que, con el cambio musical de la cabecera ya se ganaron todo mi entusiasmo.
Ahora mismo, la cosa está tensa y emocionante. Y le quedan tres capítulos… contando el que emitieron ayer.
Mi recomendación: vedla. Sin duda. Y no os dejeis vencer por esos cuatro primeros capítulos. Seguid adelante. Lo agradeceréis.