He leído, y oído, todo tipo de opiniones sobre la última película de J.J. abrams, y lo que yo voy a plantear aquí no es más que la mía, una opinión completamente subjetiva y en base a mis gustos personales y cinéfilos.
Me ha encantado.
La verdad es que me ha parecido un peliculón. Por el simple hecho de que me ha hecho soñar, y desear ser niño de nuevo, mientras la veía. Y esa sensación de estar viendo, y viviendo, una aventura épica, para mi ya vale lo suficiente.
¿Por qué? Porque durante la película he disfrutado, me he reído con las conversaciones de los niños y sus gritos y sus neuras (de lejos, los crios me han parecido lo mejor de la cinta, con Elle Fanning a la cabeza, pues está sublime), pero sobre todo, porque tenía la sensación de estar viviendo una gran aventura. Esto ya lo he dicho, pero es que lo sentía tanto que merece la repetición.
Es evidente, y cualquiera con cultura cinéfila suficiente se daría cuenta, que el señor Abrams no utiliza su originalidad. Super 8 no tiene nada, de nada de nada, de original. Toda en ella es una mezcla de otras películas e historias, metidas en la batidora y mezcladas. Pero no soy de la opinión de que eso esté mal. El ron, la lima y la hierbabuena ya están inventadas, pero si las mezclas, te sale un mojito. Ese mojito puede ser una mierda, pero si la sabes mezclar, también puede ser delicioso. A mi gusto, Abrams es un excelente mezclador.
Aunque sean muchas las fuentes de las que bebe, en general podría definirse Super 8 como la mezcla entre Los Goonies y ET. Fundamentalmente ochentera, en su estilo y en su forma, Super 8 nos cuenta la historia de otro grupo de goonies (tenemos al prota atormentado, al gordi, al bocazas…) que en lugar de buscar un tesoro pirata se encuentran, sin quererlo y sin comerlo, con una conspiración gubernamental.
El alien no es el prota de la historia, aunque acaba siendo motor de la última parte, como tampoco lo son ninguno de los adultos. Los protagonistas de la película son los niños, y la relación entre ellos es genial, sus conversaciones son divertidas, están tan bien dibujados que acabas riéndote con cada una de sus salidas o gritos nerviosos. Pero por encima de todo ello está la aventura.
Si esta película la hubieramos visto con 10 años, ahora hablaríamos de ella con la misma intensidad y ferocidad con la que defendemos que Los Goonies es una de Las Grandes. (sí, pertenezco a ese grupo social que considera que insultar Los Goonies merece ser ahorcado. O quemado vivo. O ambos)
Lo dicho, que me ha encantado. He disfrutado con ella como cuando era niño y flipaba con Los Goonies, Aventuras en la gran ciudad, El secreto de la pirámide y El vuelo del navegante. No puedo dejar de decirlo, así como de decir que Elle Fanning se marca un papelón y de que el cortometraje «El caso», mostrado durante los créditos finales, merece varios aplausos. Lo que pude reírme con él no tiene nombre. Por dios… cuántos cortos habré rodado yo así de ridículos… pero eso es otra historia.
Me ha encantado.
La verdad es que me ha parecido un peliculón. Por el simple hecho de que me ha hecho soñar, y desear ser niño de nuevo, mientras la veía. Y esa sensación de estar viendo, y viviendo, una aventura épica, para mi ya vale lo suficiente.
¿Por qué? Porque durante la película he disfrutado, me he reído con las conversaciones de los niños y sus gritos y sus neuras (de lejos, los crios me han parecido lo mejor de la cinta, con Elle Fanning a la cabeza, pues está sublime), pero sobre todo, porque tenía la sensación de estar viviendo una gran aventura. Esto ya lo he dicho, pero es que lo sentía tanto que merece la repetición.
Es evidente, y cualquiera con cultura cinéfila suficiente se daría cuenta, que el señor Abrams no utiliza su originalidad. Super 8 no tiene nada, de nada de nada, de original. Toda en ella es una mezcla de otras películas e historias, metidas en la batidora y mezcladas. Pero no soy de la opinión de que eso esté mal. El ron, la lima y la hierbabuena ya están inventadas, pero si las mezclas, te sale un mojito. Ese mojito puede ser una mierda, pero si la sabes mezclar, también puede ser delicioso. A mi gusto, Abrams es un excelente mezclador.
Aunque sean muchas las fuentes de las que bebe, en general podría definirse Super 8 como la mezcla entre Los Goonies y ET. Fundamentalmente ochentera, en su estilo y en su forma, Super 8 nos cuenta la historia de otro grupo de goonies (tenemos al prota atormentado, al gordi, al bocazas…) que en lugar de buscar un tesoro pirata se encuentran, sin quererlo y sin comerlo, con una conspiración gubernamental.
El alien no es el prota de la historia, aunque acaba siendo motor de la última parte, como tampoco lo son ninguno de los adultos. Los protagonistas de la película son los niños, y la relación entre ellos es genial, sus conversaciones son divertidas, están tan bien dibujados que acabas riéndote con cada una de sus salidas o gritos nerviosos. Pero por encima de todo ello está la aventura.
Si esta película la hubieramos visto con 10 años, ahora hablaríamos de ella con la misma intensidad y ferocidad con la que defendemos que Los Goonies es una de Las Grandes. (sí, pertenezco a ese grupo social que considera que insultar Los Goonies merece ser ahorcado. O quemado vivo. O ambos)
Lo dicho, que me ha encantado. He disfrutado con ella como cuando era niño y flipaba con Los Goonies, Aventuras en la gran ciudad, El secreto de la pirámide y El vuelo del navegante. No puedo dejar de decirlo, así como de decir que Elle Fanning se marca un papelón y de que el cortometraje «El caso», mostrado durante los créditos finales, merece varios aplausos. Lo que pude reírme con él no tiene nombre. Por dios… cuántos cortos habré rodado yo así de ridículos… pero eso es otra historia.