Sin límites

El cada día más de moda Bradley Cooper protagoniza esta película sobre una nueva droga de diseño capaz de permitir el acceso al 100% del cerebro y convertir al yonkie de turno en el tipo más inteligente del universo.

La trama se centra en un escritor que se enfrenta a un bloqueo del que no es capaz de salir por sí mismo, un hombre que es un desastre en todos los sentidos que puedas imaginar, hasta que cierta pastillita transparente hace aparición. Entonces, las cosas cambian, y somos testigos del meteórico ascenso todopoderoso del señor Cooper. Y sí, la peli está bien hecha, tiene partes muy interesantes, pero a medida que va avanzando y avanzando, de repente uno tiene la sensación de que en realidad… no hay nada que se interponga en el camino de Cooper.

Quiero decir… en todos los guiones del mundo hay obstáculos que el protagonista debe ir superando en su camino hacia el climax final, de menor o mayor intensidad. En Limitless no hay nada. Vale, sí, en un momento dado te meten a un tipo misterioso siguiendo a Bradley Cooper por las calles, en otro momento dado te meten un efecto visual extraño para demostrar que las pastillitas pueden ser perjudiciales para la salud, e incluso también llegan a decir que dejar las pastillas supone la muerte. Que sí, pero en ningún momento de la película, en ninguno en absoluto, uno tiene la sensación de que realmente esos peligros planean sobre el protagonista y éste debe superarlos. El de que se le acaben las pastillitas un poco más, pero tampoco demasiado, la verdad.

Así que al final, me encontré con una película que era como ver Supermán sin kriptonita de por medio. La historia de Todopoderoso contada con más o menos gracia pero sin más.

Y Robert De Niro… bueno, pues se pasea por sus tres secuencias poniendo su mejor cara de Robert De Niro y ya está. En realidad, es una película a absoluta gloria de Bradley Cooper.