NEDS podría traducirse como Delincuentes sin educación. Es la tercera película de Peter Mullan, a la par que director de los buenos, gran actor, que se reserva en NEDs el papel de padre borracho y maltratador del protagonista, John McGill, un chaval de los que sacan buenas notas, de los que van a llegar a ser algo en la vida, un cerebrito, de los que han tenido la mala suerte de nacer en el lugar equivocado.
Porque al final, es el entorno el que convierte a McGill en lo que es. No su padre, ni la estricta sociedad de aquel entonces, ni tampoco su hermano delincuente. El entorno, ese barrio lleno de chavales pecosos y malencarados ante los cuales no querrías cruzarte por la noche.
Aterradora película, y no porque de miedo, sino porque asusta ver lo que es capaz de hacer el ser humano, el sinsentido de las confrontaciones de esas bandas callejeras dispuestas a degollar al contrario solo por demostrar su superioridad.
Y en el centro, McGill. Niño bueno que deviene en demonio.
Gran película. De metraje excesivo que convendría haber recortado, pero gran película.
Porque al final, es el entorno el que convierte a McGill en lo que es. No su padre, ni la estricta sociedad de aquel entonces, ni tampoco su hermano delincuente. El entorno, ese barrio lleno de chavales pecosos y malencarados ante los cuales no querrías cruzarte por la noche.
Aterradora película, y no porque de miedo, sino porque asusta ver lo que es capaz de hacer el ser humano, el sinsentido de las confrontaciones de esas bandas callejeras dispuestas a degollar al contrario solo por demostrar su superioridad.
Y en el centro, McGill. Niño bueno que deviene en demonio.
Gran película. De metraje excesivo que convendría haber recortado, pero gran película.