Me hago eco del manifiesto que he leído estos días en internet con motivo del día del orgullo friki celebrado el 25 de mayo:
Sé manejar un ordenador, tengo un blog y leo un puñado de ellos. Me gusta Star Wars, sé nombres de personajes y especies alienígenas, sistemas planetarios y lunas. He visto El señor de los anillos en su versión para el cine y en la extendida, he leído El Hobbit y a veces recito pasajes del universo Tolkien. Veo películas chinas en versión original y series de televisión aún no emitidas en España que ninguno de mis amigos conoce. Me gustan las camisetas negras, pero también me pongo las que llevan a Homer en el pecho. Considero que las tiras de Calvin&Hobbes son la repera. Leo libros de ciencia ficción y fantasía y he coqueteado con el anime japonés. Me acuerdo de la letra de las canciones de Dragones y Mazmorras y recuerdo Masters del universo como una de las mejores series de dibujos de mi infancia, y la versión en carne y hueso como un peliculón. He hecho tests para ver si era friki y no he suspendido. También he hecho tests para saber qué personaje del Mundodisco soy. He jugado al juego de tablero de Juego de tronos, he sido atacada por los Salvajes y he blasfemado «¡los otros te lleven!». También he gritado «¡Insensatos!» cual Gandalf a punto de caer a los fuegos de Moria. Y quien no haya imitado a Yoda alguna vez, que levante su espada láser.
Supongo que yo también soy un poco friki.