El mejor recuerdo de mi infancia


Si hay una película que siempre recordaré, esa es «El vuelo de los dragones». Desde la primera vez que la vi, con mis tiernos cuatro añitos, me enamoré de aquel film de dibujos animados que tan poco se parecía a la moda animada de la época. Para empezar no era de Disney. Para seguir, no estaba hecha con animación tradicional. Y para terminar, la trama era asombrosa.
Mi madre la alquiló un día. La vi. Al día siguiente, al volver al videoclub, podéis haceros una idea de qué película exigía el niño a voz en grito. De poco servía que madre y dueño de videoclub intentaran convencerme de que aquella peli ya la había visto. Yo quiero el vuelo de los dragones. Y me volvía casa con ella. Y me la vi enterita de nuevo, desde el principio hasta el final sin apartar los ojos de la pantalla. Mi madre dice que era impresionante el efecto acallante que la peli de marras tenía sobre mi.
¿Al día siguiente? Mi madre busca una peli que llevarse para ella, y cuando me mira a mi, sí, otra vez tenía en las manos la misma carátula. «Señora, esta película ya la alquiló», le dice la dependienta. Resignada, mi madre vuelve a pagar. Y es que otra cosa no, pero yo terco era. A mí me podían llevar al parque o no, a casa de mis tíos o abuelos o no, al cole o no, darme de comer o no… pero si yo llegaba tarde para ver el episodio semanal de V o de McGyver la que se montaba era parda. Y el Vuelo de los Dragones se sumó a aquellas series.
Creo que, harta después de haber alquilado la dichosa peli de dragones (mi madre dice que llegó a saberse diálogos enteros, que ni siquiera podía interrumpir la película para darme de comer, nada, que mientras El Vuelo de los Dragones estaba en modo play, el niño estaa tranquilo. Si se paraba, surgía la furia) cerca de veinte veces, mi madre decidió que la cantidad de dinero que podría gastarse en alquilarla una y otra vez no valía la pena. Así que de aquella (y os hablo de ochenta y poco) decidió incurrir por primera vez en la piratería, hizo que un amigo se trajera el video de su casa (un beta), lo conectaron al nuestro (otro beta)… y copiaron la película.
Ni falta hace que diga que por supuesto, volví a verla mientras se copiaba a tiempo real. Nada de 52x como ahora.
Hala, el niño tenía su película favorita encima del video Beta y la veía cada vez que le venía en gana. Una y otra vez. Sin cansarse. Emocionándome igual que la primera vez con cada visionado.
Años después nos mudamos, la cinta se perdió y algo dentro de mi se marchitó. Durante años sólo pude que lamentarme en el recuerdo de aquella película que tanto me había gustado durante la infancia. En las tiendas me decían que estaba descatalogada para siempre jamás y en las teles… en fin, esperar ver una obra maestra como esa en TVE es como esperar que llueva dinero del cielo.
Pero siempre estuvo ahí. Y de vez en cuando salía en mis conversaciones, con cierto tono melancólico guarrindongo.
Fue en mi 20 cumpleaños cuando me dieron el paquete envuelto y yo, sin esperar gran cosa, lo rasgué sin más. ¿Cómo definirlo? Casi se me para el corazón al ver aquella portada entre mis manos. Coño, se me pusieron todos los pelos de punta. Allí estaba. La carátula era una fotocopia en color, pero era esa sin duda. El Vuelo de los dragones, basada en la novela homónima de Peter Dickinson. La cinta era una copia, pero cuando pude verla comprobé que era la misma película que tantas veces vi durante mi infancia.
¿Y cómo la conseguiste?, pregunté realmente asombrado.
Y la historia que me contó me pareció encantadora. Ella la buscó por todos sitios, recibiendo una y otra vez la misma respuesta, que la película estaba descatalogada y que los idiotas de la Warner no pensaban editarla de nuevo. Hasta que un día, ya sin esperanzas, volvió a preguntarlo, en un Corte Inglés. La respuesta fue la misma. Su cara debió ser de total hundimiento, porque la dependienta le preguntó para qué la quería.
Ella respondió que para mi, que era mi película favorita y la buscaba como loco.
Aquella dependienta anónima debió haber sufrido hace años lo mismo que sufrió la mía, porque se apiadó: «También es la película favorita de mi hijo, yo podría dejártela, pero me la tendrías que devolver intacta porque sino mi hijo me mata»
Por supuesto que sí. En algún momento de la conversación, le preguntó a aquella dependienta por la edad de su hijo. Veinticuatro, respondió ella, pero siempre ha sido su peli favorita y aún la ve de vez en cuando.
Así obtuve yo mi copia en VHS. Ahí la tengo. Y me sigue gustando. Ahora me gustaría tenerla en DVD, pero los de la Warner siguen sin enterarse de que somos legión. Hoy, buscando una imagen para este blog, me he encontrado con varias páginas y blogs donde otros fans de la película hablan maravillas sobre ella. En IMDB le dan un 7’7 sobre 10 (lo cual es más que muchas películas de Disney supuestamente superiores o por lo menos más reconocidas) y las notas que he visto por ahí son tan altas o más aún.
Para mi es el mejor recuerdo de mi infancia, por encima de aquellas lindas tortugas que insistían en escaparse del tortuguero por las noches y yo tenía que buscar por toda la casa a la mañana siguiente. Y que siempre me he preguntado cómo carajo hacían para escaparse.
El vuelo de los dragones.