
Me jode muchas veces que la gente que hace las sinopsis de las películas se dedique a «intentar hacerla más interesante al público» según lo que, para ellos, son baremos de interés. Así, en esta película te hablan de «juego de violencia, sexo y blablabla».
Nada más lejos de la realidad.
La desaparición de Alice Creed es un peliculón, una de esas rara avis con dos escenarios, tres actores y un guión con dos o tres giros eficaces y muy bien planteado, sobre el secuestro perfectamente planificado por parte de dos tipos a una niña rica de papá.
Y poco más se puede decir, porque decir más desvelaría demasiadas cosas de la película. Lo cierto es que es interesante y te mantiene pegado al asiento, permitiéndote disfrutar de un guión cojonudo y unas actuaciones que están a la altura.
Y además sale Gemma Arterton, que siempre es agradable. Y en todo su esplendor, de hecho.
Si lo que quieres es reír, ésta es tu película.
O llorar, no me quedó muy claro cual es la sensación predominante.
Estas cosas hacen que después me resulte más complicado arrastrar a Cris al cine a ver películas de ciencia ficción o terror, así que, hermanos Strause, desde aquí os declaro mi total y absoluto odio hacia vosotros.

En fin, a lo que iba… La película se deja ver. No deja de ser una historia de ladrones que lo hacen todo perfecto hasta que empieza la película y una serie de decisiones mal tomadas hace que vayan de mal en peor y se precipite una orgía de disparos y traiciones. Pero claro, cuando tienes un reparto como el que tiene esta película y diriges en condiciones, el resultado se deja ver, entretiene y te deja buen sabor de boca.
¿Lo mejor? La persecución de Matt Dillon y Jay Hernández al negro raper del grupo de ladrones.