De pequeño me flipaba «El planeta de los simios». La primera vez que la vi, recuerdo que salté del asiento y me llevé las manos a la boca al ver aquel plano final tan jodidamente espectacular.
Aquello marcó el inicio de una saga que me tragué religiosamente, a pesar de la calidad decreciente de las siguientes cintas.
Después, hace ya unos años, Tim Burton se atrevió con el remake del mítico film de Charlton Heston. Era obvio que iba a ir a verla al cine. ¡Dirigida por Tim Burton, el tipo que me acojonó con Batman e hizo joyitas como Beetle Juice o Eduardo Manostijeras! ¡Y protagonizada por Mark Whalber, al cual tenía en buena estima vete tu a saber por qué!
Ni siquiera podía imaginarme que estaba a punto de tragarme semejante truñaco. A partir de entonces, Burton cayó en esa lista de «directores a los que no sé si adorar o matar». Capaz de hacer maravillas como Ed Wood o Big Fish y basuras infernales como Charlie y la fábrica de chocolate.
En fin…
Hoy he ido a ver «El origen del planeta de los simios», también conocida como «Hollywood quiere seguir viviendo de las rentas de una película de hace treinta años». No me esperaba nada bueno, después de la Burtonada, pero los simios me llaman cual sirena a marinero.
Coño, me ha sorprendido para bien.
Me ha gustado. Me ha parecido una película entretenida, una cinta de aventuras, ciencia ficción que se deja ver por todas las edades, con un trasfondo en la historia, con unas actuaciones más que aceptables, y con un Andy Serkis que dota a César, el mono principal, de un carisma brutal.
Lo único que me ha jodido, y bastante, es que por querer hacerla para todos los públicos, la revolución de los simios ha sido pelín light. Me hubiera esperado, y me hubiera gustado ver, algo más sangriento. A los monos haciéndose con el mundo a la fuerza y por la sangre.
Pero bueno, no desmerita a la película, que como digo, está bastante bien.
Aquello marcó el inicio de una saga que me tragué religiosamente, a pesar de la calidad decreciente de las siguientes cintas.
Después, hace ya unos años, Tim Burton se atrevió con el remake del mítico film de Charlton Heston. Era obvio que iba a ir a verla al cine. ¡Dirigida por Tim Burton, el tipo que me acojonó con Batman e hizo joyitas como Beetle Juice o Eduardo Manostijeras! ¡Y protagonizada por Mark Whalber, al cual tenía en buena estima vete tu a saber por qué!
Ni siquiera podía imaginarme que estaba a punto de tragarme semejante truñaco. A partir de entonces, Burton cayó en esa lista de «directores a los que no sé si adorar o matar». Capaz de hacer maravillas como Ed Wood o Big Fish y basuras infernales como Charlie y la fábrica de chocolate.
En fin…
Hoy he ido a ver «El origen del planeta de los simios», también conocida como «Hollywood quiere seguir viviendo de las rentas de una película de hace treinta años». No me esperaba nada bueno, después de la Burtonada, pero los simios me llaman cual sirena a marinero.
Coño, me ha sorprendido para bien.
Me ha gustado. Me ha parecido una película entretenida, una cinta de aventuras, ciencia ficción que se deja ver por todas las edades, con un trasfondo en la historia, con unas actuaciones más que aceptables, y con un Andy Serkis que dota a César, el mono principal, de un carisma brutal.
Lo único que me ha jodido, y bastante, es que por querer hacerla para todos los públicos, la revolución de los simios ha sido pelín light. Me hubiera esperado, y me hubiera gustado ver, algo más sangriento. A los monos haciéndose con el mundo a la fuerza y por la sangre.
Pero bueno, no desmerita a la película, que como digo, está bastante bien.