Iron Man 2

Recuerdo cuando Robert Downey Jr era un actor regulero más conocido por sus actividades delictivo-alcohólicas que por su carrera cinematográfica. Y hoy es un actor de cierto prestigio que está hasta en la sopa.

Viendo Iron Man 2 me dije, one more time, que nadie domina el lenguaje del entretenimiento como los americanos. Eso es así, y es innegable. Iron Man 2 no pretende hacer buen cine, ni deleitarnos con una fotografía de premio, sino hacer que pases dos horas pegado a la pantalla mirando como dos robots de ordenador se pegan de ostias, y que lo hagas con una sonrisa en la cara o con el espíritu del niño que llevas dentro en los ojos.

Para mi, lo consigue de sobra. Y eso que Iron Man es un superhéroe al que conozco por las películas, porque nunca llegué a leer sus comics. Downey Jr. ha creado un Tony Stark tan irreverente como magnífico, y Rourke se marca un villano digno de elogio. Y por si fuera poco, tenemos a la Johansson en un papel bastante tonto pero con una de las mejores secuencias de la película, cuando se desata como la-superheroína-que-sea mientras el pobre Jon Fabreau se lía a puñetazo limpio contra un guardia de seguridad.

En fin, palomitas y acción.