Fast Five es, como claramente indica el título, la quinta parte de una saga conocida como «The fast and the furious», una saga llena de coches tuneados y carreras a alta velocidad cuya primera película utilizaba ese trasfondo para contar una historia de policías encubiertos que se dejaba ver.
A partir de entonces, la saga fue cayendo en picado. La segunda parte ni siquiera contó con el capitán del barco (lo siento, Paul Walker, pero el capitán es Vin Diesel), aunque Walker sí permaneció en plantilla, dejando a Tyrese Gibson el papel de comparsa en esa ocasión.
El escalón más bajo vino con la tercera parte, cuya acción se trasladaba a Tokio, sin ninguno de los actores originales y con una trama algo más adolescente. Me aburrió a la mitad y dejé de verla, así que no sé cómo acaba.
La cuarta parte recuperaba a los protagonistas y decía adiós a una de las chicas en sus primeros minutos. Como película era floja, pero una vez más, se dejaba ver. Lo peor eran los efectos digitales, dignos de pegar al que los hizo.
Y con esos antecedentes, uno no puede esperar nada espectacular cuando va a ver Fast Five, ¿no?
Pues, sorpresa, Fast Five es, sin duda, la mejor de las cinco. Es más, es una película que funciona bastante bien. Sobre todo porque han sabido deshacerse del tema «Fast and the furious», dejando los coches tuneados de lado y las carreras y secuencias de velocidad callejera en mera anécdota que debe sumar cinco minutos en pantalla, y han convertido la película en un Ocean’s Eleven lleno de acción. Esto quiere decir: Grupo de personas que contrata un equipo variopinto para dar un golpe millonario.
Y funciona.
Funciona como película de golpes y funciona como película de acción, que está bastante bien lograda y sin efectos digitales cutres. Los que hay están bastante bien integrados. Además, han reunido a todos los actores que salían en las anteriores y han sumado a The rock y a Elsa Pataki, con Joaquim De Almeida como villano de la función. Espectaculares la persecución a pie y a tres bandas por las favelas de Río de Janeiro y, sobre todo, la destructiva persecución final.
Ah, por cierto, en mitad de los créditos hay una secuencia más. Una bastante reveladora que deja clara la confianza que tienen los productores en la taquilla que van a hacer, porque es una clara presentación de lo que vendrá en un teórico Fast Six. Y la mitad del cine (donde hubo aplausos, por cierto… sí, así es…) ya se había ido para entonces…
A partir de entonces, la saga fue cayendo en picado. La segunda parte ni siquiera contó con el capitán del barco (lo siento, Paul Walker, pero el capitán es Vin Diesel), aunque Walker sí permaneció en plantilla, dejando a Tyrese Gibson el papel de comparsa en esa ocasión.
El escalón más bajo vino con la tercera parte, cuya acción se trasladaba a Tokio, sin ninguno de los actores originales y con una trama algo más adolescente. Me aburrió a la mitad y dejé de verla, así que no sé cómo acaba.
La cuarta parte recuperaba a los protagonistas y decía adiós a una de las chicas en sus primeros minutos. Como película era floja, pero una vez más, se dejaba ver. Lo peor eran los efectos digitales, dignos de pegar al que los hizo.
Y con esos antecedentes, uno no puede esperar nada espectacular cuando va a ver Fast Five, ¿no?
Pues, sorpresa, Fast Five es, sin duda, la mejor de las cinco. Es más, es una película que funciona bastante bien. Sobre todo porque han sabido deshacerse del tema «Fast and the furious», dejando los coches tuneados de lado y las carreras y secuencias de velocidad callejera en mera anécdota que debe sumar cinco minutos en pantalla, y han convertido la película en un Ocean’s Eleven lleno de acción. Esto quiere decir: Grupo de personas que contrata un equipo variopinto para dar un golpe millonario.
Y funciona.
Funciona como película de golpes y funciona como película de acción, que está bastante bien lograda y sin efectos digitales cutres. Los que hay están bastante bien integrados. Además, han reunido a todos los actores que salían en las anteriores y han sumado a The rock y a Elsa Pataki, con Joaquim De Almeida como villano de la función. Espectaculares la persecución a pie y a tres bandas por las favelas de Río de Janeiro y, sobre todo, la destructiva persecución final.
Ah, por cierto, en mitad de los créditos hay una secuencia más. Una bastante reveladora que deja clara la confianza que tienen los productores en la taquilla que van a hacer, porque es una clara presentación de lo que vendrá en un teórico Fast Six. Y la mitad del cine (donde hubo aplausos, por cierto… sí, así es…) ya se había ido para entonces…