Aviso desde ya: Esta entrada puede contener spoilers.
No negaré que la serie de AMC me la he tragado religiosamente, pero tampoco asumiré, lo diga quien lo diga, que es una gran serie. AMC me tiene desconcertado. Es una cadena con la que no logro saber si algo va a gustarme o no. Es capaz de hacer maravillas como Breaking Bad, cosas interesantes pero con un regusto a bueeeeeh como The walking dead, y patatas como Rubicon. Y sí, ahora venid a llamarme blasfemo, pero no me bajaré de mi burra: Rubicon era una patata aburridísima, sosísima y lentísima.
Sobre Mad Men no hablaré porque no la he visto porque ni siquiera me atrae para empezarla.
No creo ser el más listo del mundo, aunque muchas veces mi imaginación desbordada y acostumbrada al lenguaje narativo me juega malas pasadas adelantándose a la trama y haciéndome sospechar sobre las identidades de los malos malérrimos. Desde los tiempos en que veía Colombo religiosamente hasta aquella temporada y media que seguí CSI antes de abandonarla por pesadez, soy capaz de adivinar quién va a ser el asesino antes de que lo señalen. Con una tasa de aciertos cercana al pleno.
Desde el minuto uno supe que Richmond estaba involucrado. No creo que fuera el asesino, y nunca lo creí, pero sí estaba seguro de que el último capítulo iba a estar centrado en él. Sorpresa, no me equivoqué. Y sí, es cierto que cualquier serie de misterio, y más las que se centran en «¿Quién mató a X?», se van a dedicar a marearte y mandarte en direcciones incorrectas durante la mayor parte de la trama antes de señalar en la dirección correcta. Es obvio. Más que nada, porque si no la trama les daría para un único capítulo y la serie se llamaría Bones, CSI, Navy o cualquier otra. Es por eso que, al final, después de acabar la temporada, uno no puede dejar de sentir que en realidad lo que ha visto es mucho relleno y poca chicha. Porque todos sabíamos que el profe era inocente, ¿verdad?
Y eso sin entrar a hablar de la estructura, consistente en «resolución del clifhunger-relleno-clifhunger final» que tenían todos los capítulos. En todos ellos pasaba algo impactante al final que resolvían al empezar el siguiente capítulo demostrando que en realidad ese algo impactante era un bluf en realidad, seguían con mucho relleno y acababan con un nuevo descubrimiento impactante.
Obviamente, cuanto más avanzaba la serie menos impactantes resultaban los descubrimientos impactantes.
El colmo del relleno llegó con el capítulo once. Que sí, que nos muestra la relación entre los dos protagonistas, pero nada más, ese capítulo es un «vamos a aparcar la investigación para contaros otra cosa que no guarda ninguna relación». Se hace más indignante por el hecho de estar a las puertas del final de temporada.
Y luego llega el final de temporada, dejando esa puerta tan abierta y sin resolver realmente el crimen. Sinceramente, no es lo que más me ha disgustado de la serie. De hecho, no me ha disgustado nada porque como final me ha encantado. Me joroban más otras muchas cosas de la serie. Como los personajes. Excepto Linden, cuya cara de piedra y expresión imperturbable me encantan, el resto… bah. Holden no es más que una copia mala del Jesse Pinkman de Breaking bad (hasta habla parecido y le gusta la meta…) y Michelle Forbes (cuya interpretación alabaré hasta la saciedad por parecerme de lejos lo mejor de la serie) tiene un personaje con el que no dejas de sufrir al principio de temporada y que a medida que avanza le coges tirria con su sempiterno dolor incrustrado en el rostro y su actitud hacia su marido (otro actorazo) y el resto del mundo. Por no hablar del hijo de Linden, nominado a personaje asesinable del año, y cualquier personaje relacionado con la aburridísima trama electoral, Richmond por delante con su cara de «que triste estoy» y sus secuaces aburridos.
En definitiva, me quedo con la sensación de indiferencia. Si no hubieran renovado, no se me caería el mundo. Como han renovado, imagino que veré la segunda temporada. A menos que me canse por el camino, cosa que tampoco descarto.
Eso sí, manda cojones tener que leer declaraciones de la creadora diciendo que «The killing ha roto moldes para las series de misterio» cuando en realidad su serie no es más que un capítulo de cualquiera de las otras series mencionadas, pero estirado para que dure más, y cuando The Killing muestra escasa originalidad tanto en formato como en forma. ¿Lleva bien el caso? Para gustos colores. ¿Es interesante de seguir? Sí, aunque no siempre. Creo que la señora creadora de The Killing, al decir lo de que rompía moldes, debía referirse al hecho de que nunca en la historia una serie había tenido un departamento de vestuario tan aburrido y feo. ¿Por qué demonios Linden lleva el mismo jersey durante cuatro o cinco capítulos seguidos si se supone que son días distintos?
Sobre Mad Men no hablaré porque no la he visto porque ni siquiera me atrae para empezarla.
No creo ser el más listo del mundo, aunque muchas veces mi imaginación desbordada y acostumbrada al lenguaje narativo me juega malas pasadas adelantándose a la trama y haciéndome sospechar sobre las identidades de los malos malérrimos. Desde los tiempos en que veía Colombo religiosamente hasta aquella temporada y media que seguí CSI antes de abandonarla por pesadez, soy capaz de adivinar quién va a ser el asesino antes de que lo señalen. Con una tasa de aciertos cercana al pleno.
Desde el minuto uno supe que Richmond estaba involucrado. No creo que fuera el asesino, y nunca lo creí, pero sí estaba seguro de que el último capítulo iba a estar centrado en él. Sorpresa, no me equivoqué. Y sí, es cierto que cualquier serie de misterio, y más las que se centran en «¿Quién mató a X?», se van a dedicar a marearte y mandarte en direcciones incorrectas durante la mayor parte de la trama antes de señalar en la dirección correcta. Es obvio. Más que nada, porque si no la trama les daría para un único capítulo y la serie se llamaría Bones, CSI, Navy o cualquier otra. Es por eso que, al final, después de acabar la temporada, uno no puede dejar de sentir que en realidad lo que ha visto es mucho relleno y poca chicha. Porque todos sabíamos que el profe era inocente, ¿verdad?
Y eso sin entrar a hablar de la estructura, consistente en «resolución del clifhunger-relleno-clifhunger final» que tenían todos los capítulos. En todos ellos pasaba algo impactante al final que resolvían al empezar el siguiente capítulo demostrando que en realidad ese algo impactante era un bluf en realidad, seguían con mucho relleno y acababan con un nuevo descubrimiento impactante.
Obviamente, cuanto más avanzaba la serie menos impactantes resultaban los descubrimientos impactantes.
El colmo del relleno llegó con el capítulo once. Que sí, que nos muestra la relación entre los dos protagonistas, pero nada más, ese capítulo es un «vamos a aparcar la investigación para contaros otra cosa que no guarda ninguna relación». Se hace más indignante por el hecho de estar a las puertas del final de temporada.
Y luego llega el final de temporada, dejando esa puerta tan abierta y sin resolver realmente el crimen. Sinceramente, no es lo que más me ha disgustado de la serie. De hecho, no me ha disgustado nada porque como final me ha encantado. Me joroban más otras muchas cosas de la serie. Como los personajes. Excepto Linden, cuya cara de piedra y expresión imperturbable me encantan, el resto… bah. Holden no es más que una copia mala del Jesse Pinkman de Breaking bad (hasta habla parecido y le gusta la meta…) y Michelle Forbes (cuya interpretación alabaré hasta la saciedad por parecerme de lejos lo mejor de la serie) tiene un personaje con el que no dejas de sufrir al principio de temporada y que a medida que avanza le coges tirria con su sempiterno dolor incrustrado en el rostro y su actitud hacia su marido (otro actorazo) y el resto del mundo. Por no hablar del hijo de Linden, nominado a personaje asesinable del año, y cualquier personaje relacionado con la aburridísima trama electoral, Richmond por delante con su cara de «que triste estoy» y sus secuaces aburridos.
En definitiva, me quedo con la sensación de indiferencia. Si no hubieran renovado, no se me caería el mundo. Como han renovado, imagino que veré la segunda temporada. A menos que me canse por el camino, cosa que tampoco descarto.
Eso sí, manda cojones tener que leer declaraciones de la creadora diciendo que «The killing ha roto moldes para las series de misterio» cuando en realidad su serie no es más que un capítulo de cualquiera de las otras series mencionadas, pero estirado para que dure más, y cuando The Killing muestra escasa originalidad tanto en formato como en forma. ¿Lleva bien el caso? Para gustos colores. ¿Es interesante de seguir? Sí, aunque no siempre. Creo que la señora creadora de The Killing, al decir lo de que rompía moldes, debía referirse al hecho de que nunca en la historia una serie había tenido un departamento de vestuario tan aburrido y feo. ¿Por qué demonios Linden lleva el mismo jersey durante cuatro o cinco capítulos seguidos si se supone que son días distintos?