Peliculón

Con semejante trailer a uno le entran ganas de ver Dead or Alive, pero no en cualquier momento, sino aprovechando una de esas tardes en las que lo que quieres es que tu mente trabaje lo menos posible, y si puede ser, alegrarte la vista.
Oye, vista así, Dead or Alive es un peliculón.
Vamos a ver, coges a un director chino, o japones o coreano, vete tu a saber, que en inglés sólo ha rodado una película (The transporter) que era una buena peli de verdad, y le pones a hacer esta mierda. ¿Cómo coño ha pasado de una a otra? Adri, por favor, iluminanos.
Seguimos, director de casting dice «ok, voy a coger a cuatro cachondas y les voy a preguntar si quieren ser objeto de masturbaciones adolescentes infinitas», de esa manera las que acepten saben que habrá vestuario escaso, bikinis, y mucho enfoque a culos y tetas. Eso sí, sin mostrar ni siquiera la sombra de un pezón, no sea que la censura nos corte la peli.
La música, de oscar. Increible. Sin palabras.
El montaje digno de… no sé, de algo.
Y el mejor, el tipo que editó los efectos de sonido, que yo creo que estaba borracho.
No sé, yo creo que si vas a hacer una peli como esta, basada en un videojuego de lucha, además de las cachondas debes plantearte la idea de que las peleas tienen que ser la ostia. Pero no. El tratamiento de la violencia es patético. De hecho, es que no hay violencia. Las peleas dan risa. Aunque una cosa no se le puede negar al director: el tipo es honesto y desde el primer minuto va a lo que va: a mostrar cuanta más carne le permita la censura mejor. ¿Y a quién le importan las peleas si hay carne de por medio?
En fin… Una película para ver una tarde de domingo con palomitas. O así.