La última vez que publiqué algo en este blog fue hace más de un año, y lo hice hablando de un juego virtual basado en Survivor. He jugado en varias rondas de ese juego, y lo he pasado bien. Tal vez hable de ello más adelante. Aquel post recibió un único comentario. De un tal anónimo.
Hablando de viagra.
Y de la misma manera que la viagra resucita ciertas cosas, hoy he decidido volver a darle vida al blog. Porque hay cosas de las que hablar, películas que comentar, series que destripar, libros sobre los que derramar ríos de tinta…
Y para empezar, he decidido explayarme sobre una película que dudo que llegue a ver jamás alguna sala de un cine español: El cadillac de Dolan.
Hablando de viagra.
Y de la misma manera que la viagra resucita ciertas cosas, hoy he decidido volver a darle vida al blog. Porque hay cosas de las que hablar, películas que comentar, series que destripar, libros sobre los que derramar ríos de tinta…
Y para empezar, he decidido explayarme sobre una película que dudo que llegue a ver jamás alguna sala de un cine español: El cadillac de Dolan.
El cadillac de Dolan se basa en un relato corto de Stephen King que lleva el mismo título. La primera vez que oí hablar sobre este proyecto oí que estaban involucrados Cristian Slater y Sylvester Stallone. Al final, Stallone se quedó por el camino (ah, Los mercenarios, que de cosas se podrían hablar de ella) y le sustituyó uno de esos tipos que te suenan pero no sabes muy bien por qué: Wes Bentley.
La premisa de la historia no es mala. A ver, el relato está de puta madre, y narra la curiosa y sórdida venganza que trama un hombre después de que un mafioso enriquecido mate a su esposa para impedir que hable como testigo en un juicio contra él. Lo mejor de la historia, no lo negaremos, es la forma en la que este hombre ejecuta esa venganza: planea abrir un agujero enorme en la carretera por la que el mafioso pasa regularmente, disfrazándolo de obra,. hacer caer el coche dentro y enterrar al mafioso para siempre. En el relato, eso forma cerca del 95% de la historia. Y esta empieza con el hombre ya preparando su venganza. Lo de la muerte de la mujer Stephen King te lo explica por encima y sin prestarle atención.
Pero claro… una película sobre un tío que cava un enorme agujero en una carretera podría hacerse demasiado pesada. Ahí empiezan los problemas. El guionista decide que es mejor explicar bien clarito lo que motiva a nuestro protagonista a vengarse, y te mete 30 minutos de infierno… digo, de prólogo… donde podemos ver a Dolan asesinando a sangre fría, y por motivos absurdos que aún sigo sin comprender del todo, a un grupo de inmigrantes ilegales. Nuestra querida esposa lo ve todo, el sherif de la ciudad no les hace ni caso en una escena de esas que te dejan sin habla… Vamos a ver… le cuentan al sherif que han visto como matan despiadadamente a treinta inmigrantes y el tipo se pone a elucubrar sobre lo malos que son los inmigrantes y que pa qué hacer nada.
Sigue el chorradismo. El FBI les pone en protección de testigos, pero Dolan compra a alguien. El guionista, entonces, quiere demostrar lo hábil que es para conseguir sus objetivos. Y sí, estoy siendo irónico. No puede hacer que maten a la chica al lado del marido, así que necesita sacarla de la habitación. Recurso absurdo numero 1, se me han acabado los test de embarazos, y aunque son las cuatro de la noche, me visto y me voy a comprar uno.
Pero queremos que el marido la vea morir. Recurso absurdo número 2. El marido la oye coger las llaves y se levanta tras ella. Se inicia una absurda persecución por el edificio donde ella va muy rápido y él corre detrás gritando su nombre.
Y ahora tiene que morir. Así que ella entra en el coche, que está delante del vehículo desde donde vigilan los agentes del FBI. Y el coche explota justo cuando sale el marido por la puerta. Pregunta: ¿Cómo coño han colocado una bomba delante de dos tíos que están vigilando el edificio?
Pero preferimos ignorar los recursos absurdos, porque la historia de la preparación de la venganza en el libro era tan cojonuda que queremos verla. Aguantamos esa media hora inicial de prólogo innecesario… y ya llevamos un tercio de la película.
Entonces, a los productores se les ocurrió LA IDEA, lo que haría que SU película fuera la bomba. Casi puedo imaginarme el careto del tipo que dijo «lo tengo, si hacemos esto TODO el mundo verá nuestra película y se maravillará».
La idea en cuestión es la misma que han tenido todos los productores de películas de Stephen King (quitando al genio Frank Darabont y un par de casos aislados): Hagamos que aparezcan en escena muertos fantasmales. ¡Claro, hombre, esto es Stephen King, la masa absurda de descerebrados que consumen sus productos esperan una orgía de fantasmas en todas sus obras!
¿Alguien le mencionaría al productor que en este relato no había fantasmas, al igual que en otros muchos de King en cuyas películas si aparecen?
Seguro que le habrían respondido «¿Estás loco? ¡Esto es Stephen King! ¡Tiene que haber fantasmas!».
Asi que, LA IDEA ya forma parte del guión, y a partir de este momento, nuestro protagonista se ve asediado por delirios con su mujer mutilada por la explosión, que habla con él y le ayuda a preparar la venganza…
Ya no hay quien arregle este cristo. Y eso que no voy a entrar a hablar de la realización…
Los siguientes 15 minutos son un compendio de escenas ridículas. Os lo juro, ni siquiera merece la pena hablar de ello. Así que llevamos 45 minutos de película cuando nuestro protagonista se acerca, ¡por fin!, a pedir trabajo en la obra.
La premisa de la historia no es mala. A ver, el relato está de puta madre, y narra la curiosa y sórdida venganza que trama un hombre después de que un mafioso enriquecido mate a su esposa para impedir que hable como testigo en un juicio contra él. Lo mejor de la historia, no lo negaremos, es la forma en la que este hombre ejecuta esa venganza: planea abrir un agujero enorme en la carretera por la que el mafioso pasa regularmente, disfrazándolo de obra,. hacer caer el coche dentro y enterrar al mafioso para siempre. En el relato, eso forma cerca del 95% de la historia. Y esta empieza con el hombre ya preparando su venganza. Lo de la muerte de la mujer Stephen King te lo explica por encima y sin prestarle atención.
Pero claro… una película sobre un tío que cava un enorme agujero en una carretera podría hacerse demasiado pesada. Ahí empiezan los problemas. El guionista decide que es mejor explicar bien clarito lo que motiva a nuestro protagonista a vengarse, y te mete 30 minutos de infierno… digo, de prólogo… donde podemos ver a Dolan asesinando a sangre fría, y por motivos absurdos que aún sigo sin comprender del todo, a un grupo de inmigrantes ilegales. Nuestra querida esposa lo ve todo, el sherif de la ciudad no les hace ni caso en una escena de esas que te dejan sin habla… Vamos a ver… le cuentan al sherif que han visto como matan despiadadamente a treinta inmigrantes y el tipo se pone a elucubrar sobre lo malos que son los inmigrantes y que pa qué hacer nada.
Sigue el chorradismo. El FBI les pone en protección de testigos, pero Dolan compra a alguien. El guionista, entonces, quiere demostrar lo hábil que es para conseguir sus objetivos. Y sí, estoy siendo irónico. No puede hacer que maten a la chica al lado del marido, así que necesita sacarla de la habitación. Recurso absurdo numero 1, se me han acabado los test de embarazos, y aunque son las cuatro de la noche, me visto y me voy a comprar uno.
Pero queremos que el marido la vea morir. Recurso absurdo número 2. El marido la oye coger las llaves y se levanta tras ella. Se inicia una absurda persecución por el edificio donde ella va muy rápido y él corre detrás gritando su nombre.
Y ahora tiene que morir. Así que ella entra en el coche, que está delante del vehículo desde donde vigilan los agentes del FBI. Y el coche explota justo cuando sale el marido por la puerta. Pregunta: ¿Cómo coño han colocado una bomba delante de dos tíos que están vigilando el edificio?
Pero preferimos ignorar los recursos absurdos, porque la historia de la preparación de la venganza en el libro era tan cojonuda que queremos verla. Aguantamos esa media hora inicial de prólogo innecesario… y ya llevamos un tercio de la película.
Entonces, a los productores se les ocurrió LA IDEA, lo que haría que SU película fuera la bomba. Casi puedo imaginarme el careto del tipo que dijo «lo tengo, si hacemos esto TODO el mundo verá nuestra película y se maravillará».
La idea en cuestión es la misma que han tenido todos los productores de películas de Stephen King (quitando al genio Frank Darabont y un par de casos aislados): Hagamos que aparezcan en escena muertos fantasmales. ¡Claro, hombre, esto es Stephen King, la masa absurda de descerebrados que consumen sus productos esperan una orgía de fantasmas en todas sus obras!
¿Alguien le mencionaría al productor que en este relato no había fantasmas, al igual que en otros muchos de King en cuyas películas si aparecen?
Seguro que le habrían respondido «¿Estás loco? ¡Esto es Stephen King! ¡Tiene que haber fantasmas!».
Asi que, LA IDEA ya forma parte del guión, y a partir de este momento, nuestro protagonista se ve asediado por delirios con su mujer mutilada por la explosión, que habla con él y le ayuda a preparar la venganza…
Ya no hay quien arregle este cristo. Y eso que no voy a entrar a hablar de la realización…
Los siguientes 15 minutos son un compendio de escenas ridículas. Os lo juro, ni siquiera merece la pena hablar de ello. Así que llevamos 45 minutos de película cuando nuestro protagonista se acerca, ¡por fin!, a pedir trabajo en la obra.
A partir de ahí la película mejora de forma sensible. Los últimos cuarenta y cinco minutos de metraje son muy buenos, y son los que reflejan más fielmente el relato de King. Pero no nos engañemos. Los primeros cuarenta y cinco minutos apestan tanto que es improbable que alguien los aguante a menos que tenga verdadero interés en ver cómo acaba.
Del director… pues ni idea. No sé quien es. La última parte de la película demuestra que podría ser un buen director. La primera parte lo desmiente, aunque no le coloca a la altura del inefable Mick Garris, ese tipo empeñado en destrozar la literatura de Stephen King a costa de malas películas. Y es que encima solo rueda cosas basadas en obras de King. Y todas son malísimas. Porque, joder, hacer una mala película de un libro como Desesperación tiene mérito.
Cristian Slater ejerce de villano de la función. Durante la primera parte de la película sus escenas son ridículas y sin sentido, sólo están ahí para justificar el sueldo que debe llevarse este señor. Cosa que no acabo de entender, porque donde va, fracasa. Durante la segunda parte de la película, desde que su cadillac queda encerrado, Cristian Slater deja salir al loco que lleva dentro y se gusta a si mismo gritando sin parar, y está bastante bien.
Sobre Wes Bentley no puedo decir nada bueno. El tipo tiene el ceño fruncido desde antes de que muera su esposa, por lo que, cuando más adelante ves que sigue frunciéndolo no tienes la sensación de que esté muy enfadado, sino la de que quieres darle una patada en la cara. Le meto en el saco de las grandes estrellas con cara de palo, justo al ladito de Orlando Bloom.
Y Emmanuelle Vaugier se limita a pasearse por la primera parte de la película, al principio hermosa, después desfiguarada. Un papel absurdo con dos o tres frases malas.
Y ya no hay más. Los secundarios son para matarlos a todos y los figurantes, recuerdo sobre todo a uno de los matones de Dolan que abre la puerta para que entre el coche, deberían ser convenientemente torturados y expulsados de la industria del cine.
¿En definitiva? Un quiero ser y no puedo. Un cortometraje de cuarenta y cinco minutos habría sido sublime, de aplauso. Pero lo alargaron y la cagaron.
Del director… pues ni idea. No sé quien es. La última parte de la película demuestra que podría ser un buen director. La primera parte lo desmiente, aunque no le coloca a la altura del inefable Mick Garris, ese tipo empeñado en destrozar la literatura de Stephen King a costa de malas películas. Y es que encima solo rueda cosas basadas en obras de King. Y todas son malísimas. Porque, joder, hacer una mala película de un libro como Desesperación tiene mérito.
Cristian Slater ejerce de villano de la función. Durante la primera parte de la película sus escenas son ridículas y sin sentido, sólo están ahí para justificar el sueldo que debe llevarse este señor. Cosa que no acabo de entender, porque donde va, fracasa. Durante la segunda parte de la película, desde que su cadillac queda encerrado, Cristian Slater deja salir al loco que lleva dentro y se gusta a si mismo gritando sin parar, y está bastante bien.
Sobre Wes Bentley no puedo decir nada bueno. El tipo tiene el ceño fruncido desde antes de que muera su esposa, por lo que, cuando más adelante ves que sigue frunciéndolo no tienes la sensación de que esté muy enfadado, sino la de que quieres darle una patada en la cara. Le meto en el saco de las grandes estrellas con cara de palo, justo al ladito de Orlando Bloom.
Y Emmanuelle Vaugier se limita a pasearse por la primera parte de la película, al principio hermosa, después desfiguarada. Un papel absurdo con dos o tres frases malas.
Y ya no hay más. Los secundarios son para matarlos a todos y los figurantes, recuerdo sobre todo a uno de los matones de Dolan que abre la puerta para que entre el coche, deberían ser convenientemente torturados y expulsados de la industria del cine.
¿En definitiva? Un quiero ser y no puedo. Un cortometraje de cuarenta y cinco minutos habría sido sublime, de aplauso. Pero lo alargaron y la cagaron.