Dado que hay quejas debido al título de mis post sobre mi aprendizaje en la conducción, me he visto obligado a cambiarlo por el de «diario de un aprendiz».
A lo que voy: Madrid, 7 de la tarde, puerta de Toledo, yo en mi segunda clase práctica tomando una rotonda a treinta y pico por hora. Me adelanta un coche negro con tres macarras dentro que gritan «UUUUH» para intentar asustarme. Yo, como iba concentrado en conducir, les he ignorado y no han conseguido su propósito. El profesor se ha cagado en toda su puta madre. Y yo por dentro, en su puta madre, en su puto padre, en sus putos hermanos y hermanas, y en todos sus putos muertos. Macarras de los ——-.
Por lo demás, bien. Se me ha calado tres veces, he aprendido a subir una cuesta y he constatado que la gente cruza por donde le sale de los huevos. Y oye, si lo haces delante de un tio con experiencia en plan Fernando Alonso, pues oye, quizá no pase nada, pero yo cuando soy peatón procuro no pasar la calle delante de un tío en prácticas. Por si las moscas.
De momento, aún no he atropellado a nadie. Seguiremos informando.