Destrucción Masiva en SpoilerZombie

Me vais a permitir que me quede con la primera frase de la reseña que SpoilerZombie ha publicado en relación a El cuarto jinete: Destrucción Masiva.

Aún sigo alucinando con ella:

Hay cosas tan sumamente buenas que deberían ser delito. Los gofres con Nutella que venden en la Glorieta, las curvas de Scarlett Johansson, los chupitos de Jägermeister… y la trilogía de novelas de ‘El Cuarto Jinete’, de Víctor Blázquez. Vaya pasada el último, ‘ECJ: Destrucción Masiva‘. He leído por Twitter a varias personas pidiendo que alguna productora se interese por los derechos para hacer una serie o una película. Qué cojones, ¡O UN MUSICAL! Lo que sea. Esta saga no puede quedarse sólo en el papel. Me ha gustado tanto, tanto, tanto el broche final que me niego a aceptar que haya acabado.
 
Vamos con la reseña de ‘Destrucción Masiva’. Por poner alguna pega, el inicio me pareció demasiado lento. Presentación de personajes (un puñado, como buena novela coral que es), descripción algo excesiva de sus personalidades y sus vidas pasadas, algún que otro párrafo algo alejado de la trama… Pero da igual. ‘ECJ: Destrucción Masiva’ es como cuando preparas un puré. Me explico. La peor parte es cuando echas los ingredientes a la trituradora. Un poco de esto, tres porciones de aquello, un toque de eso de ahí, y pedacitos de mil y un alimentos. Puedes tirarte media hora seleccionando ingredientes, pero una vez que pulsas el botón ‘triturar’ ya no hay vuelta atrás.
 
 

Sé que es una comparación algo rara, pero es lo más acertado que se me ocurre ahora mismo. Cuando lo tiene todo listo, cada personaje en su sitio, Víctor Blázquez dice: «Vamos a pulsar el botoncito…». Y todo se va a la mierda durante casi 600 páginas que pasan en un suspiro. Chuck, Kim, Katt, Alicia, Sabrina, Ian, Dexter y un largo etcétera de personajes, cual pedazos de patata o zanahoria, se ven abocados a ese agujero negro sin fondo donde van a ser triturados por manos y dientes de zombies sedientos de carne, sangre y vísceras. Destrucción masiva. Ojo, Blázquez nos lleva ahora hasta Portland con una retahíla de nuevos protagonistas, cada cual más pintoresco, que deben sobrevivir a los muertos y emprenden un viaje por todo Estados Unidos en busca de la salvación. Y no se olvida de nuestros amigos que en ‘ECJ: Armagedón‘ quedaron en San Mateo, varios de ellos ya conocidos de la primera entrega en Castle Hill. Paula, Mark, Brad, Ace… siguen ahí.
 
Nuevamente, el escritor nos hace adorar a varios de los supervivientes y odiar a otros, aunque a su vez provoca que consideremos a estos últimos imprescindibles y que hasta nos duela un poquito que alguno desaparezca del mapa. Giros inesperados, buena descripción, personajes que aparecen poco pero que cuando lo hacen te dejan perplejo… Y esa narración en presente en la que el narrador te lleva de la mano por la trama, como si fueras un espectador. Ese elemento es el que me hace imaginar cada pasaje como si fuera una película (o una serie, o un musical, lo que sea). Acción continua.
 
Y cuando ya no queda nada más que triturar, llega el final. Una buena conclusión para una buena trilogía. Eso sí, aquí ya no es como si fuera un puré que puedes comer después de triturarlo. No. Aquí, Víctor Blázquez se luce con el final y te dice: «Ahí te quedas, chaval». Y tú pasas la última página, lees el epílogo, cierras el libro y piensas: «Cabronazo«. Esto no puede quedar así. ¡Seguimos leyendo!