Nuestro bichejo se rige por el código de la buena conducta del cazador, y por tanto, no mata gente desarmada. Sólo persigue trofeos. Por eso antes he dicho leones, no codornices.
El caso es que la película de McTiernan, un señor que se quedó anclado en los ochenta-noventa y ahora solo hace basura cuando le dejan rodar), rueda una película testosterónica maravillosa y entretenida, cargándose a prácticamente todo el reparto para que el final sea un cara a cara entre Schwarzie y el monstruo. Un cara a cara que es sublime.
Además, siguiendo esa moda de los ochenta-noventa, cuando una película funcionaba, la secuela tenía que ocurrir en una ciudad. Aún tengo pesadillas cuando recuerdo El señor de las bestias 2…
La película de Glover es floja. Tiene sus cosas, sí, esa secuencia del metro es brutal, y toda la parte final en la nave es cojonuda, guiño incluido a Alien. Guiño que, por cierto, años después nos pasaría factura en forma de dos bodrios que paso a comentar ahora.
Alien versus Predator…
Unir las dos grandes sagas con bichos y poner en medio a un grupito de humanos para que le den sangre a la cosa. Y ponemos al señor Henriksen a dar vueltas para que el público se muera de euforia al imaginar las posibles relaciones frikiles con la saga Alien.
En fin. La primera, ni me acuerdo de ella. Se que me pareció horrenda, y mi mente la borró de mi cabeza. Zas, fuera.
Muchos Aliens, muchos Predators, creo recordar que incluso una mezcla de ambos… porque sí, queridos míos, en Estados Unidos en los noventa les gustaba trasladar las segundas partes a ciudades, aunque no hubiera razón para ello, pero en el nuevo milenio, les gustan los hijos. «Hijos de personajes que adorabas en los ochenta» es igual a «Puta mierda de película», pero ellos siguen sin darse cuenta. Nos jodieron Superman. Nos jodieron Indiana Jones. Y crearon un híbrido de Alien con Predator. O sea, un Alien con rastas.
Y poco más tiene la película. Ah, sí, muchos secundarios desconocidos que mueren de mil maneras posibles.
Pero la cosa no acaba ahí.
Año 2010, queremos resucitar la saga y volvemos a los orígenes. Bien.
Toda la acción discurrirá en la selva, como en la primera. Bien.
No será una selva terrícola, sino otro planeta. Bueno, aceptamos barco, detalle sin importancia.
Sustituimos a Arnold Schwarzenegger por Adrien Brody… ¿De tipo duro? ¿El pianista que bebe Schwepes, o como se diga? ¿El de la nariz? Vale, salió con la Pataky, pero… no sé yo…
Metemos a Danny Trejo y al ruso que hace de ruso en todas las pelis americanas. Mooola.
Y habrá tres predators en vez de uno. Moooola.
Y ya, porque uno no le busca más a un producto como este.
Pero sí que hay algo que es de porfavoooooor. Vamos a ver, los que vamos a ver esto lo haremos porque nos gusta Predator. Y con eso nos basta y sobra. No me metas perros predator, porque además me da la risa. Ni el bicho volador predator. Pero sobre todo, sobre todo, sobre todo, no me metas esos dos bichos para hacer una escenita y que después no vuelvan a aparecer aunque sea absurdo que no lo hagan.
Lo del bicho volador es de traca, además. Hacen una secuencia desde el aire, te muestran al bicho y si te he visto no me acuerdo. ¿Qué era eso? ¿Una nube, un avión, el hijo de supermán? Quien sabe. Yo no, desde luego.