The event

Puede que The Event no sea LA serie. No es posible saberlo aún, ya que lo que magnifica o derriba a una serie no es un capítulo concreto, sino su entero devenir. Así, Lost tuvo capítulos brillantes y también capítulos lamentables, e incluso un final discutible, pero no se puede negar que Lost fue una gran serie que entra por mérito propio en el olimpo de las series.
Así, 24 tuvo un arranque normalito, con demasiadas bases que establecer antes de lograr ser lo adictiva que se vuelve más adelante. Y con el paso de los capítulos se convirtió en LA serie. Algo parecido le ocurre a Fringe, que tras un inicio regulero, que amenazaba con ser serie que abandonas, se ha convertido en una de las mejores series del momento.
Flashforward, por ejemplo, partió de una idea magnífica, y aunque tuvo algún capítulo interesante, fue el mayor bluf de los últimos años. Algo similar le pasó a Héroes, que nunca superó aquellos primeros trece capítulos que la hicieron grande.
Y podría seguir.
The Event es la nueva serie de la NBC, estrenada ayer mismo. Y aún tendremos que esperar para ver si se convierte en la gran serie que amenaza ser, o cae estrepitosamente, pero si de algo podemos estar seguros es que su piloto es sin duda EL piloto.
The Event comienza fuerte. Sus primeros treinta segundos bastan para mosquear y sembrar la curiosidad. El resto del capítulo es sencillamente de aplauso. Narrado de una forma no convencional, con saltos temporales y de trama, no pierde intensidad ni por un momento. Te mantiene en vilo durante los cuarenta minutos que dura el capítulo para terminar dejándote con la boca abierta con uno de los cliffhungers más whatthefuck? que he visto en mucho tiempo. Porque todo lo que te esperas, lo que te hacen esperar, se evapora en apenas un par de segundos antes de cerrar el capítulo y dejarte con muchas ganas de más.
La base la han presentado, y es brillante. Ahora sólo nos queda esperar que lo que venga siga el estilo y el buen hacer que ha tenido este primer episodio. Porque si es así, sin duda alguna, The Event será la serie que nos atrape a partir de ahora.

El americano

Permitidme ser soez: Lo que dejáis en la taza del váter cuando cagais es más creativo y entretenido que esta película.
¿He sido claro? Perfecto, continuemos.
Hacía mucho, mucho tiempo, que no me aburría tanto en una sala de cine. No es que la película sea mala, es que es peor. Pretende ser un thriller como aquellos que protagonizaba Michael Caine en los setenta y ochenta, pero es jodidamente aburrida.
La película empieza con una secuencia que parece estar diciendo que vas a ver una película interesante. Después vienen los créditos de inicio, y aquí a mi me empezó a oler a chamusquina. No sé, me dio la impresión, sólo viendo los créditos, que estaba a punto de ver una película lenta. Pero bueno, eso no suele preocuparme porque si el ritmo es lento pero la historia es buena, no me molesta.
Pero claro, yo siempre digo que para hacer una película lo primero es tener un guión. Eso parece que a este señor se le olvidó.
En fin, que en cuanto acaban los créditos, a poco que seas un tipo listo, ya sabes cómo acabará este truño. Para que os hagáis a la idea. Los títulos de crédito se superponen a una eterna toma fija desde el asiento trasero de un coche que conduce Jorgito Clunei por un tunel. Al fondo, la salida se ve como una luz blanca. El coche se acerca a esa luz blanca, y cuando la alcanza, la imagen funde a blanco.
Y estoy seguro de que el tipo cuando lo pensó se dijo a si mismo «Soy un genio, he creado una metáfora».
Sí señor, con dos cojones.
Pero no contento con eso, el director sigue con su ritmo, no ya pausado, sino letárgico, contándote una historia… bueno, eso sería darle más crédito del que merece, contándote lo que hace este señor en un pueblo de Italia. Que viene a ser lo siguiente: conducir el coche de aquí para allá (si no hay catorce planos desde lo alto de una montaña del coche avanzando por una carretera, no hay ninguno), sentarse en la cama (sí, hay como veinte planos donde se ve a Jorgito sentado sin hacer NADA MÁS que estar sentado), pasear a pie por el pueblo (una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez), hablar con un cura de cosas que no le interesan a nadie, follarse a una puta y construir un rifle (tal vez lo único que tenía el mínimo interés, recalcando la palabra mínimo).
Pero no contento con estar filmando un cagarro, el director se dedica a hacer más «metáforas» visuales y narrativas. Debe ser lo que los críticos han denominado «exquisito gusto en los detalles» y que yo renombraría como «tomar el pelo» o «fijarse en cosas que a nadie le importan». En serio, lo de las mariposas es para fusilar con mierda al director. Oh, se va volando… dios santo…
Me pasé toda la película esperando que pasara algo que justificara que Jorgito aceptara hacer esta cosa. No ocurrió.
Mi más sincero consejo es: No gastéis dinero en esto. Ni siquiera gastéis ancho de banda.

True Blood, season 3 (no spoilers)

El lunes vi la season finale de True Blood. No la comenté entonces porque quería madurarla.
Llegué a True Blood de casualidad hace medio año. Un buen amigo, Eugenio, me había dicho que era fantástica. No debaja de oír buenas cosas sobre ella, pero no sé, a mi la sinopsis me había parecido un coñazo.
Pero casualidades del destino, un día vi la cabecera en youtube. Le di al play con desidia, no lo negaré. La cabecera dura poco, no sé, unos cuarenta segundos. Pero es brutal. Las imágenes, la música, el ritmo… todo en esa cabecera es perfecta. Y yo que creía que no se podían hacer mejores cabeceras después de Dexter.
Así que me dije, «veré el primero». Y lo hice. Empecé con la creencia de que no me gustaría. Anna Paquin nunca ha sido de mi agrado. Hasta aquí. Ahora no es que me agrade, pero ya no me molesta. Y sí, me enganché a True Blood enseguida. Tan enseguida que me ventilé las dos primeras temporadas en apenas semana y media.
Y esperaba con ansia esta tercera temporada.
Terminó el domingo. Y ya todos sabíamos que sería un final abierto, porque firmaron la cuarta temporada antes casi de empezar esta. El final de la primera y la segunda temporada habían sido buenos clifhunger. De esos que te hacen echarte las manos a la cabeza y gritar «¿Qué? ¿Vais a dejarme así hasta el próximo verano, panda de malnacidos?»
El de la tercera temporada no. La verdad, a pesar de que la temporada en sí a mi me ha gustado mucho (tal vez no tanto como las otras, pero sí mucho) el final me ha parecido muuuy flojo. Y sin clifhungers. O sea, ellos lo han intentado, pero yo no me he quedado preocupado por el destino de ningún personaje.

¿Lo mejor de la tercera temporada?

Varias cosas. Por un lado, el Rey de Missisipi. Brutal personaje, magnífico actor, el histrionismo justo, el exceso calculado. Un aplauso. Por otro lado, la trama de Tara en los primeros seis o siete capítulos, cuando mantiene su relación con Franklin. Las expresiones de Tara son geniales. Y también me quedo con Jason Stackhouse, que si bien su segunda parte de la temporada ha sido más flojita, toda la primera parte es genial. Ese personaje es tan, tan, tan idiota… yo me parto con él. Su última frase en el último capítulo, cuando parece que va a decir algo sumamente importante y dice… eso… lo que pude reírme.
Y es que sí, True Blood es una serie que se toma en serio a sí misma al mismo tiempo que sobrepasa todos los límites de lo razonable y lógico, cruzando la barrera del humor de una forma tan curiosa que es digna de estudio. Ese momento entre Bill y Lorena en Missisipi es tan… surrealista… Una serie capaz de mezclarte humor, sexo, sangre, de cruzar líneas que dificilmente se cruzan en otras producciones… la verdad, es admirable.

¿Lo peor de la temporada?
El sabor a poco de la season finale, el sabor a poco de ciertas tramas secundarias (Jessica y Hoyt, por ejemplo), toda la trama de Sam que empieza a ser un personaje aburrido. Ya en la segunda temporada, cuando le alejaron del triángulo amoroso no era muy interesante su trama, pero es que en esta temporada cada vez que salía me daban ganas de darle al flashforward. Creo que rescataría apenas un par de secuencias de su trama en toda esta temporada.
Y bueno, como cosa negativa puedo añadir que QUIERO más papel aún para Erik. Y para Pam. Y para Jessica.
Y aquí lo dejo por hoy.

El marco. Tu vida en 20 metros cuadrados. Y más.

Hace unos años detestaba el mundo de los realities. Me aburrían soberanamente. Hasta que descubrí, por casualidad (y por suerte), Survivor. El de verdad, el americano. Desde entonces, me declaro absolutamente fan de dicho programa, vivo deseando que empiece una nueva edición, que por cierto, empieza mañana.
Pero ya hablaré de Survivor en otro momento.
A raíz de Survivor me di cuenta que el problema no era de los realities, sino de cómo se hacen los realities en este país. Supervivientes es la versión cañí de Survivor, pero mientras el americano dura cuarenta minutos de reloj, está grabado (con lo que los concursantes sólo están en la isla 39 días), tiene un montaje digno de película de acción y la estrategia individual supone el 80% del juego, lo que da lugar a que sea impredecible… la versión telecinquera dura dos horas y media por programa, es en directo, lo que le resta todo ápice de dinamismo , ya que cortan a cada rato para entrevistar en plató y hacer seguimientos innecesarios, y hace que estén en la isla tres o cuatro meses, y debido al sistema «llama por telefono para expulsar mientras nosotros te cobramos» el componente estratégico, que en realidad es lo mejor del formato, se ve reducido a casi nada. Porque al final, el Supervivientes de aquí consiste en caerle bien al público para que no te vote, ergo, te conviene ser bueno. Allí, dependen de sí mismos, así que cuando alguien se ve en una situación desfavorable hará lo que sea, mentir, engañar, difamar, manipular, con tal de lograr sus objetivos.
En fin, a Survivor le siguió The amazing race, la gran gymkhana alrededor del mundo. Lo mismo, los americanos lo hacen como si fuera una película de acción, sin darte un minuto a respirar, y permitiendo que los concursantes dependan unicamente de ellos para seguir en la carrera. Llegamos a Espain y lo versionamos, convirtiéndolo en «La vuelta al mundo». Asesinos en el casting aparte, el programa de Antena 3 era un soberano aburrimiento, ya que a lo cutre de las pruebas le sumaban el cortar la emoción que se le supone a una carrera metiéndote un plató con entrevistas a los familiares de los concursantes. Seeeñor.
Me imagino estar viendo un Formula 1 y de repente te llevan a plató para que el amigo de la infancia de Fernando Alonso te cuente que era muy desordenado y pegaba patadas a los profesores. A tomar por culo la emoción de la carrera.
Pero a lo que iba…

El marco.

Hoy se estrenó en A3, como primicia mundial, el formato por el que varias cadenas del mundo se peleaban. Básicamente es un Gran Hermano por parejas que convivirán en 20 metros cuadrados sin poder salir de sus habitáculos más de 40 minutos al día. De por sí, los realities de convivencia no me emocionan, me gustan más los de competición, pero decidí ver el estreno por aquello de poder criticar. A fin de cuentas, si en las ferias de formatos había tenido tanto bombo sería por algo.
Me hago la cena y me pongo delante de la tele.
10 minutos de anuncios. Ya añoro internet.
Empieza. Y sí, nos meten de lleno en un plató. Primer error.
Sale la tal Patricia a presentar. Y empieza a hablar. Te cuenta en qué consistirá el programa, te dice que habrá 8 parejas y, ANTES SIQUIERA DE HABER CONOCIDO A LAS PAREJAS CONCURSANTES, se pone a entrevistar a algunos de sus familiares. ¡Pero vamos a ver! ¡si aún no conozco al casting, que es el 90% de un programa así, por qué coño me están contando cosas señores y señoras que ni conozco ni me importan un carajo!
Respiro hondo. Al menos que la cena no se me atragante.
Más blablabla. Que si te enseño uno de los habitaculos, que si tal y que si cual.
20 minutos de programa cuando empiezan a presentar a la primera pareja. ¡20 minutos de programa! Madre mía de mi vida, en la última temporada de Survivor en 20 minutos ya estaban todos presentados, habían empezado un reto y teníamos un hombro dislocado y dos dedos rotos.
Así se hace, señores de Antena 3. Demostrando una vez más que el plató es sinónimo de anti-dinamismo.
Decido darle una oportunidad. Ya he decidido que no me gusta el programa, pero quiero ponerlo a caldo a conciencia. Ah, y cuando el casting es tan jodidamente fundamental en tu programa, hay que intentar llevar gente interesante. Y luego hubo un par de parejas que salvaría de la quema, pero coño, no empieces por las más aburridas y chabacanas. Parece que quieren que deje de verlo. La madre y la hija, para darlas de comer aparte. En fin.
El programa sigue con esa tónica y ese ritmo frenético (jurl, jurl, ironía en mi blog), presentándote a las parejas tan condenadamente lento que si hubiera palomas revoloteando parecería una peli de John Woo.
Hora y cuarto. Estoy aburrido. Y en el programa se ponen a hacer bromitas de producción a los concursantes (unas bromas que riase dios de los monty python: llevar a una nueva pareja a una habitación que no es la suya y después hacer que los pobres meritorios de producción, con un casco de moto en la cabeza, lo juro por Jack Bauer, les secuestren de uno en uno para llevarles a su habitación verdadera. La monda lironda).
Vamos a ver, alma cántaros… ¿Cómo demonios se supone que me va a hacer gracia una broma sin gracia si no conozco a la gente que la sufre? Si eso lo haces en el día 14 cuando ya se conoce a los concursantes, cuando hay gente encariñada con unas parejas u otras, puedo entenderlo… pero el día 1… ¿Qué le pasa a esta gente? En serio lo pregunto…
En fin, tampoco es como que yo me vaya a enterar si hacéis estas bromitas el día 14, porque a las dos horas de programa he decidido apagarlo y venir al ordenador. Y no considero haber perdido dos horas de mi vida porque estaba cenando. Sólo he perdido hora y cuarenta y cinco, desde que acabé de cenar.
En serio, lo de hacer que todos los programas duren 3 horas y meterles plató aunque no sea necesario, que las series duren hora y media, cuando ya es complicado mantener el ritmo y la emoción en 40 minutos, imagina en hora y media… No sé, me demuestra que estamos a muchos años luz por detrás de los americanos en materia audiovisual.
Sí, que cool estás Patricia. Veremos si sonríes cuando El marco se pegue la ostia de audiencia…
Y ahora os contaré una anécdota. Hace casi un año, una persona con renombre en este páis, director/a de cine, mientras aprovechábamos un parón de la pre-producción, me dijo «los americanos no tienen moral, sólo hay que ver las series que hacen».
Mi expresión debió ser similar a las de las muñecas hinchables. Boca abierta y ojos de imbécil. Pero consciente de mi puesto de trabajo, cerré la boca y comí directamente mirando el plato, mientras escuchaba la conversación. Porque no os lo perdáis, pero después de eso añadió que su hij@ veía Física y Química, y que le parecía buena serie.
Vale que en el mundo ahora sea cool ser anti-americano. Vale que si vas de gafapasta te tiene que gustar el cine Uzbeko y pakistaní, por ejemplo, pero Terminator te debe parecer blasfemia. Vale que hagamos tele cutre y nos creamos los mejores… Pero coño, un poquito de sensatez tampoco viene mal.
¿Física y Química es moral? ¿Poner Telecinco en época de Gran Hermano a las seis de la tarde y ver edredoning es moral? ¿Esas series nuestras donde para que un personaje parezca duro lo único que saben hacer es que diga muchos tacos, todo el rato con el coño y el joder en la boca? ¿Esa niña demoníaca de Peking Express 2?
¿En serio?
En Estados Unidos sólo enseñan carnaza si es cosa de HBO. Restringen los tacos al mínimisimo (en 8 temporadas, Jack Bauer dijo una vez «Son of a bitch» y lo más que decía cuando se cabreaba era «Dammit», que viene a ser «Maldición»), y en los programas de telerrealidad emborronan canalillos, rajas del culo, tetas e incluso bocas cuando alguien dice un taco, que obviamente tampoco llegas a oír.
Y ellos son los inmorales.
Ya, pues mira, creo que va a ser que no. Y además, hacen mejor tele. Hala.

Una familia de serie

En el blog «Hablando de series» por lo general hacen unos memes curiosos. Uno que vi hace tiempo y me gustó fue «una familia de serie». Consistía en escoger qué personajes televisivos te gustaría tener en tu entorno. Veamos mi lista:

– Madre: Nora Walker. Dejé de ver Cinco hermanos cuando les dio por hacer que el cancer fuera un personaje más. Creo que no hay nada que me aburra tanto como las historias lacrimógenas de cáncer. Y máxime en una familia como los Walker. Pero si hay que escoger a una madre, Nora is the one.

– Padre: Sin duda alguna, Keith Mars. El padre de Verónica Mars es divertido, perspicaz y tiene siempre buen humor. Me encanta la relación que tienen entre ellos, además.

– Mi hermano mayor: Dean Winchester. De Supernatural. Dean es capaz de cualquier cosa por su hermano. Cierto es que a veces es un poco testarudo, pero coño, conduce un Impala y le gusta el rock. Me lo pido.

– Mi hermano/a pequeño: Lisa Simpson. Es inteligente y simpática, y no es tan trasto como Bart.

– Mi abuelo/a: Walter Bishop, de Fringe. Sin duda alguna. Vale que está como una puta cabra, pero es tan gracioso…
– Mi tio/a enrrollado: Desmond. No sé si cuela como enrrollado, pero adoré su personaje desde que le vi pulsando aquel maldito botón cada 108 minutos exactos, y siempre me ha parecido un tipo interesante.

– Mi mujer: Verónica Mars. Y aquí, de nuevo, sin duda alguna. Adoro a Verónica. Es divertida, irónica y capaz de encontrar la solución al problema más complicado.
Por dios, pero si hasta hace la mirada «Acero azul»… 🙂
– Mi mejor amigo: Chuck. Por dios, ¿hay alguien en el mundo con el que vayas a reírte más? Sobre todo si trae en pack a Morgan. Ahora que lo pienso, tampoco le diría que no a Sarah como mujer, pero es que Verónica me puede.
– Otro amigo: Barney. Lo tiene todo: te presenta mujeres, tiene pasta, está como una cabra… Sería Legen… espera un momento, espera, espera… dario.

– Mi jefe: Olivia. De Fringe. Porque es amable, cercana y muy, muy, muy lista.
Y sí, sé que no he mencionado a Jack Bauer. Y debería, y lo he intentado colocar en cualquier lado, pero coño, a ver donde metes a Jack Bauer en esa lista. ¿De guardaespaldas? Me lo pido.

Resident Evil 4: Ultratumba

Cuando uno va a ver una película de la saga Resident Evil ya sabe a lo que va. Uno no espera ver buen cine. Ni siquiera una buena película de zombies. De hecho, después de la tercera, sería dudoso buscar incluso un poco de entretenimiento. Resident Evil 1 marcó una trama que a mi siempre me supo a «pudo ser una gran saga de zombies y se ha quedado en un bluf de proporciones flashforwardistas» (esa frase la digo ahora, que entonces Flashforward no existía).
Pero bueno, lo cierto es que la primera película de la saga era entretenida. Paul Anderson siempre ha sabido hacer cine entretenido. Bueno, vale, casi siempre.
La segunda parte tenía algunas cosas, pero en general era mala. La tercera era digna de fusilar con mierda a todos los que pusieron su nombre en ella.
Anderson regresaba a la saga con la cuarta parte. Podía significar dos cosas: un intento de reflotar una saga que parecía muerta o un intento de darle un final digno.
Lo mejor que podía hacer Anderson, por suerte, lo hace en los primeros diez minutos: se carga a los clones y le quita a Jovovich los poderes que la hacían invencible y que hacían que ver cualquier pelea de ella fuera aburrido. Sabías que usaría supervelocidad, superfuerza y más mierdas. Anderson se lo quita, la devuelve a la esencia, que es «vale, sí, eres una super tía, pero al menos ahora, sufres».
Y Jovovich sufre. Tampoco mucho, pero bueno. Anderson hace otra cosa bien, y es que te cuenta una historia con tintes de cine zombie clásico. Un grupo de supervivientes encerrados que intentarán huír y serán eliminados poco a poco. Los personajes, con personalidades marcadas para que sepas como van a actuar en cada momento y en qué orden morirán. Y por supuesto, el estilo inconfundible de Anderson tras la cámara. Este tipo ama la cámara lenta. Demasiado. Pero mucho, mucho, mucho.
Así que sí, mejora a la segunda y la tercera. Sí, entretiene. Y sí, tiene alguna secuencia interesante. Obviamente, no pasará a los anales de la historia por ser una gran película, pero demonios… eso ya lo sabíamos.

Black Death

Descubrí esta película en el blog del especialista Mike. Lo tenía todo para llamarme la atención: una historia en la edad media, Sean Bean como protagonista, la peste negra de fondo…
La película cuenta la historia de un monje (Redmayne) que acompaña a un grupo de soldados en busca de un pueblo donde, en teoría, habita un nigromante y nadie ha muerto por la peste. Y sí, es cierto que al principio me costó un poco quitarme de la cabeza la imagen de Redmayne en Los pilares de la tierra.
Black Death está bien contada, sobria y oscura para introducirnos en ese oscuro mundo que debió ser La Edad Media. Sin demasiadas alaracas, nos presenta al grupo de soldados, y las marcadas personalidades de estos hacen que sea fácil distinguirlos y apreciar a unos más que a otros. Probablemente el mejor de esos personajes sea el torturador.
La trama es interesante. Porque además no toma derroteros que podrían haber convertido a la película en una ida de olla. Se limita a presentarte la historia que quiere contarte, y lo hace sin perder el interés en ningún momento. He leído en más de un sitio, entre ellos el blog de Mike, que la película se desinfla cuando llegan al poblado. Yo no tuve esa sensación, aunque es cierto que el tono de la película una vez alcanzan la villa pasa a ser de misterio y tensión.
Una película interesante, que los amantes del cine de espadas apreciarán, y aquellos que buscan buenas historias disfrutarán.

Libros leídos 2010 (2)

Hace un par de semanas dije que iba a hacer una lista de los libros que llevo leídos en 2010. Como no estaba en casa, tiré de memoria y saqué diez títulos, AQUI.

1) Historia natural del canibalismo, de Manuel Moros Peña.
2) Latitudes piratas, de Michael Crichton.
3) La cúpula, de Stephen King.
4) Septiembre Zombie, de David Moody.
5) La caza, de Clive Cussler.
6) La huída, de Allan Folsom.
7) El imperio del agua, de Clive Cussler.
8) Apocalipsis Z 2: Los días oscuros, de Manuel Loureiro.
9) La conspiración maquiavelo, de Allan Folsom.
10) Zombie planet, de David Wellington

Hoy, completaré la lista de libros leídos en 2010.

11) Juegos de ingenio, de John Katzenbach.

Libro con un buen planteamiento de thriller y una trama que podría haber sido absorbente en manos de un escritor con talento. Katzenbach le imprime una prosa lenta, aburrida y tediosa que hace que las partes del libro que carecen de acción se conviertan en una caminata cuesta arriba. Me quedo con la idea de que podría haber sido una buena historia pero no lo fue.

12) Atlantis, de Greg Donegan.
Me atraen estos temas, qué le voy a hacer. Sé que por lo general no llevan a buenas novelas, pero a veces uno no puede evitar seguir la llamada del corazón. Y a veces, después de la lectura, uno se pregunta si no valdría más que llegara el malo del Templo maldito y te hiciera lo de budelamsudelam y te arrancara el corazón.
En fin, una pérdida de tiempo.

13) Después del anochecer, de Stephen King.
Por lo general, no soy muy amigo de los relatos cortos. Prefiero las novelas. Pero bueno, todo lo que escribe el señor King llega a mis manos y es leído con avidez. En concreto, esta colección de relatos no me pareció muy buena. Al menos no tanto como Todo es eventual. Pero aún así, hubo unos pocos relatos que me parecieron geniales:
– El gato del infierno: sobre un gato que nadie logra matar. Sencillamente brutal.
– La chica del pan de jengibre: Maravilloso relato que parte de la base de una chica que corre. Toda la parte final es maravillosa.
– Un lugar muy estrecho: Donde sale a relucir el Stephen King más escatológico y se demuestra capaz, una vez más, de revolver estómagos. No apto para leer después de haber comido.
– N. El mejor relato del libro. Brutal, digno del mejor King.

14) Infected, de Scott Siegler.

Infected es una novela tan surreal como interesante. Con momentos que te hacen pasar verdadera tensión y otros que te hacen fruncir el ceño y preguntarte qué carajo fumaba el autor. Infected es una novela muy curiosa, y a mi me resultó francamente interesante. Y me gustaría hablar del por qué, pero significaría desvelar parte de la trama.
Me tuvo pegado al libro durante toda la trama.

15) La dama negra, de Stephen L. Carter

Lo pongo aquí, aunque estrictamente no es un libro leído, porque tiene el dudoso mérito de ser el primer libro que abandono en más de cinco años. No puedo decir si la trama pintaba bien, porque en todo lo que leí no estoy seguro de que empezara a desarrollarse la trama. Carter escribe lento y tedioso, más aún que Katzenbach. La lectura se me hizo pesada que empezaba a divagar sobre cualquier otro tema mientras leía. Horrible, en serio. Nunca antes me había sentido tan aburrido con una novela.

16) El terror, de Dan Simmons.
Y de un extremo al otro. No conocía a Dan Simmons hasta que cogí este libro, dejándome llevar por la recomendación de un empleado de una tienda de comics. Bendito seas, te llames como te llames.
El terror toma como punto de partida una expedición real que intentó cruzar el paso del Norte hace un par de siglos y quedó atascada en el hielo durante todo el invierno, siendo incapaces de continuar la primavera siguiente. Y Dan Simmons toma parte de esa realidad, la mezcla con un pequeño elemento ficticio y construye una novela verdaderamente espeluznante que atrapa y absorbe desde el primer momento.
Sufrí con los hombres que viajaban a bordo de El Terror, prácticamente fui capaz de sentir el aire congelante que ellos sentían, pasé hambre con ellos y alimenté esperanzas de alcanzar zonas seguras.
Un gran libro.

17) El ángel más tonto del mundo, de Christopher Moore.
Al parecer este tipo es un superventas. Al parecer, con esta novela uno debía partirse de risa. Yo creo que sonreí en un par de ocasiones, pero no más. El libro es una historieta tonta, a veces sin demasiado sentido, que sorprende con el giro que toma a mitad del libro y los derroteros por los que transcurre a partir de entonces, pero no es un buen libro.
Si hubiera serie B en libros, éste sería serie B.

18) Infierno en el paraíso, de Richard H. Weber.
Con la portada y el resumen de la solapa uno espera que esta novela sea una mezcla entre cualquier slayer tipo Turistas y Blanco Humano. Pero nada más lejos de la verdad. Esa parte dura apenas cincuenta páginas, y el resto del libro no vale la pena. Bueno, de hecho, esa parte tampoco vale mucho la pena.

19) La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger.
Cuando esta novela empieza, sientes que estás ante una historia novedosa y jamás contada, completamente original y adictiva. Esa sensación perdura unas cien páginas, que se leen con avidez. Después, si bien es cierto que la novela es original, la trama empieza a desinflarse. De hecho, hubo una parte de la novela que se me hizo muy pesada, por la mitad del libro. A medida que se acerca el final, es cada vez más predecible lo que ocurrirá. En parte, eres capaz de viajar en el tiempo hasta el final de la novela de la misma manera que lo hace el protagonista.
Hicieron una película. Y bah, aburridilla.
La novela, por lo menos, te deja ese gusto de haberte leído algo que ya has leído mil veces, pero contado como nunca te lo han contado.

20) El almacén, de Bentley Little.
No lo negaré: El almacén me entretuvo y me pareció una novela muy divertida.
Pero tampoco negaré que bebe demasiado de La tienda, de Stephen King, y tiene demasiadas cosas que recuerdan a la novela de King. Incluso creo que tiene alguna referencia a La Torre Oscura, pero disimulada. No sé, eso es lo que no me gustó de la novela, que sentí que estaba leyendo La Tienda Segunda Parte (y en letra pequeñita: «Ahora, ha montado un almacén»).
Pero que es divertida, sí, lo es. Y jode un poco el hecho de que se quede corta al ahondar en subtramas que podrían haber dado mucho jugo. Pero Little lo deja pasar tontamente.

21) El sótano, de David Zurdo y Ángel Gutierrez.

Una historia rápida, para leer en un par de días, lo suficientemente interesante como para que quieras seguir y saber cómo acaba, pero tampoco esperes quedar prendado de una trama absorbente y apasionante. Creo que el mayor pecado de El sótano es lo previsible de los personajes. Es fácil imaginarse quién morirá, quién es el enemigo, y quién avanzará más que los demás. Pero bueno, el estilo de Zurdo y Gutierrez es fresco y ágil, y se agradece para leer algo en tiempos en que no quieras centrarte demasiado en algo.

22) Odio, de David Moody

Acabo de reparar en que este tío es el mismo de Septiembre Zombie…
Y acabo de ver que en la portada de mi ejemplar también pone eso de «la próxima película del director de El orfanato», cosa que, por cierto, es mentira. Pero seguro que les valió para vender algún ejemplar que otro.
La novela adolece de los mismos factores que Septiembre Zombie: parte de una premisa interesante, se desinfla como un globo de helio con el paso del tiempo y, aunque el final mejora, no lo hace lo suficiente como para reflotar la historia.

23) El símbolo perdido, de Dan Brown.
El tipo que escribió una gran thriller como «Ángeles y demonios» y un pastiche regulero como «El código Da Vinci» regresa con el personaje de Tom Hanks… digo… bueno, como se llame el profesor ese, y una historia que no se tiene en pie. El estilo de Brown nunca me ha emocionado demasiado, pero tiene a su favor que es rápido y se lee en un suspiro. Si te dejas llevar por la historia y tratas de no pensar en nada más, el libro te mantiene en vilo lo suficiente como para que termines la novela.
El problema viene si te pones a pensar. Ya no en lo absurdo de esta historia, sino en el hecho de que los personajes de esta novela son los mismos que en las otras dos, pero con distintos nombres. Tenemos a Tom Hanks, ok. Tenemos a una chica, que como las chicas de los otros dos libros, es fuerte, capaz y resuelta. Y habla y se mueve igual. Tenemos al viejo amigo de Tom Hanks con capacidad para resolver enigmas importantes. Y tenemos al malvado psicópata con obsesiones conspiratorias.
Buf… misma fórmula, distinto paquete.
Y eso es lo que hizo que este libro fuera una mayor decepción de lo que esperaba.

24) Cuestión de olfato, de Spencer Quinn.
Uno de los mejores libros que me he leído este año. Francamente divertido, con una trama puramente policiaca que, aunque facilona, te absorbe gracias, sobre todo, a Chet, el perro del detective encargado del caso. Y es que la novela te la cuenta Chet, y ese es el mayor acierto del libro, porque le coges cariño en seguida, te desesperas con su memoria de perro y sus intereses caninos en los peores momentos posibles… Llega a desesperar, de una forma buena, cada vez que los personajes tienen una conversación interesante y de repente Chet recuerda dónde escondió una galleta para perros y deja de escuchar las conversaciones.
O cuando el dueño le pregunta, hablando para sí mismo en realidad, «¿Quién es nuestro enemigo?» y Chet sólo es capaz de pensar en cierto loro que le saca de quicio…
Chet es genial.
Y además, tiene varios momentos que te arrancarán una sonrisa. Seguro.

25) El ocho, de Katherine Neville.

Cuando era pequeño, este libro estuvo de moda. Mil veces me lo recomendaron y mil veces me dio pereza y no lo empecé. Este año lo cogí finalmente y me puse a leerlo… y me pareció una bobada de libro. No entiendo qué le vio la gente para convertirlo en un superventas. Creo que está mal contado, que no queda realmente nada claro cómo se lleva a cabo es partida de ajedrez humano. Que sí, que te dicen «no se quién es el alfil» y dices tú «¿Y qué pasa? ¿Que solo se mueve en diagonal?».
No sé, nunca me enganchó la trama del todo. Me daba la impresión, o eso quería vislumbrar, que había una idea interesante de fondo, pero para mi gusto, está mal contada.

Y hasta aquí. Eso quiere decir que llevo 25 libros en 2010. Y ahora me estoy leyendo dos a la vez, así que cuando termine con ellos, ya os diré qué opino.

Eden Lake

Cuando uno empieza a ver «Eden Lake» no puede evitar recordar «El rey de la montaña». Las similitudes entre ambas películas son varias, pero mientras en la protagonizada por Ernesto Alterio la historia está tratada con más enfasis en la tensión, la película inglesa está más cerca del survival con toques de slayer.
No es mala película, y está bien contada, lo suficiente para ser entretenida, pero no he dejado de pensar, durante toda la película, que a los guionistas lo único que les importaba era que una pareja fuera torturada por una pandilla de chavales, y para ello, los personajes toman decisiones un tanto… ridículas… durante la primera media hora de película. Como muestra, el momento en que Michael Fassbender decide entrar a la casa de los gamberros. Todo lo que ocurre durante esa secuencia desafía las leyes de la lógica y el raciocinio.
Pero bueno, dejando eso de lado, la brutalidad de la película ciertamente la hará desagradable para más de uno. El dilema moral que plantea, la hará disfrutable a ojos de otros. Sin duda, cuando llega el final y empiezan los títulos de crédito, dan ganas de clamar al cielo por una reforma que endurezca las leyes del menor. En realidad, no hace falta llegar tan lejos. Dan ganas de hacerlo mucho antes de los títulos de crédito.
Es imposible no estremecerse con Eden Lake, porque la realidad ha dado muestras de ser mucho más cruel que la ficción en innumerables ocasiones. Y no hay que irse a Inglaterra para encontrar menores con instinto asesino. En eso es en lo que te hace pensar esta película.
¿Lo mejor? Que te mantiene en tensión la hora y media que dura la película. Que todo el tiempo tienes ganas de que los malditos niños sean descuartizados, mutilados o cualquier cosa que acabe con ellos muertos de forma hiriente.
¿Lo peor? Lo ridículo de ciertas decisiones tomadas por los protagonistas al comienzo de la película.

La Torre Oscura al cine y televisión

La noticia del día, sin duda. Hoy, han confirmado que La Torre Oscura se llevará al cine, en una trilogía, y también se hará una serie de televisión.
La Torre Oscura es la historia de Roland Deschains, el último pistolero de un mundo que se ha movido. Una saga iniciada por Stephen King en los años setenta y terminada a principios del nuevo siglo. Para mi, una de las lecturas imprescindibles y que más me ha llegado en mi vida.
Y sí, estoy contento, aunque también soy cauto y temeroso. Si Frank Darabont estuviera tras este proyecto, estaría frotándome las manos sabiendo que el resultado sería fiel al original. Con Ron Howard tras las cámaras, que quereis que os diga, pero tengo miedo.
Pero desde luego, es la noticia que me ha alegrado el día.