El oscuro mundo de la televisión

Pertenezco a ese cada vez mayor grupo de gente que utiliza las redes peer to peer (ahora en peligro de extinción gracias a leyes como la nueva sacada en Francia y enemigas de la SGAE… las redes, digo) para seguir las tramas de multitud de series de televisión.

Y digo que es cada vez mayor porque crecemos sin parar.
Las claves de tal fenómeno:
1. No hay que esperar a que alguna cadena española se decida a comprar el programa. Apenas un par de horas después de terminar la emisión del capítulo en EEUU se puede encontrar en internet, con buena calidad de imagen y en versión original. Los grupos de traductores y creadores de subtítulos (todos ellos amateurs, con lo que su altruista trabajo vale el doble) cuelgan los subtítulos en ese mismo día o como mucho en un par de días.
2. No tienes que esperar a saciar tu curiosidad por esas series que sigues fanáticamente casi un año hasta que llegan a nuestro país. Sí, es lo mismo que el punto anterior.
3. No hay publicidad. Y qué gran placer es tardar 45 minutos en ver un capítulo en lugar de hora y cuarto interrumpiéndote a cada rato para recordarte que ligas mejor con martini, el coche que jamás te podrás comprar lleva incluido una tía buena o si bebes agua se te pone el culo como al doble de Noriega.
4. No estás a espensas de los deseos absurdos del director de programación. Porque que levante la mano aquel que odia que cambien el día de emisión de las series que sigue, o la hora, o que la pongan en horario absurdo (ejemplo: serie de exito exitosisimo en EEUU, Perdidos, van los listos de TVE y la echan en verano, los domingos, a las cinco de la tarde. Claro, ni perry la ve. Lo mismo con Alias en Telahinco); o que decidan emitirla sin orden ni concierto (ejemplo: la caótica emisión de Expediente X o CSI con un capítulo repe y otro nuevo que al final ya no sabías si veías la segunda, la primera o la octava temporada y no había manera de seguir la trama); o decidan repetirla sin ton ni son hasta quemarla (ejemplo: Al Oeste en filadelfia, crecía y vivía, sin hacer mucho caso a la policía…); o la echen de forma absurda (ejemplo: A3 con 24, que echaba tres capítulos al día, empezando a las diez y acabando a la una y media contando los anuncios…); o peor aún, que cancelen la emisión cuando te has enganchado a la serie (yo me enganché a «El pantano» porque iba después de 24 y al sexto capítulo desapareció de antena. Y así millones de series).
5. La televisión es cada vez más un subproducto guarripeich (es que no se me ocurre otro palabro para definirlo) y los programas que emiten son cada vez más horrendos. Aún recuerdo cuando en este país se puso el grito en el cielo por la emisión del primer Gran Hermano, que la invasión de la privacidad y no se qué leches más. Luego llegaron los triunfitos. Y las estúpidas variaciones:
¿Alguien se acuerda de «Escuela de actores»? Yo sí. Creo que duró dos programas y los dos me los tuve que tragar porque estaba convaleciente del apendicitis y no alcanzaba a cambiar de canal. Fue una tortura peor que las de Bauer. Yo hubiera confesado.
¿El bus? La versión en autobús de Gran Hermano. La sola idea ya era ridícula.
Los Grandes Hermanos VIP.
Hotel Glam.
El castillo de las mentes prodigiosas. Señor, que nivel de caspa.
La granja. No comments.
Supervivientes. Naufrago en cutre.
La isla de los famosos. Este estaba bien, al menos nos quedaba la esperanza de que a alguno le picara una serpiente venenosa y la palmara para siempre jamás.
En fin. ahora parece que ya no se puede vivir sin gran hermano o OT. Y las televisiones ya no saben que inventar, así que ahora, TVE, necesitada de algún exito como fue en su día OT, ha decidido estrenar…


¡El coro de la carcel!
Sí señor. A ver si consigo explicarlo sin que me de la risa. Se coge a doce presos de delitos menores y se hace un documental en plan Operación Triunfo pero sin expulsados (ya sería la monda) sobre su vida en la carcel y la superación que consiguen cantando y entrenándose para el macro concierto que darán al finalizar el programa y con el que supuestamente TVE se llenará los bolsillos de pasta gansa. Porque lo que es los presos seguro que no ven un duro.
En fin, esa es la idea. Maravillosa, ¿no? He leído de todo. Que si es una gran idea porque ayuda a la integración de etnias menores, que si les ayuda a reabilitarse… cosas así. Y oye, yo no digo que no sea así, pero la verdad es que el programa me da una perezaaaaaa. Vamos, que lo va a ver otro, que yo paso. Y porque a mi no me toca, pero me imagino que al tipo o tipa que alguno de estos haya atracado alguna vez no le haga mucha gracia verle el jeto todo el día en pantalla y encima verle hacerse famoso, si es que se hacen famosos.
No sé, me parece un poco infierno la idea.

Puestos a hacer un programa reality en una cárcel, yo haría uno tipo Prison Break. A ver como se escapan los presos. Claro, no tendría mucha gracia porque los policías podrían seguir sus movimientos por tv.
Pero de verdad… ¿el coro de la cárcel?
Porque en este país todo es posible, sino, apostaría a que se hunde en en el tercer capítulo.
Manda huevos, ya no saben que sacar.