Huelga de hambre por obligación

Hace una semana y pico estalló la bomba: tras varios meses de rumores y negociaciones, Héroes del Silencio se reúnen para hacer una gira internacional que finalizará el 12 de Octubre de 2007 en el Estadio de la Romareda, en Zaragoza. Hasta el momento, única fecha europea de dicha gira. Se rumorea que abrirán también en Madrid, pero no es seguro.
Las entradas salen a la venta a las doce de la noche del día 28 de Febrero, oficialmente día 1 de Marzo ya. Y cuando digo a las doce de la noche me refiero exáctamente a eso. Todos sabemos la que se va a montar, la locura que va a haber ese día, y los señores encargados de la venta también lo saben. A las doce en punto se iniciará la venta en cajeros, internet y en las tiendas de música encargadas, que abrirán a esa hora únicamente para vender las entradas de dicho concierto.
Lo que he comentado: la locura.
El precio también se sabe ya. 40 en general, 60 en preferente. ¿Y quién quiere verlo desde lejos? Exacto, mi mano no está levantada. Yo estaré preparado desde las once de la noche para comprar esa entrada, tenga que pasar por encima de la cabeza de quien sea. Y compraré la de 60, está claro como el agua. Para verlo lo más cerquita que pueda, en medio de la avalancha, en medio de la locura y la psicosis que se va a desatar ese día. Y todos sabemos que será así.
Y a esos precios, y bajo los rumores de que tal vez habran en Madrid, uno hace balance del dinero que tiene en la cuenta y se da cuenta que tiene dos opciones: o ir a la compra, o no ir y comprar las entradas. Una vez elegida la opción de «no ir a la compra» ya sé lo que me queda: huelga de hambre por obligación. ¿Y acaso veis que me importe?
Pues no. Han sido diez largos años de espera, pero aquí están, la gira del próximo milenio por fin aquí, a la vuelta de la esquina como quien dice. Diez añitos. El que la sigue la consigue. Me tiemblan las piernas. El mejor grupo de rock que ha dado este país, le pese a quien le pese, ha regresado.

Sideria

Dentro de unos años, cuando me encuentre sobre la tarima de alguna gala recogiendo el premio al mejor director, tendré que echar la memoria atrás recordar y agradecer a toda esa gente que me ha acompañado y apoyado desde el principio en mi viaje de aprendizaje cinematográfico… y han sido muchos.
Uno de ellos es Manuel Bernet, que hasta la fecha ha compuesto 6 bandas sonoras para obras mías, a cada cual mejor que la anterior (y que conste que una de sus canciones a la que yo más aprecio le guardo ni siquiera llegó a aparecer en el corto para el que estaba hecha. Hablo de Requiem por Leire, que iba a aparecer en El club y fue la única melodía que se quedó fuera).
No puedo esconder la admiración que siento por el sevillano, porque siempre ha sido así, y aún guardo con cariño la cinta de casete de Babilonia, el grupo al que pertenecía hace años. Y aún la pongo de vez en cuando.
Y ahora, llega Sideria:
Ricardo «Richard» Becerril – Guitarras y voces
Manuel Bernet – Teclados y voz principal
Dani Bernet – Bajo y voces
Loren Márquez – Batería
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Estos cuatro elementos han formado una banda que ya empieza a rodar por los escenarios y cuya maqueta (de la cual se pueden escuchar cuatro temas en su página web) muestra un sonido prometedor, entre el pop y el rock.
Desde luego, mi recomendación es que gastéis unos minutos en entrar en la web, escuchar alguna canción y descargaros la maqueta del emule con el objetivo de disfrutarla y difundirla por los siete mares. Pensad que cuando sean famosos podréis presumir de que vosotros ayudasteis a su expansión.
Además, se lo merecen.

Peliculón

Con semejante trailer a uno le entran ganas de ver Dead or Alive, pero no en cualquier momento, sino aprovechando una de esas tardes en las que lo que quieres es que tu mente trabaje lo menos posible, y si puede ser, alegrarte la vista.
Oye, vista así, Dead or Alive es un peliculón.
Vamos a ver, coges a un director chino, o japones o coreano, vete tu a saber, que en inglés sólo ha rodado una película (The transporter) que era una buena peli de verdad, y le pones a hacer esta mierda. ¿Cómo coño ha pasado de una a otra? Adri, por favor, iluminanos.
Seguimos, director de casting dice «ok, voy a coger a cuatro cachondas y les voy a preguntar si quieren ser objeto de masturbaciones adolescentes infinitas», de esa manera las que acepten saben que habrá vestuario escaso, bikinis, y mucho enfoque a culos y tetas. Eso sí, sin mostrar ni siquiera la sombra de un pezón, no sea que la censura nos corte la peli.
La música, de oscar. Increible. Sin palabras.
El montaje digno de… no sé, de algo.
Y el mejor, el tipo que editó los efectos de sonido, que yo creo que estaba borracho.
No sé, yo creo que si vas a hacer una peli como esta, basada en un videojuego de lucha, además de las cachondas debes plantearte la idea de que las peleas tienen que ser la ostia. Pero no. El tratamiento de la violencia es patético. De hecho, es que no hay violencia. Las peleas dan risa. Aunque una cosa no se le puede negar al director: el tipo es honesto y desde el primer minuto va a lo que va: a mostrar cuanta más carne le permita la censura mejor. ¿Y a quién le importan las peleas si hay carne de por medio?
En fin… Una película para ver una tarde de domingo con palomitas. O así.

Hijo de los hombres

Con retraso, porque intenté verla en el cine en su momento, por fin he conseguido ver Hijo de los hombres, la fábula futurista de Cuarón.
La idea de base de la película es muy buena. Los seres humanos se han vuelto estériles y el mundo está al borde de la extinción y en medio del caos. 18 años después del último nacimiento, una mujer logra quedarse embarazada, y un hombre tendrá que escoltarla a través de una Inglaterra sumida en el desorden y la guerra civil para salvaguardar la última esperanza de la raza humana.
Clive Owen hace de Clive Owen, pero algo más comedido. Lo cual es bueno. El tipo está correcto. Lo hace bien. Michael Caine está fantástico en su papel de Hippie aficionado al cultivo de marihuana. Y Julianne Moore… bueno, no quiero desvelar la sorpresa.
La peli es rara. Sí, porque su estilo visual es en ocasiones demasiado cercano a lo realista, hasta el punto de que choca. Está muy bien rodada, porque ese estilo hace que uno se sumerja de lleno en la historia y la viva junto a los personajes, sufriendo con ellos la tensión de la persecución a la que son sometidos. Eso sí, uno no llega a encariñarse con ninguno de ellos demasiado, quizá debido a ese mismo estilo. En ocasiones los personajes llegan y se van de tal manera que uno no puede sentir nada por ellos.
Pero lo mejor de la película es Cuarón. Su forma de dirigir es sencillamente brillante, y me sorprende que no esté nominada a casi nada. Hay varios planos secuencia que son increíbles, pero sobre todo dos de ellos, que son largos y alucinantes por todo lo que suponen. Uno de ellos es la emboscada que sufren al incio del viaje, vivida desde dentro del coche, y que es sencillamente brillante. El otro, con cámara en steady, es casi al final, con Clive Owen en medio de un guerra civil y cientos de tipos disparándose unos a otros mientras Owen corre y trata de ocultarse, con estallidos de bombas, muertos… yo no podía dejar de mirar con la boca abierta y preguntándome cuántas veces habrían ensayado ese plano. Increíble. Es cierto que en algunos momentos ese mismo estilo de planos largos pueden hacerse lentos, pero durante la mayor parte del tiempo, la película guarda un ritmo bastante bueno.
A mí me ha gustado.

Séptima hora

Pues sí, el reloj avanza inexorable, y la sexta temporada de 24 va ya por la séptima hora. Y cada vez me deja con la boca más abierta. No hay palabras para definir el camino que está tomando esta serie. Es absolutamente increíble.
Sin palabras.

Oz

Otra de esas maravillas a descubrir: Oz, una serie de HBO que en EEUU ya lleva cinco o seis temporadas. A mí me la dejaron por casualidad, la primera, y a mitad del primer capítulo puedo decir que ya estaba enganchado.
¿Qué es Oz? La serie cuenta la historia de «Ciudad esmeralda», un ala de la prisión Oswald donde se mezclan presos de todas las razas y culturas dirigida por un psicólogo que pretende instaurar un modelo de cárcel donde los presos puedan reinsertarse en la sociedad al terminar su condena. Pero claro, si mezclas a tanta gente distinta, lo lógico es que los conflictos no tarden en estallar.
La serie es narrada por uno de los presos, al que los aficionados a series reconocerán por ser el Michael de Lost, aunque aquí con melena, rastas y silla de ruedas. Y probablemente uno de los aciertos de Oz es su peculiar estilo a la hora de narrar las historias. Y es que en un sólo capítulo puede empezar contándote algo, pero a los cinco minutos se cruzará otro personaje en el camino y seguirá con su historia, para ir saltando de unos a otros en aparente caos, sólo aparente, porque la serie tiene mucha más coherencia de la que parece. Y en esta serie uno no puede respirar tranquilo ni un segundo, cualquiera de los personajes puede caer, y lo cierto es que caen como moscas. Y a cada uno que cae y que tu crees que es malvado, llega otro que es peor. En los siete capítulos que he visto me he encariñado de seis personajes y ya han muerto cinco de ellos.
Yo de momento estoy terminando la primera temporada, pero puedo asegurar que veré las demás. Son cortas además, temporadas de ocho capítulos de una hora de duración.
Un consejo, si podéis, gastad un poco de vuestro tiempo en verla, porque vale la pena. Es una serie llena de ironías de la vida (véase la historia de Beecher y Sullivan), buenas tramas, buenos guiones, buenos actores (y muchos, porque ya digo que van cayendo como moscas y son sustituidos por otros) y una puesta en escena muy atractiva… uno termina enamorándose de esa especie de performances que hacen con el narrador…